Marcela Bautista
Directora de Educación Preescolar y Básica
Nancy Valderrama Castiblanco
Licenciada en educación Preescolar de la Universidad Pedagógica Nacional. Magister en Educación de la Universidad Externado de Colombia. Consultora en temas relacionados con la primera infancia y la garantía de sus derechos. ​​​​​​​Profesional del proyect
Mónica Lóvera
Profesional Dirección de Educación Preescolar y Básica
Martha Velásquez
Profesional Dirección de Educación Preescolar y Básica

Educación inicial en tiempos de pandemia

Pensar la educación

La educación a lo largo de la vida es uno de los elementos más importantes que permite que los sujetos alcancen su desarrollo integral y un adecuado desarrollo socioemocional. Para ello es necesario que, desde la gestación, se garantice a todos los niños y niños entornos que propendan por su bienestar y que más adelante los procesos educativos aseguren una formación integral.

En este gran propósito, Bogotá ha avanzado de manera significativa, para que los niños y niñas en su primera infancia cuenten con las oportunidades para avanzar en su desarrollo. Sin embargo, durante la pandemia este proceso se enfrentó a múltiples retos relacionados con las nuevas condiciones epidemiológicas del mundo, el distanciamiento físico y el aislamiento de los niños y niñas y sus familias.

Una vez se tuvo noticia de la COVID-19, se supo que el reto no estaría solamente en sobrevivir al letal virus, sino también a los impactos de sus coletazos. Después de sortear obstáculos tan descomunales como una guerra o una pandemia, una sociedad debe afrontar situaciones que se salen de control: crisis económica, social y desajustes tanto en la salud física como mental. Frente a esto último, es evidente que el encierro obligatorio dejó para la posteridad impactos importantes a nivel emocional que se evidenciaron en el incremento de suicidios, violencia intrafamiliar, feminicidios y abusos de toda índole contra los niños y las niñas.

En cuanto al impacto generado en los niños y niñas, estos efectos se observarán durante los próximos años. Lo que implica, la implementación de acciones compartidas entre la sociedad y el Estado que ayuden a minimizar los efectos a largo plazo de la pandemia, a través del diseño de estrategias que conjuguen lo educativo y la salud mental. Estas acciones deben tener como premisa disponer de ambientes y espacios en los que los niños y las niñas cuenten con bases emocionales seguras, que les permitan afrontar las demandas afectivas, las situaciones de incertidumbre, el manejo de la frustración, la regulación emocional, la construcción de la identidad y las formas de relacionarse consigo mismo y con otros.

Bienestar de los niños y las niñas durante la pandemia

La necesidad de ser acompañado emocionalmente por otro y la búsqueda e interés en la relación humana son procesos del desarrollo que los niños y las niñas manifiestan desde su nacimiento. Este sostén permite construir un lazo emocional íntimo con sus familias, cuidadoras y cuidadores más cercanos, cuando la relación se da en el marco del respeto, el buen trato, el afecto y la generación de confianza, promoviendo así un apego seguro.

Durante la pandemia, los vínculos han estado profundamente comprometidos y es posible que las relaciones de muchas niñas y niños se hayan desestabilizado, incluso porque las personas de su entrono han visto sus subjetividades afectadas y desorganizadas.

Lo anterior se relaciona estrechamente con la regulación afectiva, que solo es posible en el contexto de una relación con otro ser humano, así, el adulto a cargo de la crianza debe poner en juego una capacidad empática que le permita acercarse a la comprensión de lo que necesita esa niña o niño que, si bien aún puede o no expresarse con palabras, se comunica con otros recursos (gestos, miradas, movimientos, llantos, sonrisas). Las respuestas emocionales del adulto en sintonía con el estado interior de niñas y niños crean un estado compartido de regulación emocional que lleva, unos meses después, al logro de la autorregulación afectiva por parte de los pequeños.

Durante la pandemia las mayores regresiones se produjeron a partir de las dificultades en la regulación afectiva. Se perdieron algunas autonomías y algunas emociones nuevas (como el miedo) tuvieron que ser nombradas para poder elaborarlas y asimilarlas. El miedo, ese sentimiento intenso y de variados destinos (al otro que puede contagiar, al afuera, al virus) fue el afecto más desplegado en los niños y niñas durante el último año y medio.

Tan importante como la regulación afectiva en los procesos de desarrollo de las niñas y los niños, lo es la construcción de confianza básica que se da como resultado de la repetición de interacciones satisfactorias entre niña o niño y sus cuidadores primarios. Puede entenderse como un pilar para la interacción con el otro: el niño o niña que desarrolla su confianza básica podrá después explorar el mundo, crecer, separarse de sus cuidadores primarios y así constituirse como individuo. La confianza se relaciona con la seguridad que tiene cada niño o niña al saber que sus cuidadores son sensibles a sus necesidades tanto físicas como emocionales, y que estarán a su disposición si los requieren.

