María Deisy Sandoval G.
Docente Orientadora Colegio República de Colombia IED. Jornada Nocturna.

Soy docente orientadora y esto es lo que hago

Miradas a la educación


Iniciaré con dos cartas ideadas para dos estudiantes, en una estrategia epistolar que pretendía encontrarnos a través de la palabra escrita y reflexiva, después de uno de esos cotidianos diálogos que en el transcurrir del ejercicio de la Orientación Escolar toca nuestras vidas, y por supuesto la de nuestros alumnos. Espero que disfruten al leerlas tanto como yo disfruté al escribirlas:

Querida Valentina*:
He estado pensado en lo que pueda significar esta carta, pues es escrita especialmente para ti. 
Hace unos días, cuando te recibí, mis días más locos que de costumbre se estrellaban en un mar de emociones encontradas. La incertidumbre, la duda, el miedo, la esperanza y el amor se mezclaban en un raro coctel que a veces me hacía llorar y otras reír. En medio de este turbio pero importante momento, tú llegaste a mi oficina, y en este encuentro, tan habitual y cotidiano en mis días, llegó la responsabilidad de la vida, el vínculo de la fe, que, en esta carta para ti, en mí significó “rescate”. Me diste la oportunidad de conocer tu dolor, tu historia, tus sufrimientos, tus alegrías y tus tristezas. Y en tus palabras logro reconocer lo que en mí me hace igual a ti… Descubro en ti que mi ser femenino, al igual que el tuyo, se mueve y gobierna, nace, siente, muere y renace cada día, con el amanecer y el anochecer, tú y tu historia en pasado y presente me suenan dulce, me suenan a futuro, a melancolía y a fuerza guerrera, no sé si oculta,  no sé si abierta y vehemente.
Te me presentas como mujer bonita, mujer valiente, mujer de espíritu bello, mujer que con su vida y experiencias me rescata y se rescata a sí misma del clamor oscuro del miedo, la tristeza y la incertidumbre. 
Somos iguales, somos mujeres, somos valientes diosas que el sol besa con su calor y la brisa abraza sin temor. Ser y hacer parte de esto me acerca a través de tu historia a la mía y tal vez acerca la mía a la tuya. Escribirte y conocernos entre líneas, recuerdos, lágrimas y sonrisas se vuelve mágico y salvador para ti y para mí. Gracias por permitirme escucharte y, en esa escucha, enseñarme tanto.

Con amor, Deisy S. (tu orientadora)
 

Querida Luciana*: 

Muchas veces no consideramos cuánto puede estar pasando por la vida de las personas que vemos ajenas a nosotros mismos. Solo cuando ocurren cosas que nos son cercanas y dolorosas pensamos en ello, y a veces este dolor dura tanto que se hace parte nuestra; otras, pasa y solo deja una estela de recuerdo; pero ¿qué es esto y qué puede significar para nuestras vidas y nuestras historias? Es algo que tampoco podemos saberlo, pues depende de cómo está cada uno configurado en su manera de pensar, sentir y actuar. Y suele pasar que, a pesar de que esperamos cada vez hacernos más fuertes, cuando la vida nos atropella nos damos cuenta de que a pesar de ese esfuerzo seguimos siendo débiles.

No podría darte la receta de la felicidad, la paz o la tranquilidad; no podría predecir cómo será tu futuro o el mío. Solo puedo decirte que mucho de lo que sentimos nace en lo más profundo de nuestros pensamientos, mucho de lo que somos fue construido a partir de las decisiones que tomamos. 

La responsabilidad de nuestra vida no es sino nuestra. Por ello, y muy a pesar de todo, vale la pena sonreír, vale la pena sufrir, vale la pena amar, vale la pena disfrutar, vale la pena sentir, vale la pena vivir, vale la pena conocernos, y vale la pena regalarnos la oportunidad de escribirnos con otra historia y otro futuro, sin importar el pasado, ¡solo el presente! 

Con amor, Deisy S. (tu orientadora)
    
*Nombres cambiados

Posibilitar soluciones y sembrar esperanzas

Pensar en el ejercicio de la Orientación Escolar es instalarse en una postura que necesariamente se antepone a las estructuras que normalizan y normatizan las instituciones que convergen en el escenario educativo: la institución familiar y la institución escolar. 

En este sentido, el orientador escolar se ubica en una intersección solitaria, incomprendida, desconocida y desconcertante dentro de la dinámica regularizada por el sistema educativo y social, pues, durante mucho tiempo este rol se consideraba análogo al del psicólogo, es decir, el orientador educativo estaba para atender las necesidades de salud mental de los educandos. No obstante, las transformaciones políticas y económicas han permeado transiciones sociales y culturales que tocan directamente con otras maneras de vivir, de ser y estar como individuos, tanto en el plano de lo personal como en el familiar. Dichos cambios han demandado del docente orientador y de la orientación escolar el replanteamiento y la propia renovación, es decir, los cambios paradigmáticos de cada uno de los que desempeñamos la orientación escolar, así como de la práctica profesional de la misma.

En mi caso particular, ser docente orientadora ha significado un reto constante por comprender que todo cuanto soy y hago en las instituciones educativas consiste en posibilitar soluciones y, sobre todo, sembrar esperanzas, pues considero que a través de ellas logro potenciar la comprensión y la posible mejora de las diversas situaciones y circunstancias que atiendo, prevengo, promuevo y acompaño.

