Amilkar Brunal
Psicólogo, Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria. Orientador Escolar adscrito a la Secretaria de Educación Distrital de Bogotá desde 1994.

Un acto de resistencia con “pretensiones de cientificidad”

Miradas a la educación

 “…en Colombia, la orientación abandonó el ideal fundacional de elección de carrera y vocacionalidad, quedan unos pocos vestigios sin paradigmas ni dolientes; los orientadores se agremiaron con prontitud lo cual les posibilitó voz en lo político, realizar eventos y tener lugar en los espacios donde se proyecta la acción , aun así, no lograron construir un conjunto.”
Peña-Rodríguez

Los Congresos de Orientación Escolar en Bogotá

Escribir es de por si una experiencia exigente para la mayoría de los profesionales de cualquier campo. Compartir las experiencias de trabajo, que muchas veces se encuentran en proceso, lo es mucho más en tanto se constituye como experiencia humana acentuada por la presencia física de la multitud de colegas que nos conocen, otros que nos re-conocen y aquellos que nos desconocen. El manejo de las emociones durante el discurso, los temores al “que pensaran los colegas”, y tal vez lo peor sea la autocrítica indolente que nos acompañará por siempre (gracias a los actuales registros de las redes sociales que a todos nos atrapan). Pero haciendo todo esto a un lado, los congresos, simposios, encuentros y demás eventos distritales, nacionales e internacionales que nos permiten compartir nuestras experiencias y reflexiones, son el máximo acto de alteridad profesional a la cual podemos tener acceso los Orientadores colombianos.

Una pausa activa en el camino, un acto de resistencia, un acto de rebeldía, un gasto innecesario o improductivo,  una excusa  para ejecutar presupuesto de fin de año, tarima para la administración de turno, un espacio para el debate pedagógico, un espacio para la catarsis colectiva, una pérdida de tiempo, o simplemente una buena oportunidad para el encuentro con colegas de la denominada “Orientación escolar”;  han sido calificados los últimos diez congresos distritales de Orientación (sin olvidar que mucho antes, se organizaron múltiples  eventos precursores de los actuales: por ejemplo, el Encuentro Distrital de Orientadores organizado por la Localidad 5ª de Usme en 2007); pero  calificarlos como “Un acto de resistencia con una pretensión de cientificidad[2]”,tal vez sea la calificación más acertada que haya podido escoger como temática del presente texto.

El permanente cuestionamiento de las acciones de los orientadores escolares   

Dar respuestas al permanente cuestionamiento social acerca de la relevancia del cargo y sus funciones, el reclamo silencioso sobre su supuesta capacidad para resolver problemas sociales complejos, con recursos indeterminados y fuera del alcance del campo (producto del error  craso de tomar como referencia el paradigma problémico de las ciencias positivistas), situación que no experimenta ningún otro profesional de la educación, se constituye en la verdadera razón por la cual  invertimos tanto tiempo, tinta y esfuerzo en visibilizar nuestro trabajo en el campo de la Orientación Educativa y la Asesoría Escolar en el ámbito escolar en el Distrito capital.

Los escenarios nacionales e internacionales (tanto presenciales como virtuales) que hemos compartido con diversos colegas de los diferentes países latinoamericanos que hemos visitado y que nos visitan permanentemente[3], nos han permitido empoderarnos al comparar, valorar y cualificar permanentemente nuestros “capitales discursivos”, encontrando allí la fuerza para regresar a nuestra cotidianidad laboral recargados de ideas y motivaciones para hacer nuestro trabajo de una manera menos instrumental y mecánica (Procesos y procedimientos) y más reflexiva y trascendental (Orientación filosófica)[4]

La orientación educativa es un conjunto de procesos y procedimientos organizados sistemáticamente para ayudar a todos los estudiantes a desarrollar destrezas individuales y sociales en las áreas académicas, personal/social y de la carrera, a creer en sí mismo, usar y aplicar lo que se aprende, a fin de lograr la transición óptima de la institución educativa al trabajo, colaborar con los padres, docentes, docentes-administrativos y la comunidad, para promover el aprendizaje. (Mosquera, 2013, p. 4)., citado por Faustino Peña-Rodríguez (2019)

