Edna Bonilla Sebá
Secretaria de Educación de Bogotá

¿Quién no necesita a un profesor?

Miradas a la educación

Un buen profesor te puede cambiar la vida
Nuccio Ordine

Ubicar a la educación en el primer lugar, por encima de los diversos componentes que forjan la urdimbre social, debe ser la aspiración humanista más encumbrada de cualquier comunidad. La educación engendra conocimiento, siembra valores, proporciona competencias, arraiga comportamientos y germina raciocinios.     
Los análisis y resultados de las investigaciones realizadas en países con niveles destacados de desarrollo coinciden en que la principal razón de su éxito es la educación. Es como una semilla que a través de generaciones se va arraigando y fortaleciendo, dando cada vez mejores y más sólidos frutos, lo que se traduce en un impacto positivo en la economía, la salud, la política y el bienestar general de la sociedad. Pero todo esto es corolario de una educación de calidad.

Para que la educación y la formación estén a la altura de las exigencias del mundo actual y acordes con las demandas del futuro, es necesaria la participación determinante de los profesores dentro del largo y continuo proceso que es brindar a una persona las herramientas fundamentales para que pueda desenvolverse en la sociedad con las competencias y los comportamientos esenciales. Diariamente ellos preparan a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes (NNAJ) para afrontar el mañana y para contribuir de manera positiva al desarrollo del bienestar económico y social.

Los docentes, más allá de ser los encargados de transmitir el conocimiento y las habilidades necesarias para el desarrollo académico y personal de los estudiantes, se constituyen en un alto factor de la motivación de los NNAJ.  Los educadores son fuente de inspiración y estímulo para los estudiantes. A través del entusiasmo que imprimen en la materia y su interés en el desarrollo de cada alumno, pueden ayudar a despertar la curiosidad por el aprendizaje y el deseo de superación. Su orientación y guía, en ocasiones, resulta fundamental en aspectos que van más allá del ámbito académico: se convierten en modelos de conducta, referentes en la toma de decisiones importantes y en un valioso  apoyo emocional. 

Un profesor ayuda a los NNAJ a desarrollar la confianza en sí mismos, en sus habilidades, a reconocer sus logros y fortalezas, lo que les ayuda a creer en ellos y a tener una actitud positiva hacia el aprendizaje. Su influencia en los estudiantes es fundamental para que desarrollen habilidades sociales y emocionales como la empatía, la colaboración y la resolución de conflictos, que son esenciales para el éxito en la vida y la convivencia social.

El rol de los maestros es, sin duda, uno de los más neurálgicos dentro de la construcción del mundo individual de los estudiantes, pues permanentemente están formando a la próxima generación de ciudadanos y líderes. A través de su trabajo pueden contribuir con la cimentación de una sociedad más justa, equitativa y democrática. 
La filósofa estadounidense Martha Nussbaum ha sostenido que la educación no solo debe centrarse en transmitir conocimientos, sino también en desarrollar la capacidad de los estudiantes para pensar críticamente, comprender la complejidad del mundo y desarrollar la empatía y la compasión hacia los demás. Nussbaum considera que los profesores tienen una función fundamental en el desarrollo de estas capacidades y valores en los estudiantes.

La educación es una experiencia humana

En los últimos tiempos, deambula el infundado temor de que la tecnología puede llegar a  desplazar la labor pedagógica y educativa de los docentes, alimentado a partir de lo ocurrido durante la reciente pandemia, cuando la virtualidad se convirtió en el más importante mecanismo y medio educativo para afrontar la grave emergencia del cierre de los centros educativos y la no presencialidad
En todos los ámbitos cobró fuerza la idea de que la virtualidad había llegado para quedarse, de que el salto tecnológico, para cerrar la brecha había comenzado a darse, y que muchas profesiones y oficios, incluida la profesión docente, estaban condenados a la extinción.

Y como si fuera poco, desde noviembre de 2022 en adelante, el mundo se sorprendió con la irrupción del ChatGPT y otras innovaciones similares. Sin duda, dicha inteligencia artificial (IA), tan de moda por estos días, es una herramienta definitiva para la educación de cara al futuro, pero nunca podrá reemplazar a los profesores, aunque lleguen a “superarlos” por la inmediatez y cantidad de contenidos disponibles.

