Carta de Estanislao Zuleta a los maestros en su día

Pensar la educación

Como un homenaje a los maestros y a la noble tarea de enseñar, publicamos la  Carta de Estanislao Zuleta a los Maestros, en la cual expone sus ideas sobre lo que debe ser un maestro y su papel en la sociedad, expuestas  en una larga entrevista realizada en 1985, las cuales siguen teniendo plena  actualidad y vigencia. Un conjunta de agudas reflexiones que interrogan sobre el sentido del oficio de enseñar, sobre el papel del maestro como formador del espíritu y la voluntad de saber de los alumnos, como sujeto de transformación y de creación de  un nuevo sentido de la educación y de la sociedad. La carta fue escrita por Hernán Suarez en 2016 y publicada inicialmente en la revista digital Las 2 Orillas, con base en una larga entrevista titulada “La educación, un campo de combate”, la cual puede ser leída en su totalidad en el enlace adjunto. (El Editor)

Lea aquí La Educación, un campo de combate 

Apreciados Maestros:

Mi vida, como la de todos ustedes, estuvo siempre ligada a la educación. Fue una de mis grandes pasiones y preocupaciones. Cuando dictaba mis clases en la universidad el salón se llenaba hasta el tope con estudiantes de otros cursos. No me iba mal como maestro. Por tal razón guardo un gran aprecio y respeto por su profesión. Me duele mucho el trato que desde la Colonia hasta hoy les han dado. 

Entiendo su lucha como una lucha por la dignidad y en especial contra el menosprecio de su oficio y el no respeto a su condición humana y profesional. Es una lucha a la cual no pueden renunciar. En sus manos está la posibilidad de construir una verdadera sociedad democrática, sin la pobreza, la segregación  y la exclusión que hoy vivimos. No me cabe duda de que la educación en sus manos  es una poderosa herramienta para lograrlo. Su tarea de educar es imprescindible e irremplazable, por más que unos cuantos tecnócratas se empeñen en tan descabellada idea. Ustedes sabrán encontrar los caminos para seguir en la brega por lograr una mejor educación para todos los niños y jóvenes que entusiastas van a los colegios y escuela públicas de nuestro país.

Como un homenaje en su día, que debería celebrarse no solo en las escuelas y colegios, sino en las calles y en las plazas de toda Colombia como una gran fiesta y cuyos oferentes deberían ser no solo los agradecidos y cariñosos estudiantes, sino la sociedad entera, quiero dejarles algunas reflexiones que por los años 80 hice para la revista Educación y Cultura de Fecode, y que me parece pueden serles útiles en estos momentos.

El mensaje es muy sencillo: hay dos formas de ser maestro y cada uno podemos optar por una de ellas. Va pues, con todo cariño, lo que dije hace unos años sobre lo que significa ser maestro. Desde la eternidad, feliz día.

Estanislao

La educación: un campo de combate

“El campo de la educación es un campo de combate. Todo el mundo puede combatir allí, desde el profesor de primaria, pasando por el de secundaria, hasta el profesor de física atómica de la Universidad. Combatir en el sentido de que mientras más se busque la posibilidad de una realización humana de las gentes que se quiere educar más se estorba al sistema. Por el contrario, mientras más se oriente la educación a responder a las demandas impersonales del sistema más se contribuye a su sostenimiento y perpetuación. Repito, la educación es un campo de combate; los educadores tienen un espacio abierto allí y es necesario que tomen conciencia de su importancia y de las posibilidades que ofrece”.

“Desde la primaria al estudiante se le educa en función de un examen, sin que la enseñanza y el saber le interesen o se relacionen con sus expectativas personales. Esta situación se repite una vez terminados los estudios ya que es lo que la persona encuentra en la vida. Cuando termina los estudios, el individuo no sale a expresar sus inquietudes, sus tendencias o sus aspiraciones, sino a engancharse en un aparato o sistema burocrático que ya tiene su propio movimiento, y que le exige la realización de determinadas tareas o actividades sin preguntarle si está de acuerdo o no con los fines que se persiguen. En nuestro sistema educativo la gente adquiere la disciplina desgraciada de hacer lo que no le interesa; de competir por una nota, de estudiar por miedo a perder el año. Más adelante trabaja por miedo a perder el puesto. Desde la niñez el  individuo aprende a estudiar por miedo, a resolver problemas que a él no le interesan. El capital ha puesto bajo su servicio y control la iniciativa, la creatividad y la voluntad de los individuos. Puede que el tipo de educación actual sea muy mala desde el punto de vista del conocimiento, pero es ideal para producir un "buen estudiante", al que no le interesa aprender pero sí sacar cinco, y que solo estudia por el miedo a perder el año. Una educación así es ideal para el sistema y sus intereses.”

“Para que un maestro logre efectivamente despertar el interés y la atracción por lo que enseña necesita prescindir de la disciplina que nos obliga no sólo a ir a clase, sino a estudiar materias que no nos interesan o no queremos sencillamente. Sería el mayor logro de la educación. Se lograría que sus clases, sus enseñanzas, sus opiniones fueran tan interesantes para sus alumnos, los atrajeran, como cuando van a hacer las cosas que les son prohibidas. Hasta ahora la escuela está en contra del deseo, el deseo en todos los sentidos”.