Las muy ciertas “pretensiones de cientificidad”, que según Peña- Rodríguez (2019), “han hecho más mal, que bien”, lejos de ser alguna manifestación de prepotencia ingenua (como podría malinterpretarse) es una angustiosa llamada de auxilio en contra del vulgar instrumentalismo mecanicista sobre el cual fue construida dicha “función docente”, con la excusa de “promover la salud mental”, como si tal propósito fuera una función menor que cualquier generalista de la educación pudiera asumir sin mayores miramientos y sin siquiera cuestionar las consideraciones éticas, las definiciones operacionales y procedimentales mínimas de dicho campo:

“El también denominado docente orientador se dedica a promover la salud mental y proporcionar asesoría a sus estudiantes, para ayudarlos a integrarse y tener un correcto desarrollo personal”

Vulgar, en tanto no se plantea ningún paradigma científico claro de referencia que se encuentre articulado con principios pedagógicos (que serían los propios del campo educativo), si no en una simple extrapolación de estrategias  mal copiadas del ámbito clínico(centros de diagnóstico y tratamiento[5]  precursores de la orientación en primaria, suprimidos en los años 90s ) bajo esquemas generales de “Promoción y Prevención”, sin que los profesionales adscritos mecánicamente a dicho campo indeterminado de la “Orientación Educativa en ámbitos Escolares” (De manera reduccionista denominada “Servicio de Orientación Estudiantil”), necesariamente tuvieran formaciones especificas derivadas de las ciencias de la salud y que mucho menos compartieran “interdisciplina” alguna, yuxtaponiéndolos mecánicamente para denominarlos falazmente: “Equipos Interdisciplinarios”.

Las dichas pretensiones de cientificidad, responden también a la crisis de identidad profesional propia de la consabida indefinición del campo, acentuada por la sensación de impotencia permanente frente a todo tipo de situación macrosociales y estructurales que nos superan. Dichas pretensiones de cientificidad son más bien una acción humana  de rebeldía, que busca “liberar” al campo de la “Orientación Educativa en el ámbito de la escuela”, del sinsentido instrumentalista, bajo la idea de convertirnos en los “Inyectólogos de la educación” o algo por el estilo, al igual que nos  negamos abiertamente a concebir la educación como un simple conjunto de “procesos y procedimientos”; la entendemos plenamente como ciencia (pedagogía), en tanto cuna del pensamiento humano a la par de la filosofía, y a la “Orientación Educativa” como  hija de estas hermanas siamesas , como conjunto de acciones humanas aplicadas desde el paradigma del “Desarrollo a escala humana” en todos los ámbitos escolares.

 ¿Cómo no vamos a tener ínfulas cientificistas, si somos hijos no solamente de las ciencias de la educación, sino también de las ciencias de la salud y las ciencias sociales o del espíritu?,¿Cómo no apelar al saber científico si es solamente desde allí donde podemos establecer las líneas de investigación social y pedagógicas que nos permitan trazar derroteros teórico-aplicados transversales a las necesidades sociales que atendemos(Salud escolar , convivencia y desarrollo académico),que sirvan a las comunidades educativas a las que pertenecemos?, ¿Cómo vamos a conformarnos con el reduccionismo funcionalista a la que nos restringen los “protocolos a prueba de bobos” (A.P.B) que fácilmente en muy poco tiempo serán administrados por programas de inteligencia artificial (I.A.) tan de moda, diseñados por técnicos burócratas que, en muchos casos, ni siquiera conocen la realidad de la práctica orientadora en el campo?, ¿Cómo no buscar ir a la vanguardia de la investigación científica en todo lo relacionado con el desarrollo humano de nuestras comunidades?