Para bien de la humanidad, los profesores tienen la capacidad de conectarse emocionalmente con los NNAJ, entender sus necesidades y ofrecerles su apoyo. La IA, por el contrario, carece de empatía y no puede proporcionar una conexión humana genuina, que es tan necesaria como imprescindible para la motivación y el éxito de los estudiantes. Los docentes tienen la enorme e invaluable virtud de adaptarse y personalizar el proceso de enseñanza según las necesidades de los alumnos, mientras que la IA se basa en algoritmos preestablecidos y no puede acomodarse a cada estudiante de manera individual. Los profesores también pueden hacer ajustes en tiempo real durante el proceso de enseñanza, en respuesta a las preguntas y necesidades de los escolares.

El fomento de la creatividad y el pensamiento crítico en los educandos se debe a la labor docente, algo que la IA no puede replicar. La comprensión y el razonamiento de los NNAJ fortalecen la exploración y el descubrimiento en el aprendizaje. Gracias a su trabajo, se nutre la enseñanza y el aprendizaje social, pues al involucrarlos en discusiones y colaboraciones en el aula, se desarrollan habilidades sociales y de comunicación importantes. La Inteligencia Artificial no interactúa socialmente. 

Sin duda, la educación es una experiencia humana. Jamás tecnología alguna logrará siquiera emular la fuerza de un docente apasionado por trasmitir sus conocimientos y su sabiduría. Ninguna máquina se aproximará a la sensación trascendental de mirar a los ojos mientras enseña, esa conexión, persona a persona es única, es, además, la comunicación más efectiva. Ningún robot conseguirá crear un ambiente cálido y acogedor, ni alcanzar la entonación adecuada mientras se imparte una clase … aquella modulación natural, esa atracción musical de la voz, tan capaz de quedarse adentro de nosotros para siempre. Nunca, la escuela y el maestro podrán ser reemplazados por la tecnología: hace falta la pedagogía del afecto. Como ya se dijo, la tecnología seguirá transformando la educación, por lo que los profesores tendrán que apropiarse de ella para utilizarla en el aula y aprovechar sus beneficios para su labor formativa y educativa.

Los profesores son la piedra angular de la transformación pedagógica que con suma urgencia requiere nuestra sociedad. Sus conocimientos, experiencia, orientación y calidez humana repercutirán en el desempeño de sus estudiantes, cuando sean los encargados de llevar las riendas del país y del mundo. Su labor es imprescindible. 
Por eso, la importancia de reconocer su trabajo como uno de los más determinantes dentro de la sociedad, pues, sin eufemismos, son los constructores de los futuros hacedores del desarrollo y el bienestar. Un buen profesor puede tener un impacto duradero en nuestra vida. Los estudiantes podrán olvidarse de lo que un profesor les dijo o enseñó en sus clases, pero jamás de la persona que fue con ellos.

Reconocer el papel de nuestros docentes significa continuar ofreciendo espacios y estímulos para su formación permanentemente, crear nuevas y diversas oportunidades para que se actualicen y mejoren sus habilidades y conocimientos. La formación constante y el desarrollo profesional, les permitirá mantenerse al día con los cambios en la educación y las tendencias en el campo de la pedagogía, así como mejorar su capacidad para enseñar y guiar a los NNAJ, pues, no podemos nunca olvidarlo, son ellos los llamados a brindarles las competencias académicas y emocionales para hacer frente a las demandas de un futuro que ya llegó.  
Conscientes de la deuda histórica con los profesores, hemos venido trabajando para darles el lugar y el reconocimiento que merecen. Su trabajo debe ser valorado y apreciado en toda su dimensión, porque, como lo he expresado a lo largo de este escrito, los educadores encabezan las profesiones que definen los destinos de las naciones, un rol más que fundamental.

Por eso quiero rendir un sentido homenaje a mujeres y hombres, que, con su esfuerzo y dedicación diaria, hacen posible soñar con un mañana mejor, con una sociedad más equitativa y creadora. No debe ser un día, una semana o un mes, el tiempo durante el cual se celebra la existencia y el trabajo de los maestros, debe estar presente, tallado en piedra, que, sin su esencial aporte, la sociedad colapsaría, pues la educación marca el rumbo y define nuestro destino como país.