Diana María Parra Romero
Subsecretaria de Políticas de Igualdad Secretaría Distrital de la Mujer

Sistema de Cuidado: una apuesta por la reducción de la desigualdad de la mujer

Miradas a la educación

El concepto de “Cuidado” es un término que registra las relaciones humanas necesarias para el bienestar de las personas y el entorno. Hace referencia a las “actividades de la especie que incluyen todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar el mundo en el que vivimos, haciéndolo lo mejor posible (Tronto, 1993, p. 103 en Esquivel, Faur & Jelin, 2012, p. 17). Alude también a la ética del cuidado, la cual promueve el bienestar general que implica considerar las mejores condiciones para la vida misma, ya sea en las relaciones humanas o su entorno.

Actividades como apoyar, cuidar o acompañar el desarrollo de capacidades en niñas y niños, personas con discapacidad y personas mayores que requieran apoyo, así como los servicios de preparación y suministro de alimentos que se ofrecen en el hogar, la limpieza y mantenimiento del mismo, y el cuidado de los animales de compañía, son trabajos de cuidado no remunerado, que históricamente han recaído de manera desproporcionada sobre las mujeres, quienes no reciben ninguna remuneración por hacerlos.

En Colombia se estima que los trabajos de cuidado no remunerados, realizados principalmente por mujeres, equivalen al 20% del producto interno bruto (PIB).  De acuerdo con cifras del DANE (2020), los trabajos de cuidado no remunerados se ubicarían como la mayor actividad económica de Colombia si fueran pagos, estando incluso por encima del comercio que ocupa 18%, la administración pública con 15% y la salud con 12%.

Cuando se habla de trabajo de cuidado no remunerado no solo se deben tener en cuenta los costos monetarios de la actividad, sino también los costos emocionales, físicos, mentales. Al igual que la relación entre los trabajos de cuidado y el sostenimiento de la productividad, las relaciones sociales y culturales. Hablar de trabajo de cuidado no remunerado, reconocer su aporte a la economía y a la sociedad y visibilizar a quiénes los realizan cotidianamente, implica hacer “la consideración del trabajo no remunerado como un tipo de trabajo similar al remunerado” (Batthyány y Scavino, 2017).

Gracias a la promulgación de la Ley 1413 de 2010, Colombia, no solo se ha posicionado como un país que promueve políticas de cuidado y brinda reconocimiento y valoración a los trabajos de cuidado no remunerado, también es un país que reconoce el aporte de los hogares y de las mujeres a la sociedad en su conjunto y la economía nacional. Esto se ha llevado a cabo gracias a la implementación de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, que mide el trabajo de cuidado y su inclusión en el Sistema de Cuentas Nacionales a través de la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado.

El reconocimiento

Según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo ENUT (2017), en Bogotá el 90% de las mujeres hacen trabajos de cuidado sin ninguna remuneración. Esta cifra refleja la distribución desigual que existe en el trabajo reproductivo no remunerado entre hombres y mujeres, que se fundamenta en la estructura de género que posiciona a las mujeres en una situación de desigualdad respecto de los hombres.

El Observatorio de Mujer y Equidad de Género (OMEG) de la Secretaría Distrital de la Mujer, señala que durante el 2020, de cada 100 personas que se dedicaban exclusivamente a las labores domésticas y de trabajo de cuidado no remunerado (TDCNR), 84 eran mujeres y 16 hombres. En 2021, la distribución en la participación de las personas cuidadoras retornó a los valores observados en 2019, en donde por cada hombre cuidador había nueve mujeres cuidadoras. En los últimos tres años, las mujeres que se dedican de manera exclusiva a los trabajos de cuidado no remunerados han dedicado un mayor número de horas promedio a la semana a este tipo de labores, destinando entre 45 y 47 horas, mientras que los hombres han destinado entre 35 y 36 horas semanales.

Lo anterior implica un costo importante para las personas que se dedican a los trabajos de cuidado no remunerados. Este costo se ve reflejado en los diferentes tipos de violencias de género que sufre este sector de la población de mujeres. Según el OMEG durante el 2019, 1 de cada 5 mujeres víctimas de asesinato se encontraba realizando trabajo de cuidado y doméstico cuando fue asesinada. Esta cifra bajó a 1 de cada 10 en 2021, en proporción similar a la de violencia interpersonal (delito de lesiones personales). A pesar de este descenso, los datos de violencia intrafamiliar y de delitos sexuales en 2021 superan la información obtenida los dos años anteriores, ascendiendo a 3 de cada 10 mujeres víctimas que realizaban labores de cuidado y domésticas no pagadas cuando se produjo el hecho victimizante.