Durante los años en que he desempeñado este ejercicio profesional he recibido a través de mis oídos, mi corazón y mi cuerpo demasiados relatos que bien podrían crear mares de soledad y dolor. He navegado por narraciones de violencia, muerte, tristezas, angustias y desesperanza. Preguntas por la vida y los “porqués” del dolor humano y su intensidad en estudiantes, docentes, padres, madres y cuidadores, pues he tenido la oportunidad de trabajar por y para niños, niñas y adolescentes desde preescolar a bachillerato, sus familias, maestros, y últimamente con estudiantes de jornada nocturna (jóvenes y adultos, desertores algunos, del sistema regular diurno). 

A lo largo de mi práctica profesional he notado cómo esto ha variado y me ha renovado, pues todo lo que se encuentra por fuera de lo normatizado y que es catalogado de malo, feo o peligroso, es lo que llega diariamente a las oficinas de orientación. Y es esa realidad la que hace que la mayoría de quienes somos docentes orientadores tengamos posiciones críticas que contrastan con lo instituido, porque en ese ejercicio de comprender para reconstruir y mejorar buscamos que sea lo instituyente lo que se aplique a las dinámicas escolares en su realidad diversa y cambiante. 

Es bajo el principio de confianza que los relatos de los problemas, dolores y angustias de los estudiantes, sus familias y los maestros, que se desarrolla el ejercicio de la orientación educativa, por ello, que el docente orientador realice funciones que van en contravía de esta, vulnera lo que le da sentido a su formación y accionar en las Instituciones educativas.

Las razones que respaldan el necesario reconocimiento de la Orientación Escolar

La labor del docente orientador se ha venido instrumentalizando mediante unas funciones mecánicas que le desconocen y deshumanizan, así como a los estudiantes, sus familias y sus maestros. Tal mutación, surgida en la minuciosa exactitud con que se quiere vigilar y legitimar el hacer del docente orientador, ha desvirtuado tanto los perfiles profesionales como el ejercicio mismo de la orientación. En tanto son personas ajenas y desconocedoras de esta particular realidad (la del sentido de la orientación) quienes legislan, ordenan y establecen los quehaceres, sobre paraqués subjetivos, que básicamente pretenden regularizar, contener y obtener en cifras, estándares sobre posturas de calidad y permanencia que justifiquen las millonarias “inversiones” que se hacen en programas y proyectos, cuyos impactos son solo perceptibles en los pequeños grupos sobre los cuales se establece su influencia, causando con ello incluso posturas de dominación y poder que dividen a los órganos estamentarios, perjudicando el sentido pedagógico que convoca la naturaleza de la escuela y de las relaciones colectivas, que mediante el trabajo en equipo debería fortalecer los procesos pedagógicos propios de las instituciones educativas para el bienestar de sus comunidades.

La Mesa Distrital de Docentes Orientadores, de la que hago parte desde hace algún tiempo, durante 10 años ha realizado casi de manera consecutiva congresos anuales, los cuales permiten conjugar escenarios de aprendizaje y reflexión sobre la Orientación Escolar. Para la X versión del Congreso, celebrado en marzo de 2023 se acordaron cinco razones que para los docentes orientadores son las que respaldan el necesario reconocimiento de la Orientación Escolar y la práctica profesional de quienes la ejercen. Aquí las comparto:

1.    Una razón democrática, pues parte de la naturaleza del docente orientador es la existencia y el accionar de su práctica en su comportamiento político alrededor del ejercicio de la participación. 

2.    Una razón pedagógica. Aunque el aprendizaje no se encuentra delimitado a la pedagogía ni esta es la única relación que se establece con el proceso educativo, su existencia en el currículo formal y oculto convoca a todos los actores en la escuela a reflexionar acerca de su ontología, en el contexto de los constantes cambios sociales que allí convergen.

3.    Una razón psicosocial. Cuando reflexionamos sobre las diversas situaciones que rodean las realidades de la población escolar -como la violencia, el empobrecimiento, el desempleo, entre otros- encontramos que son circunstancias que reclaman de la orientación desplegar y repensar los recursos socioafectivos disponibles en el inmediato, mediano y largo plazo. 

4.    Una razón formativa, pues el congreso es una oportunidad para: 1. Reflexionar sobre los retos y desafíos que a diario enfrentamos en el ejercicio de nuestra labor. 2. La socialización de las diferentes estrategias que hemos implementado y que han contribuido a la atención de las problemáticas psicosociales y psicopedagógicas. 3. Actualizar la discusión acerca de la política pública que impacta nuestro rol y el bienestar general de las comunidades educativas.

5.    Una razón política. Teniendo en cuenta el momento que atraviesa el país con sus propias particularidades y facetas, debido sobre todo a la esperanza de por fin materializar un país con un proyecto como el de la Paz Total. Los informes de la Comisión de la Verdad y de Fecode, que recogen la sistematicidad de la violencia contra el magisterio y la escuela, como un territorio que se resiste a la guerra, nos ofrecen una mirada de la manera como el conflicto armado impactó en la sociedad, en la familia y en las escuelas, y que nos llama a comprometernos como educadores en el abrazo a la reparación y la no repetición.

Tener el privilegio de ser parte de estas transformaciones convoca e invita a la objetividad, el amor y el respeto al otro y a nosotros mismos por ser lo que somos y hacer lo que hacemos.