Es importante recordar que tanto los vínculos afectivos como las experiencias vividas influyen en el desarrollo del cerebro. Y así como el cerebro se modifica con las experiencias, de la misma manera lo hace la vida psíquica y mental. Eso se llama plasticidad del yo. La plasticidad del yo es, entonces, la capacidad para adaptarse a los distintos acontecimientos de la vida. Aquí entran en juego la adaptación a la realidad, a aprender lo que se puede y lo que no se puede hacer, a darse cuenta de las cosas que suceden en el mundo y a poder modificar actitudes para no sufrir cuando algo no se puede concretar. A partir de la plasticidad del yo es posible desarrollar la tolerancia a la frustración que ha tenido un papel relevante durante la pandemia en el acompañamiento a las niñas y a los niños en situaciones de angustia, de restricciones, de imposibilidades y a desarrollar aprendizajes que permitieran soportar mejor la frustración y el estrés.

Ejemplo de ello es cómo se vio alterado el apego que, como teoría, describe la dinámica de largo plazo de las relaciones entre los seres humanos. Su principio más importante declara que un recién nacido necesita desarrollar una relación con al menos un cuidador principal para que su desarrollo social y emocional se produzca con normalidad. El apego proporciona la seguridad emocional que tienen las niñas y los niños de ser aceptados y protegidos incondicionalmente. La pandemia va a generar nuevas sincronías en los sistemas de apego y desapego. Serán encuentros y desencuentros, a veces juguetonamente desarrollados a través de las pantallas, de las ventanas al exterior, de los videos o mensajes de voz. Durante el regreso a los espacios escolares, es importante recrear situaciones de apego seguro en nuevas formas de interacción entre las niñas y los niños y sus familias (Tonucci, Francesco. Ciclo de Conferencias Ciudades Amigas de los Niños y Niñas. 2020).

Por otro lado, las circunstancias como la disrupción en los servicios de las diferentes modalidades de  educación inicial y de atención a la Primera Infancia, no tiene precedentes y, pese a los esfuerzos por mantener el contacto con los niños y sus familias y ofrecer cierta continuidad a la atención de forma remota, se esperan importantes impactos en el desarrollo infantil y el aprendizaje, así como sobre la salud física y mental de los niños. La falta de rutinas, el sedentarismo y el confinamiento en las viviendas, reducen sustancialmente sus niveles de actividad física y exposición a oportunidades de aprendizaje. También puede aumentar el tiempo que pasan frente a una pantalla, el desarrollo de patrones de sueño irregulares y la adquisición de dietas menos saludables. Además, y quizás más importante, su estado socioemocional y sus niveles de estrés y ansiedad también pueden verse afectados por una reducción en la cantidad y la calidad de las interacciones con sus cuidadores en el hogar, o por la falta de socialización y contacto personal con pares, educadores y maestros

En el marco de esta situación se han hecho encuestas, donde se analiza la situación de los niños y las niñas en América Latina, estas dan muestras claras de efectos sobre el estado socioemocional de ellos. En Chile, la encuesta de CEDEP muestra que 29% de las niñas y niños menores de 6 años duermen peor y 16% come peor. Los efectos negativos son mayores entre niños menores a 2 años que entre el resto. En Argentina, de acuerdo con la encuesta de UNICEF, 48% de los niños menores a 6 años han experimentado alteración en las comidas y 46% en el sueño. En Chile, de acuerdo con la encuesta de CEDEP, 55% de los niños y niñas no salen diariamente a jugar al aire.

El estado emocional de los adultos en el hogar también ha sido afectado y puede ser un factor importante en la calidad de la crianza de los niños. Por ejemplo, en Chile, de acuerdo con la encuesta de Chile Crece Contigo, 56% de los adultos a cargo tiene dificultades de dedicarle tiempo exclusivo a los niños y 43% está expuesto a situaciones de conflicto en el hogar. La encuesta de CEDEP en Chile encuentra que las niñas y niños pasan mucho tiempo frente a una pantalla. Notablemente, aún los menores a 2 años pasan en promedio dos horas al día frente a una pantalla (el promedio para los niños de 5 a 6 años siendo 3.7 horas al día).

En México (de acuerdo con la Encovid19), más de un tercio de los hogares con niños, niñas y adolescentes reporta situaciones de ansiedad, y ese porcentaje llega al 44% para el caso de hogares con tres o más menores. En República Dominicana, 15% de los hogares manifiestan que al menos un miembro del hogar ha mostrado signos de depresión o ansiedad. Estos indicadores ofrecen señales de alerta y resaltan la importancia de medir, de manera regular, estas dimensiones del bienestar infantil.

