David Fernando Montañez Monroy
Licenciado en Música de la Universidad Pedagógica Nacional. Docente del Colegio Filarmónico "Jorge Mario Bergoglio”.

Musicolores: innovación y experiencia pedagógica

Miradas a la educación

David Fernando Montañez Monroy
Quinto puesto en el XVI Premio a la Investigación e Innovación Educativa (2022), Categoría Innovación


Escribiendo este articulo rememoré los desafíos que afronté durante la pandemia y el provecho que conseguí de esta situación adversa. Enseñar a través de las pantallas fue un reto que me sacó de la comodidad de lo conocido, de las metodologías y estrategias que había implementado durante los 8 años de docencia que llevaba hasta el año 2020. Era algo que sabía que debía hacer hacía mucho tiempo atrás, pero lo venía postergando con excusas tras excusas. Cuando llegó la pandemia, y con ella la educación virtual,  me vi en la imperiosa necesidad de evolucionar en mi manera de enseñar música. Para lograrlo me propuse analizar diferentes estrategias de colegas que venían enseñando a través de pantallas con los canales de YouTube y páginas web en español y en inglés para adaptar esas metodologías a las necesidades y contextos de mis estudiantes de 4 años en adelante y sus familias. 

Aunque encontré muchas formas extraordinarias de enseñar música en forma virtual, estas no satisfacían por completo la manera en que quería enseñarle música a mis estudiantes. Así que me aventuré a experimentar con el diseño de partituras que fueran llamativas y para ello qué mejor herramienta que el color. 

Me puse en el lugar de ellos y comencé a ser el profesor de música que hubiese querido tener en mi colegio, aunque en mi época escolar no tuve la fortuna de tener ni una hora de clase de música, sí tuve la dicha de recibir un pequeño piano de juguete con instrucciones para tocar canciones navideñas. Recuerdo que esas instrucciones venían con secuencias de números para tocar canciones que me eran familiares. Si esto funcionó en mi niñez ¿por qué no funcionarían las notas con colores? Entonces inicie la experimentación con mi pequeño hijo Matías de 2 años de edad, que también estaba inmerso en el reto de aprender a través de las pantallas (situación que como padre me costó mucho) y el resultado fue muy satisfactorio, su avance fue tan significativo que nuestra familia y amigos se sorprendían al escucharlo tocar sus primeras canciones infantiles de memoria y de manera tan natural que demostraba el disfrute por lo que había aprendido. Así que si funcionaba en mi hijo de 2 años ¿por qué no iba a funcionar en niños y niñas de 4 años en adelante?

La estrategia consiste en elegir canciones infantiles del repertorio universal dependiendo la cantidad de notas que pueda contener cada canción, las organizo por niveles de complejidad según el rango melódico y la construcción rítmica. Por ejemplo, la canción “María tenía un corderito” tiene una melodía sencilla que utiliza sólo cuatro notas (do, re, mi y sol) y una combinación de figuras rítmicas (negras y corcheas) distribuidas en cuatro compases, lo cual facilita la adaptación al primer nivel de dificultad. Después de elegir la canción, transcribo la partitura y adecúo las notas musicales a la tabla de colores de la siguiente manera:
Do1 – Rojo 
Re – Naranja
Mi – Amarillo
Fa – Verde
Sol – Azul claro
La – Azul oscuro
Si – Morado
Do2 – Blanco

Cada compás de la canción tiene su clave de Sol de color azul y las cinco líneas del pentagrama también del color correspondiente, es decir, en la primera línea del pentagrama en clave de sol se ubicarán las notas Mi, así que esa línea debe ir de color amarillo según la tabla de colores mencionada anteriormente.
 

escala musical

Esta adaptación se hace en el programa power point donde cada página representa un compás. Los círculos de las notas musicales permanecen estáticos mientras que las líneas que acompañan las negras y las corcheas (plicas) descienden en orden según la velocidad de lectura que tengan los estudiantes quienes al ver la plica caer sobre la nota que les corresponde, activarán la respectiva nota en su instrumento musical que durante la pandemia lo hacían en aplicaciones móviles, teclados o xilófonos previamente marcados con colores según las indicaciones a las familias. 

Para el regreso al aula, se eligen las campanas diatónicas que son los instrumentos de percusión afinada más adecuados para este ejercicio, puesto que son independientes y se asignan a cada estudiante, por ejemplo, a Salomé se le ubica frente a la campana de color rojo para que cuando en la pantalla descienda una plica sobre la nota Do del mismo color, Salomé la golpea y produce el sonido de la nota Do. Y así de esta manera se asignan las campanas a todos los niños y niñas presentes en el aula de clase. Con esto se ha logrado que los estudiantes desarrollen la lectura de imágenes, la corporalidad y la audición en una misma actividad.