Lo anterior, se suma a las diferentes afectaciones en salud física y mental que las personas cuidadoras enfrentan por las largas jornadas de trabajo que realizan, así como por la sobrecarga de cuidado que enfrentan a diario, especialmente, cuando brindan apoyos a personas con discapacidad, adultos mayores que requieren apoyo, y niños y niñas. En Bogotá, se estima que el 21% de las personas cuidadoras sufren de enfermedades crónicas diagnosticadas y el 33% no realiza ningún tipo de actividad física o recreativa. Según datos del Ministerio de Salud y Protección Social (2015), el 65% de los familiares que cuidan directamente a una persona con alguna patología sufrirán cambios sustanciales en sus vidas y experimentarán una importante merma de su salud física o psíquica, donde el 20% llegará a desarrollar un cuadro intenso conocido como “burnout” o “síndrome del cuidador quemado” (Palacios y Jiménez, 2008 en Ministerio de Salud, 2015).

La redistribución

El confinamiento producto de la pandemia, que inició en 2020, provocó que en Bogotá y en el mundo, se incrementaran exponencialmente las cargas de cuidado dentro de los hogares. El cierre de servicios de cuidado como colegios y jardines infantiles hizo que estas labores se volcaran completamente a los hogares, en donde la falta de distribución equitativa de las mismas provocó que se duplicaran y hasta triplicaran las jornadas laborales de las mujeres. Durante este año, el número de personas que se dedicaban exclusivamente a los trabajos domésticos y de cuidado no pagos aumentó en un 50% (DANE, 2020). Mientras que en 2019, 891.000 personas se dedicaban de forma exclusiva a este tipo de trabajos, en el 2020 la cifra ascendió a casi 1,4 millones, de las cuales el 84% son mujeres; es decir, casi 1.200.000 mujeres se dedican actualmente de forma exclusiva a estas labores.

Ante este panorama, la administración distrital implementa el Sistema de Cuidado, el cual busca; reconocer el trabajo de cuidado no remunerado; redistribuirlo entre el Estado, la sociedad, el sector privado y las familias; y reducir la sobrecarga de cuidado que afrontan las mujeres principalmente. El propósito del Sistema es aumentar su autonomía económica, mejorar su productividad y, con esto, contribuir a cerrar las brechas de género en Bogotá.

El Sistema de Cuidado de Bogotá articula servicios para atender las demandas de cuidado de forma corresponsable entre el Distrito, la Nación, el sector privado, las comunidades y los hogares para reconocer el trabajo de cuidado, redistribuir y reducir el tiempo que le dedican las mujeres.

Su origen se sitúa en el 2019 con la firma del pacto entre el Movimiento de Mujeres de Bogotá y la entonces candidata a la alcaldía Claudia López. Luego de su elección, se materializó en el 2020 en el Plan Distrital de Desarrollo 2020-2024, “Un nuevo contrato social y ambiental para la Bogotá del siglo XXI”, estableciéndose como una de las metas de ciudad, con una asignación presupuestal de $3.403.957.000.000 para el cuatrienio (2020- 2024).

El Sistema de Cuidado es coordinado por la Secretaría Distrital de la Mujer, que tiene como misión: “Liderar, orientar y coordinar la formulación, implementación, seguimiento y evaluación de la Política Pública de Mujeres y Equidad de Género, así como la transversalización de los enfoques de derechos de las mujeres, de género y diferencial”. Para coordinar su funcionamiento, la secretaria Distrital de la Mujer se articula principalmente con los sectores de salud, educación, cultura e integración social, para brindar una oferta de servicios integral tanto para personas cuidadoras como para las personas que requieren cuidado y apoyos.

La implementación del Sistema de Cuidado de Bogotá ha permitido fortalecer los servicios de cuidado ya existentes y ofertar nuevos servicios destinados a las personas cuidadoras. De esta forma, Bogotá comprende que la remuneración del trabajo doméstico y de cuidado no es la única opción de una política de redistribución, sino que también existe un amplio abanico de posibilidades que permiten implementar una política de cuidado redistributiva, que involucra diferentes sectores y agentes de la sociedad.

Al articular servicios nuevos y existentes para atender las demandas de cuidado de manera corresponsable, el Sistema se establece como una política que, por un lado, reconoce el impacto de los trabajos de cuidado no remunerados en la economía y en la sociedad bogotana. Por otro lado, la articulación entre los diferentes sectores, agentes y actores de la sociedad que logra el Sistema, permite que las cuidadoras accedan a servicios para formarse, tener espacios de respiro o generar ingresos. Esto, mientras que las personas que ellas tienen a su cargo ­—niñas y niños menores de trece años, personas mayores o personas con discapacidad— acceden a servicios que les permiten desarrollar sus capacidades y promover su autonomía e independencia.