En relación con los efectos de la pandemia en Colombia, se evidencia que esta ha deteriorado la salud mental de la población. Las cifras oficiales lo confirman: de acuerdo con la encuesta Pulso Social del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en febrero de 2021 casi la mitad de las personas encuestadas (el jefe o su cónyuge) reportó sentir niveles particularmente altos de preocupación o nerviosismo a raíz de la pandemia. Consistente con este hallazgo, durante la pandemia se ha observado un aumento del 30% en las consultas a las líneas territoriales de asistencia sicológica, particularmente por síntomas de depresión y ansiedad, así como por casos de violencia intrafamiliar (MinSalud, 2020).

Según la encuesta RECOVR[1], el 38% de los hogares encuestados reportó síntomas asociados con el deterioro de la salud mental de los niños, niñas y adolescentes (NNA). Además, en comparación con los hogares en los que no empeoró la salud mental de los adultos durante 2020, en los que sí ocurrió este fenómeno se reportaron mayores niveles de síntomas de deterioro en los NNA.. En particular, uno de cada tres hogares que reportaron síntomas asociados al deterioro de salud mental en los adultos entre mayo y noviembre de 2020, también reportó mayor tristeza en los NNA entre marzo y noviembre de 2020; uno de cada cuatro reportó el surgimiento de nuevos miedos en los NNA; y el 42% reportó mayor preocupación o ansiedad.

Además, la prevalencia de síntomas de salud mental en los NNA, es mayor en función de los conflictos y discusiones entre los miembros del hogar. Específicamente, entre los hogares que reportaron una mayor frecuencia de conflictos y discusiones entre compañeros sentimentales, 28% reportó el surgimiento de nuevos miedos entre los NNA, el 33% mayor tristeza y el 42% mayor preocupación y ansiedad.

Gráfica. Síntomas en niños, niñas y adolescentes según la afectación de salud mental de los adultos en el hogar

Síntomas en niños, niñas y adolescentes según la afectación de salud mental de los adultos en el hogar

Nuestro país tiene esfuerzos importantes por resaltar, como la iniciativa ‘Mis Manos Te Enseñan’ del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) que acompaña a familias con niños y niñas en primera infancia y brinda apoyo psicosocial, primeros auxilios psicológicos y herramientas de afrontamiento.

En este contexto, la Secretaría de Educación del Distrito en convenio con la Universidad Nacional de Colombia, viene desarrollando el proceso de fortalecimiento de las condiciones salud mental y bienestar socioemocional de los integrantes de las comunidades educativas del Distrito.

Dentro de este proceso se diseñó un estudio de caracterización orientado a identificar el impacto que ha tenido la pandemia por COVID -19 y las medidas de confinamiento preventivo obligatorio y de distanciamiento social sobre la salud mental y el bienestar socioemocional de los estudiantes de preescolar, básica y media de las instituciones educativas públicas del Distrito.

Este proceso se realizó a través de encuestas virtuales y fue aplicado a una muestra de estudiantes de instituciones educativas públicas de las 20 localidades de Bogotá, el documento que se presenta a continuación recoge los principales hallazgos del estudio.

Para realizar la caracterización se diseñaron dos encuestas una dirigida a cuidadores de estudiantes de preescolar y básica primaria que contenía 32 preguntas y la otra, dirigida a estudiantes de secundaria y media organizada en 38 preguntas. Las preguntas realizadas hicieron referencia al momento actual y al periodo correspondiente a las medidas de confinamiento.

La primera categoría analítica sobre la cual se indagó fueron los estados emocionales de los estudiantes. Como se evidencia en la gráfica, los estados emocionales experimentados con mayor frecuencia por los estudiantes de preescolar y primaria, según lo referido por los padres y cuidadores, están relacionados con emociones positivas:

Gráfica. Frecuencia de estados emocionales en estudiantes de preescolar y primaria

Frecuencia de estados emocionales en estudiantes de preescolar y primaria

Fuente: Secretaría de Educación del Distrito. Universidad Nacional de Colombia. (2020). Estudio de caracterización del impacto de la pandemia de COVID-19 y las medidas tomadas para su contención en la salud mental y el bienestar socioemocional de los estudiantes de colegios públicos de Bogotá. Bogotá.

