La vigencia de la transformación pedagógica

Pensar la educación

Hoy más que nunca la transformación pedagógica de la escuela y la enseñanza es una necesidad, un camino obligado y esperanzador para recuperar las pérdidas, superar las falencias y asumir creadoramente las nuevas realidades que nos dejó la pandemia.

Uno de los grandes propósitos de la actual administración de la ciudad es lograr una profunda transformación de la escuela y la enseñanza. Propósito que interpreta el querer ciudadano de tener una educación de alta calidad y pertinencia. Las brechas existentes en materia de calidad son sin duda el principal escollo para alcanzar la plena garantía del derecho a la educación. Colocar la educación en primer lugar sintetiza la transcendencia e importancia de este gran empeño.

Tanto el Plan de Desarrollo de la ciudad, como el Plan Sectorial de Educación han subrayado que dicha transformación solo es posible con los maestros y con la activa participación de los colegios.

El horizonte transformador de la educación que nos proponíamos realizar fue abruptamente alterado por la pandemia. Una catástrofe sin precedente que afecto la normalidad, el que hacer y la cotidianidad propia de la escuela Preservar la vida y contener los efectos devastadores y expansivos del COVID 19 se convirtió en la gran prioridad de todas las sociedades. La educación fue una de las grandes víctimas y la primera en cerrarse.

A escasos tres meses de iniciada la actual administración sobrevino el cierre obligado de los centros educativos como mecanismo de contención del Covid-19, el confinamiento de millones de niños de niños en sus hogares, el esfuerzo de los docentes, los colegios y la SED por encontrar mecanismos e instrumentos educativos para sortear la situación inesperada, para la cual no estábamos preparados. Como lo señala una de nuestras columnistas invitadas, Luz Karime Abadía, “adaptarse a dichos cambios no fue fácil, pues el país no estaba preparado, en especial el sector oficial, que atiende al 80% de los estudiantes colombianos. Una muestra de ello es que antes de la pandemia, más de la mitad de los estudiantes de colegios oficiales en 96% de los municipios del país no tenían computador e internet en sus hogares. El 48% de los rectores de colegios oficiales consideraba que sus docentes no tenían las habilidades técnicas ni pedagógicas necesarias para integrar los dispositivos digitales en la enseñanza. Además, la motivación de los estudiantes por aprender y participar en las actividades académicas en medio del confinamiento, de la crisis económica y bajo los nuevos métodos de enseñanza, no era el más entusiasta ni se asemejaba al mismo que cuando asistían al colegio”.

Los esfuerzos realizados en los dos últimos años lograron mantener la escuela en pie y regresar a la presencialidad. Sin embargo, el regreso a la presencialidad plantea enormes desafíos. En primer lugar establecer las pérdidas y retrocesos causados por la pandemia en los procesos formativos de los estudiantes y por consiguiente una revisión de los planes de estudio y los currículos  que permitan la puesta en marcha de estrategias de  mejoramiento y recuperación, de acuerdo a las particularidades de cada colegio; fortalecer el trabajo colaborativo y en equipo alrededor de la adecuación y flexibilización de los procesos pedagógicos; desarrollar estrategias que favorezcan el restablecimiento de la salud socioemocional de los niños y jóvenes y la comunidad educativa, repensar el papel  de las tecnologías y los medios virtuales en la educación, en especial la rica experiencia acumulada por docentes y estudiantes en estos dos años de anormalidad.

Volver a la normalidad implica un proceso de transformación. No se trata de volver a lo mismo de antes, sería un retroceso. Han ocurrido demasiadas cosas, la escuela ha sido sacudida y ya no podrá ser la misma.

Pero junto con las perdidas es necesario también establecer las ganancias que nos deja la pandemia. Aspectos como el uso y aprovechamientos de herramientas tecnológicas y virtuales, la autonomía ganada por los estudiantes en sus procesos formativos durante el confinamiento, los saberes y experiencias acumuladas por los docentes en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, la reorganización de los tiempos y espacios escolares, constituyen un acumulado social educativo invaluable para la transformación del que hacer pedagógico.

Hoy mas que nunca la transformación pedagógica de la escuela y la enseñanza es una necesidad, un camino obligado y esperanzador para recuperar las pérdidas, superar las falencias y asumir creadoramente las nuevas realidades que nos dejó la pandemia. Por tal razón hemos dedicado esta nueva entrega de Escuela y Pedagogía a la reflexión sobre diversos aspectos de la transformación pedagógica de la escuela y la enseñanza, contando con el concurso de educadores y especialistas, que esperamos sean de utilidad para los educadores y para avanzar en el logro de la educación que todos deseamos.