 ¿Cómo no acudir a la ciencia cuando nuestro cometido es tan exigente y trascendental?:

«el conjunto de acciones pedagógicas y terapéuticas dirigidas a la prevención, investigación y atención directa, desarrolladas por docentes, profesionales especializados, dirigidas a intervenir en el contexto del proceso educativo de las instituciones, con el fin de atender las necesidades educativas especiales de los alumnos y alumnas, prevenir el fracaso escolar, disminuir la incidencia de los problemas de aprendizaje, integrar al aula regular niños y niñas discapacitados y contribuir al pleno desarrollo de la personalidad de los educandos». Resolución 1003 de mayo de 1995 (Citado por Gònzalez,2018)

Pues no nos queda otro camino que apelar a la ciencia que estudiamos en nuestras diferentes disciplinas de base (Psicología, Psicopedagogía, Trabajo Social, Sociología, Pedagogía Reeducativa, Terapia Ocupacional y del Lenguaje) y en los diferentes estudios postgraduales que la misma Secretaría de Educación ha patrocinado en muchos casos. Y si no es la ciencia un asidero seguro en el cual apoyarnos, ¿entonces que nos queda?, ¿Qué nos queda que NO sea fácilmente reemplazable por las Inteligencias Artificiales?

Referencias

UNIR. La Universidad en Internet (s.f). Orientador escolar: requisitos, habilidades y  funciones. Disponible en El Orientador Escolar: funciones e importancia | UNIR Colombia

Gonzáles. José I. (2018). Pasado presente de la orientación escolar en Bogotá y Colombia: pedagogía, historia e investigación. Disponible en  https://repositorio.idep.edu.co/handle/001/2262

Peña-Rodríguez, Faustino. (2019). Orientación educativa en Colombia: una línea de trabajo con pretensiones de cientificidad. Pedagogía y Saberes, (51), 75-87. Orientación educativa en Colombia: una línea de trabajo con pretensiones de cientificidad (scielo.org.co)

[1] Psicólogo, Magíster en Investigación Social Interdisciplinaria . Orientador Escolar adscrito a la Secretaria de Educación Distrital de Bogotá desde 1994. amilkarbrunal@gmail.com

[2] Peña-Rodríguez, Faustino. (2019). Orientación educativa en Colombia: una línea de trabajo con pretensiones de cientificidad. Pedagogía y Saberes, (51), 75-87. Orientación educativa en Colombia: una línea de trabajo con pretensiones de cientificidad (scielo.org.co)

[3] Agradecimientos a Ps. Yoceline Cedillo (Orientadora educativa de CDMX) por la lectura previa y análisis del presente documento.

[4] La Orientación Filosófica es una actividad reflexiva que se realiza a través de diálogo para analizar y clarificar ideas y pensamientos sobre algún problema o conflicto. Sirve para desarrollar un juicio crítico que te permita entender la situación desde otra perspectiva y buscar soluciones racionales. https://terapica.mx/la-orientacion-filosofica/ http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/schuster40.pdf

[5] De los Centros de Diagnóstico a la Orientación en primaria. En Bogotá, quizá más que en cualquier otra entidad territorial colombiana, entre finales de 1970 y mediados de 1990, se dinamiza una interesante experiencia pedagógica centrada en lo que se llama el Programa de Educación Especial, constituida por las Aulas de Retardo Mental, Aulas Remediales y los Centros de Diagnóstico, entre otros frentes de intervención. Con respecto a estos últimos, consistentes en Equipos de Trabajo Multidisciplinario e Interdisciplinario, integrados por maestros y maestras con formación disciplinar, principalmente, en sicopedagogía, Trabajo Social, Psicología, Terapia de Lenguaje, Terapia Ocupacional, Educación Especial, entre otros saberes, hay que decir que fueron una alternativa de intervención, tratamiento, investigación y prevención de problemas de aprendizaje y de comportamiento de los estudiantes, como también de asesoría, cualificación y acompañamiento de procesos pedagógicos institucionales y zonales (el Distrito Especial estaba dividido en alcaldías menores y en zonas educativas), con los actores de la comunidad educativa. De los Centros de Diagnóstico y Tratamiento surgió la iniciativa del Programa de Orientación Estudiantil en la Educación Básica Primaria, en Santafé de Bogotá, establecido en la Resolución 1003 de mayo de 1995. Pasado presente de la orientación escolar en Bogotá y Colombia : pedagogía, historia e investigación. (idep.edu.co)