Las emociones que más frecuentemente experimentan los estudiantes de preescolar y primaria son la tranquilidad (39% la experimenta todo el tiempo y 37% la mayoría de los días), y la alegría y motivación (29% las experimentan todo el tiempo y 44% la mayoría de los días). En contraste, las emociones negativas reportadas todo el tiempo corresponden a porcentajes mucho menores: el 7% de los cuidadores manifiestan ver a sus hijos enojados todo el tiempo, el 3% identifican el aburrimiento como su estado emocional más frecuente, el 2% se sienten ansiosos e irritables todos los días y solo el 1% reporta sentir tristeza todo el tiempo.

A pesar de que este es uno de los grupos poblacionales sobre los cuáles han recaído más fuertemente las medidas de distanciamiento social y confinamiento, especialmente los niños y niñas menores de 6 años, al parecer son ellos quienes cuentan con mayores recursos para mantener su tranquilidad y motivación.

La apuesta por la atención integral en educación inicial en Bogotá

Durante los últimos 12 años Bogotá D.C. ha consolidado una política de atención integral para sus niños y niñas gracias al trabajo articulado entre las entidades del distrito, los aliados del sector solidario y las familias. Esta política, con identidad y sello propio, es el resultado de un proceso de reflexión y construcción colectiva de los lineamientos pedagógicos para que los jardines, los centros de desarrollo, las casas de pensamiento intercultural y los establecimientos educativos públicos y privados centren sus esfuerzos en el desarrollo integral en esta etapa de la vida de los estudiantes. Gracias a este esfuerzo de liderazgo colectivo, la ciudad ha garantizado el cumplimiento efectivo de los derechos de la niñez.

Con el objetivo de profundizar en este camino recorrido, el Plan Distrital de Desarrollo planteó el programa “Educación inicial: bases sólidas para la vida” porque reconoció en su carácter integral su principal fuente de valor y condición de posibilidad para construir trayectorias educativas robustas y pertinentes, según las etapas de desarrollo de las niñas y los niños. Esta oferta de atención integral para la primera infancia se fundamenta en tres pilares. El primero, consiste en propiciar su bienestar a partir de relaciones respetuosas y la comprensión de sus emociones; el segundo propone disponer de espacios y propuestas pedagógicas estructuradas, en las que las actividades rectoras como el juego, la literatura, el arte y la exploración del medio, sean los caminos propicios para promover su desarrollo integral y la participación de las familias y las comunidades. El tercer pilar sugiere favorecer intercambios y ejercicios que garanticen la atención a través de acciones intersectoriales e interinstitucionales.

A través de un trabajo coordinado entre las Secretarías de Educación e Integración Social, se ha diseñado e implementado la Ruta Integral de Atenciones, como mecanismo para robustecer la oferta institucional para la primera infancia y materializar los principios expuestos. Gracias a esto, hoy más de 76.000 niños y niñas desde sus primeros años cuentan con la oportunidad de participar de experiencias artísticas dirigidas, procesos de tamizaje nutricional que permiten hacer seguimiento y valoración de su desarrollo físico; y transitan de manera efectiva de los jardines infantiles, las casas de pensamiento intercultural o sus hogares hacia las Instituciones Educativas Distritales para continuar con su trayectoria educativa.

En esta ruta, aumentar el porcentaje de colegios públicos que ofrecen los tres grados de educación inicial es una de las principales apuestas para el cierre de brechas sociales y educativas de la ciudad, porque es en esta etapa de la vida que se gestan las grandes disparidades de las sociedades contemporáneas. Para cambiar esta realidad, es imperativo sumar todas las voluntades y esfuerzos posibles por llevar a la primera infancia una oferta integral que acompañe su desarrollo cognitivo, físico y emocional, en entornos seguros y especialmente diseñados. Esa es nuestra apuesta para ubicar la educación en primer lugar en Bogotá.

Claves para continuar fortaleciendo la educación inicia en la ciudad

  1. Reconocer la importancia de generar articulaciones cada vez más intencionadas entre las familias y las apuestas pedagógicas que se promuevan desde las instituciones educativas para acompañar el reencuentro de los niños, niñas, jóvenes y adolescentes con la vida escolar, a través de acciones coordinadas para el bienestar de los niños y las niñas.
  1. Acompañar de manera sensible los cambios y transiciones que están viviendo los niños y las niñas como producto de la pandemia.
  1. Fortalecer el sistema de aliados que aporte a la protección y garantía de los derechos de las niñas y los niños.[1] RECOVR en Colombia es realizada en colaboración con el Departamento Nacional de Planeación (DNP) desde la primera ronda y también con UNICEF desde la segunda ronda. El objetivo de la encuesta es conocer los efectos de la pandemia por COVID-19 en los hogares colombianos, con el fin de apoyar al gobierno nacional y a los gobiernos locales para que puedan tomar decisiones más informadas para responder a la pandemia.