“Por ejemplo, uno como estudiante tiene la sensación y la convicción de que la clase es lo más indeseado del mundo, es un estado de intimidación, donde se debe permanecer atento y callado frente a algo que no interesa ni motiva. En cambio, el recreo es una maravilla, es algo que se desea, es lo contrario de la clase. ¿Cuándo ocurrirá que la clase sea tan deseable como el recreo?,


Nadie puede enseñar lo que no ama

“Enseñar es incitar a amar lo que uno desea, todo lo demás son catálogos, enseñanzas huecas, datos de profesores”.
“Es importante que los luchadores por la educación entendamos claramente que si la educación no enseña al hombre a luchar por sí mismo, a criticase a sí mismo, a criticar a la sociedad en que vive, esa educación es nefasta”.
“Hay una relación necesaria, generalmente mala, entre educación y autoridad. La autoridad no ha sido nunca buena educadora. Esto ya lo sabían los griegos. La educación no es ni debe ser necesariamente domesticación. Cuando la educación no es más que convertir al otro en la imagen que nosotros tenemos del deber ser, es una mala educación. Cuando, por el contrario, la educación permite al individuo pensar por sí mismo y ser lo que él quiera, es una educación deseable, aunque muy difícil de alcanzar, porque la educación ha sido casi siempre obligación, imposición, deber de llegar a ser lo que determinen los que mandan”.

“Para poder ser maestro es necesario amar algo. Para poder introducir algo es necesario amarlo. La educación no puede eludir esta exigencia sin la cual su ineficacia es máxima: el amor hacia aquello que se está tratando de enseñar. Además, ese amor no lo puede dar sino quien lo tiene, y en últimas eso es lo que se transmite. Nadie puede enseñar lo que no ama, aunque se sepa todos los manuales del mundo, porque lo que comunica a los estudiantes no es tanto lo que dicen los manuales, como el aburrimiento que a él mismo le causan. Y ante las fórmulas más brillantes de los filósofos, antiguos o modernos, no cosechará más que bostezos. El que enseña no puede comunicar lo que no ama. Si enseña 25 horas a la semana y dicta "lo que le ponen a enseñar", independiente de que le guste o no, a unos alumnos que no ven ninguna relación entre lo que se les enseña y su propia vida presente, personal o familiar, entonces el resultado se va pareciendo al que hemos venido presentando”.
“De los pocos profesores de los cuales a uno le queda un buen recuerdo son precisamente aquellos a los que se les notaba que amaban y sentían lo que estaban enseñando, independiente de la materia que fuera.

Dos maneras de ser maestro

“Hay dos maneras de ser maestro. Una es ser un policía de la cultura; la otra es ser un inductor y un promotor del deseo. Ambas cosas son contradictorias. Un tipo de maestro es aquel que me califica, pero sin consultar la vivencia que yo tengo de la vida, Otro tipo de maestro, al que no le pagan ni lo nombran, es aquel que consulta mi vivencia de la vida. Ambas figuras podrían ilustrarse en la persona de Baudelaire o en la imagen del "hombre enfundado" que describe Chejov. Hay allí dos maneras de ser maestro. "El hombre enfundado" se basa en esta premisa: todo debe ser previsto, porque de lo contrario no se sabe qué puede pasar. Este tipo de maestro trataría de que los alumnos no vayan a hacer nada que perjudique a sus patronos o a los gobernantes; que sean eficaces sin aspirar ni luchar por nada. Es un poco difícil decir en qué medida los maestros son en sí mismos "hombres enfundados". No hay duda de que los maestros de este tipo le ayudan al sistema. Baudelaire es un maestro en el segundo sentido: Nos enseña a ver el mundo en que vivimos de una manera por la cual nadie le pagaría nada. Es un hombre capaz de identificarse con todo lo que la ciudad rechaza, con lo que él llamó "el vómito inmenso del inmenso París", pero que en cambio no se podría identificar con lo que en la ciudad es respetable. Se identificó con las viejecitas que van por las calles y "danzan sin querer danzar, como campanas. Se identificó con los alcohólicos, con el vino de los zarrapastrosos, que "vienen con sus blancos bigotes como viejas banderas de derrota y chocan contra el mundo como poetas, y mientras los esperan horribles tragedias hogareñas expanden su corazón en gloriosos proyectos".

“Este es otro tipo de maestro. Un maestro nuevo. Un maestro difícil de encontrar, ciertamente. Pero si los maestros, institucionales o comunes y corrientes, quieren enseñar no sólo poesía, tienen que enseñar a Baudelaire, es decir, entrar en contradicción con las exigencias del sistema en que vivimos. Necesitamos un tipo de maestro que sea capaz de darle al alumno el juego y la oportunidad para que sea él mismo, para que se identifique con los fracasados, para que no se decida por los exitosos. Baudelaire nunca escribió un poema sobre un general. Este tipo de maestro hace que el alumno sea probablemente un mal empleado bancario, pero un buen hombre. Un tipo de maestro como Baudelaire es un hombre que puede indicamos la dirección. Él mismo lo dice de la manera más dura: Embriágate con la poesía, con la religión, con el alcohol, con lo que quieras pero no estés nunca sobrio. Embriágate, es decir, busca algo más grande, lucha por algo más grande.”