La gran lección de la Pandemia: otra escuela es necesaria y posible.

Pensar la educación

El pedagogo e investigador Francesco Tonucci formuló la gran pregunta a la escuela y la pandemia ¿Puede un virus cambiar la escuela?

Su respuesta fue contundente: Claro que NO. No es una respuesta cerrada, tranquilizadora, conformista. Por el contrario, es una invitación a pensar lo que pasó y lo que viene, un llamado a transformar la escuela, a convertir una dolorosa realidad, con grandes pérdidas y secuelas, en una oportunidad para el cambio, para la transformación, para su rescate, para superar sus falencias y limitaciones, la mayoría de ellas existentes desde antes de la Pandemia. "Hay que aprovechar la crisis para no repetir los errores del pasado" es una frase que hemos escuchado muchas veces durante los dos años de pandemia. Parecía inspirarse en la famosa expresión de Albert Einstein: "La crisis es la mejor bendición que puede pasarle a personas y países, porque la crisis trae progresos". Pero, con una ligera sospecha, justo antes él mismo escribe: "No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo". (Ver artículo de Francesco Tonucci en esta edición de Escuela y Pedagogía)

Para fortuna de todos, pero especialmente de los niños y los jóvenes, la escuela logro sobrevivir en medio de la pandemia. Maestros, rectores y la Secretaría de Educación, en un esfuerzo mancomunado, realizaron ingentes esfuerzos para asegurar el derecho a la educación, para mantener en pie la educación. Fue todo un derroche de acciones creadoras, de creatividad, de heroísmo, de entrega para enfrentar una situación totalmente inédita y desconocida, una dura realidad para la cual no estábamos preparados, no había recetas ni fórmulas para enfrentarla.

La pandemia puso en evidencia las carencias sociales de las familias, las profundas brechas de siempre en la educación. Las limitaciones de recursos heredados de la escuela presencial pasaron su cuenta de cobro. Tener o no un celular, una buena cantidad de datos y minutos o un computador condenaron a muchos, pero también salvaron e hicieron llevadera la crisis a otro tanto. La igualdad aparente que se observaba en las aulas de clase salto hecha añicos. La virtualidad, el acceso o no a medios digitales introdujo nuevas diferencias al interior de la escuela, dejando grandes pérdidas de las cuales estamos tratando de recuperarnos.

El regreso a la escuela, pero especialmente el reencuentro de todos, fue sin duda el acontecimiento educativo y social más importante en este año 2022. Un verdadero parte de victoria de la educación de Bogotá y el país. “La pandemia nos ha demostrado que la presencialidad en educación es insustituible. Eso es así porque el núcleo del trabajo educativo está en la socialización y la comunicación en todas sus dimensiones: social, emocional, física y académica. Hay que ser muy claros: lo que más extrañaban niños y jóvenes durante el aislamiento educativo, eran los consejos de sus docentes y las actividades artísticas, socioemocionales y deportivas que llevaban a cabo con sus compañeros. La escuela es el espacio más importante que hemos construido como sociedad para la socialización de los menores. Ese rol es hasta ahora insustituible”. (Ver Julián de Zubiria en esta edición).

La pandemia sin duda fue un encuentro con la virtualidad. Una experiencia educativa desconocida para la mayoría de los educadores. Un obligado encuentro con su utilización, que nos deja enormes enseñanzas, preguntas y desafíos para la escuela presencial. Asuntos como el aprovechamiento de los enormes recursos que ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación, el aprovechamiento autónomo de los estudiantes de las herramientas digitales, la posibilidad de combinar presencialidad y virtualidad ampliando el tiempo y los espacios de formación, son todos ellos asuntos obligados para la escuela de la postpandemia.   

De la pandemia nos queda la necesidad de dotar a todos los niños y jóvenes del país de tabletas y conectividad para que puedan acceder libremente a las autopistas universales de la información. La virtualidad, en ese sentido, llegó para quedarse. Sin duda, se seguirá utilizando indefinidamente por parte de los docentes y los estudiantes, no como sustituto de la presencialidad, sino como complemento.  Allí se alojarán videos, trabajos y artículos que los docentes les solicitarán crecientemente a sus estudiantes. Allí estará la mediación asincrónica a través de estrategias como los foros, las lecturas y los debates, como un complemento ideal para las clases presenciales.

Repensar y construir una nueva escuela es sin lugar a duda el gran legado y desafío que nos deja la pandemia. Hoy más que nunca necesitamos “Más escuela, pero no más de lo mismo”. El regreso a la presencialidad no significa volver a lo mismo de antes y de siempre. La escuela necesita ser renovada. La transformación pedagógica de la escuela y la enseñanza como nunca antes adquieren sentido y actualidad. Por tal razón hemos dedicado esta nueva entrega de Escuela y Pedagogía a la reflexión sobre Las grandes lecciones de la Pandemia: otra escuela es necesaria y posible. Los articulistas invitados ofrecen un conjunto diverso de reflexiones sobre las enseñanzas que nos deja la pandemia y las inmensas posibilidades que se abren a la urgente tarea de renovar nuestras escuelas y recuperar el tiempo y las perdidas dejadas por esa gran tragedia social y humana que significó la pandemia.