Dentro de los niveles de dificultad que pueden presentar las distintas canciones, los estudiantes asumen el desafío de aumentar el número de campanas asignadas individualmente para lograr tocar una canción completa con todas las campanas que requiera la melodía. 

Los niños y niñas han fortalecido su atención y su lateralidad cada vez que en las clases se exigen activar las campanas con las dos manos, también, han logran anticiparse en la lectura del pentagrama, pues mientras sus manos tocan el instrumento, sus ojos se adelantan a lo que viene en la partitura favoreciendo su visión periférica necesaria para la interpretación de cualquier instrumento musical.

Además, logran trabajar en equipo lo cual fortalece sus habilidades sociales y es un excelente preámbulo para la interpretación de instrumentos musicales en el contexto grupal y orquestal. 
Y qué decir del desarrollo de la memoria auditiva. Identifican cuándo hay una nota que no pertenece a la melodía y corrigen.  Se muestran persistentes y no se frustran cuando se equivocan, sino que se empeñan en hacerlo cada vez mejor. 

Adquieren la habilidad de cantar afinados en grupo las melodías de las canciones con los nombres de las notas, algo que es fundamental en el solfeo cantado.

Lo digo la verdad, los resultados han sobrepasado mis expectativas y eso me motiva a estar evaluando y complementando la estrategia permanentemente. Y si mis estudiantes han aprendido muchísimo en estos últimos años, yo también he aprendido demasiado con esta experiencia. Recuerdo la primera página que diseñé y los primeros videos y me he dado cuenta que al día de hoy soy un profesor que ha logrado adaptarse a las nuevas tecnologías para el beneficio de la educación musical. 

La estrategia tuvo acogida en mis pequeños estudiantes y sus familias y los resultados fueron muy buenos. Cuando regresamos a la educación presencial, empecé a adaptar lo que proyectaba en las pantallas a la realidad de nuestra aula de clase. Luego, tuve la oportunidad de compartirles la experiencia a mis colegas de la institución y a los padres de familia, de quienes recibí muy buenos comentarios, lo cual me incentivó a continuar con el mejoramiento de la estrategia. Me di a la tarea de sistematizar todo lo que llevaba construido para darle rigurosidad a mi trabajo. 

Un día que encontré en mi bandeja de correo electrónico la invitación del IDEP a postular experiencias educativas innovadoras me surgió la pregunta ¿será esta experiencia algo novedoso que valga la pena compartir a nivel distrital?. Así que redacté el documento y adjunté las evidencias de mi trabajo e independientemente de lo que fuera a suceder. Recibir las recomendaciones y sugerencias por parte de los jurados fue de gran provecho para lo que venía desarrollando. Siempre escuchar palabras y conceptos de otras personas amplía la perspectiva de lo que se puede mejorar en una experiencia pedagógica. 

Articular este proyecto con la lecto-escritura y las matemáticas es algo que no tenía contemplado y que gracias a la postulación y al reconocimiento de este proyecto, por parte del IDEP, puede tener mayor incidencia en la educación de los niños y niñas de mi colegio en un futuro próximo.
 

niños en música

Nunca imaginé el alcance que este proyecto pudiese tener, es más, sentarme a escribir este artículo nunca estuvo en mis planes más optimistas, ni mucho menos dar una charla a los estudiantes de la Maestría de Infancia y Cultura de la Universidad Distrital. En ocasiones, las iniciativas que desarrollamos los docentes no las valoramos hasta que alguien si lo hace. Mi invitación es que nos atrevamos, sea cual sea nuestra experiencia pedagógica, compartámosla y hagámosla visible, seguramente vendrán distintas opiniones, unas buenas y otras no tanto, pero todas ellas aportan al crecimiento de nuestras metodologías y estrategias de educación que favorecerán a nuestros estudiantes, sus familias y a nuestros colegas para continuar transformando la educación de nuestro país. 

Sueño con publicar la cartilla con las canciones que uso en esta estrategia pedagógica en cualquier idioma y que esta experiencia sirva de motivación a mis colegas músicos que día a día están frente a un grupo de niños y niñas ávidos de navegar en el maravilloso mundo de la música.

Quiero finalizar agradeciéndole a Dios porque en Él encontré la motivación para enseñar, al igual que a mi familia, quienes me han brindado siempre su apoyo incondicional para ejercer mi profesión.