Como primer sistema territorial de América Latina, el Sistema de Cuidado cuenta con uno de los mecanismos más novedosos, innovadores y efectivos: las Manzanas del Cuidado. Las manzanas de cuidado son áreas que concentran y articulan servicios para las cuidadoras y para quienes requieren cuidado o apoyo, siguiendo tres criterios básicos: 1) brinda servicios de manera simultánea; 2) articula servicios cercanos a los hogares de las cuidadoras; y iii) logra que ellas puedan acceder a los servicios a una distancia de máximo 20 minutos a pie.

Adicionalmente, a través de la operación de dos Unidades Móviles totalmente equipadas, el Sistema de Cuidado lleva la misma oferta de servicios que se brinda en las manzanas a las zonas rurales o urbanas de difícil acceso. Al igual que en las manzanas de cuidado, estos servicios se prestan de manera simultánea), permitiendo así el desarrollo y fortalecimiento de las capacidades de las personas cuidadoras y de aquellos que requieren apoyo.

A las manzanas y a las unidades móviles se suma el programa ‘Cuidado Casa a Casa’, que funciona bajo la forma de un relevo de labores de cuidado directamente en el domicilio de la persona cuidadora. El objetivo de este programa es el de liberar tiempo a las personas cuidadoras que por diversas razones no pueden acercarse a las manzanas de cuidado o unidades móviles para acceder a los servicios.

El Sistema cuenta con una Estrategia Pedagógica y de Cambio Cultural, como componente de transformación de creencias, estereotipos y prácticas alrededor del cuidado. Su objetivo es promover la redistribución del cuidado de manera equitativa entre todas y todos, porque cuidar no es una labor exclusiva de las mujeres, ¡A Cuidar Se Aprende!

 La reducción

El Sistema de Cuidado a través de sus diferentes formas de operación, Manzanas de Cuidado, Unidades Móviles y Cuidado Casa a Casa, a brindado más de 87,236 atenciones, esto ha permitido transformar la vida de miles de mujeres que han sido beneficiarias del Sistema y que gracias a la prestación de servicios simultáneos han podido realizar actividades de respiro, desarrollar capacidades y adquirir herramientas para la generación de ingresos y formarse educativamente,.

El  Sistema de Cuidado brinda a las personas cuidadoras la posibilidad de culminar sus estudios de bachillerato, realizar formación complementaria, formación titulada y evaluación-certificación. Esto requiere la concentración de esfuerzos de todos los actores del Distrito, para facilitar y generar las garantías necesarias para la permanencia y culminación de cada proceso. A través de más de 20.000 atenciones de formación, el Sistema contribuye a disminuir los bajos niveles educativos de las personas cuidadoras, de quienes se estima que el 70% tienen un nivel educativo inferior a la secundaría.

El Sistema de Cuidado comprende que los procesos de formación y educativos son importantes para el desarrollo y bienestar de las sociedades, debido a que permiten la acreditación de saberes para su validación en el mercado laboral y por otro, fortalecen las capacidades de las personas para la toma de decisiones y construcción de la autonomía y de la ciudadanía.

Referencias

 Batthyány Dighiero K, Scavino Solari S. Valorización económica de los cuidados no

remunerados en salud: un aporte al reconocimiento del trabajo invisible de los hogares y las mujeres. Rev Gerenc Polít Salud. 2017; 17(34): 1-23. https://doi.org/10.11144/Javeriana.rgps17-34.vecr

 Esquivel, Valeria., Faur, Eleonor, & Jelin, Elizabeth (2012). Las lógicas del cuidado infantil. Entre las familias, el Estado y el mercado, Buenos Aires, IDES.

 DANE (2020). Cuidado no remunerado en Colombia: brechas de género. Consultado en: https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/genero/publicaciones/Boletin-estadistico-ONU-cuidado-noremunerado-mujeres-DANE-mayo-2020.pdf

 Ministerio de Salud y Protección Social (2015). Manual de cuidado a cuidadores de personas con trastornos mentales y/o enfermedades crónicas discapacitantes, consultado en https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/ENT/Manual-cuidado-al-cuidador.pdf

Observatorio de mujeres y equidad de género -OMEG (2022). El cuidado y la autonomía económica de las mujeres. Consultado en http://omeg.sdmujer.gov.co/phocadownload/2022/infografias/Cuidado%20y%20automia%20economica%208M.pdf