César Augusto Pulga Cruz
Docente de primaria del Colegio Sorrento IED.

Memorias barriales, en busca de la memoria en la escuela

Miradas a la educación

La preocupación de la escuela por crear espacios de reflexión en torno a la construcción de ciudadanías y espacios cívicos para la participación, ha sido una constante promovida por la Secretaría de Educación de Bogotá durante los últimos años. Esta preocupación se acentúa gracias a sucesos como la creación de la Catedra de la paz, la firma de los acuerdos de paz en el año 2016 y más recientemente el Informe final de la Comisión de la Verdad.

Aunque la preocupación es la misma, los modos de entender la paz y la democracia desde la escuela han venido cambiando. En este articulo, abordaremos la memoria desde su lugar protagónico en el ahora de la educación en Colombia.   

El pasado cotidiano en las aulas

Como resultado de la preocupación por convertir los sucesos del pasado en elementos constitutivos del mito fundacional de una nación, la educación ha sido utilizada y reconocida como el vehículo que permite construir entre los ciudadanos el sentido de identidad y pertenencia a un territorio, una cultura, una historia común y, por supuesto, una nacionalidad.

La enseñanza tradicional de la historia es el campo que brinda las herramientas para la consecución de tales objetivos, en ella se narran las gestas de grandes personajes de la historia como Bolívar, Santander, Caldas y otros más, que son exaltados también en monumentos, edificios, universidades, libros académicos y escolares; también las historias de batallas, marchas heroicas, tomas, capturas y hasta fundaciones sobre pueblos indígenas, seguido también de la exaltación de los logros de presidentes y gobiernos, expresados en leyes y obras realizadas

Podríamos  enumerar un sinfín de ejemplos que expresarían formas de recrear los sucesos del pasado. No es casualidad que consideremos casi de manera inconsciente que la historia es la totalidad de las narrativas que tiene que ver con estos personajes y sucesos, marcando una tendencia a la hora de acudir al pasado, sin embargo, esta no es la totalidad de los hechos que pueden enmarcar nuestro pasado.

La oficialidad no es la única voz que puede aportar en la comprensión del pasado.

Todas estas expresiones del pasado enumeradas son la construcción que deviene de una categorización, selección y olvidos intencionados que responden a la necesidad de crear el mito fundacional de una nación, dando paso a una historia oficial.

La historia oficial nos ofrece la posibilidad de crear contenidos curriculares para las escuelas y se convierten en el eco de las formas en que académicos y eruditos concibieron la historia desde el rigor de los estudios dados en sus campos. En ella se forman las voces del pasado y se legitima el orden establecido por las instituciones.

Sin embargo, hay un velo de duda en la creación de contenidos sobre las memorias oficiales, es allí que se configura la creación de las sociedades democráticas y participativas de las que hablamos al iniciar.  Por tal razón la oficialidad no es la única fuente sobre la cual es posible construir concepciones del pasado.

La Ley de Victimas, 1448 del año 2011, abre la puerta al reconocimiento de grupos de la sociedad que no habían podido ser visibilizados, personas que al ser afectadas por situaciones de violencia eran simplemente consideradas como casos aislados de crímenes regulares. La creación de la Ley de Victimas abre las puertas para que sean consideradas situaciones de violencia sistémica por grupos armados e instituciones contra grupos de la sociedad.

Es allí donde se da apertura a la construcción de una memoria que es alternativa a la historia oficial, pues da lugar a la creación de narraciones del pasado que, sin ser oficiales, permiten la búsqueda de la verdad, la justica, la reparación y la no repetición.

En este orden de ideas, la historia no esta dada en las narraciones estáticas e inalterables, se acude a la memoria como el resultado de las experiencias de las personas que han vivido situaciones en las que sus vidas atravesaron situaciones límite y que permiten la consolidación de una memoria dada en el pasado reciente y que puede ser contada por las victimas desde memorias que han sido reconstruidas de manera colectiva.

La memoria del pasado reciente

La memoria del pasado reciente es el encuentro de la sociedad civil con su propio pasado, aquel que lo interpela y le propone reaccionar. Para Gonzales (2014), toda forma de hacer memoria significa recorrer experiencias particulares, las cuales, al ser socializadas, cobran comprensión y develan aquellas prácticas sociales que determinan sus vínculos en la práctica colectiva. Esta forma alternativa de pensar los hechos del pasado abre la puerta a la participación de los grupos sociales.

La historia es complementada con la experiencia de las personas, victimas y sobrevivientes de hechos que al narrar sus experiencias nos permiten comprender y analizar, no se trata de una opción, es el deber que como sociedad tenemos de escuchar a quienes necesitan contar sus vidas y la posibilidad de encontrar sentidos que, viniendo del pasado, se inserten en el cotidiano del ahora. Todorov (2013) afirma que:

“El ser humano se distingue de las otras especies animales por la conciencia que tiene de estar inscrito en el curso del tiempo. Él sabe que es mortal, que su vida tendrá un fin, él sabe también que ella tuvo un comienzo que liga ese momento inicial al momento presente. Esta continuidad se presenta a su conciencia bajo la forma de una narración” (p, 3) 

Es en la narración que el sujeto se reconoce como perteneciente a un tiempo y a un espacio y como un ser capaz de interpelar su realidad, por tal razón se  hace necesario proponer desde la educación escenarios para el dialogo y por ende para proponer nuevas realidades que conlleven a la paz.

Memorias barriales

Hemos abordamos brevemente las condiciones políticas y sociales que dieron apertura a las discusiones en torno al tratamiento de la historia en la escuela, aspecto que puede posibilitar pensar en condiciones de paz para las aulas del distrito capital.

El proyecto memorias barriales intenta crear espacios para el dialogo, el acuerdo, el reconocimiento por la diferencia y la formación en la autodeterminación de los niños y las niñas que hacen parte de este trabajo.

Se pueden identificar dos aspectos fundamentales para la comprensión de este proyecto, el primero que tiene que ver con la implementación del círculo de la palabra, y el segundo, enfrentar el reto de contar lo indecible a niños y niñas del distrito capital.

El circulo de la palabra

El círculo de la palabra es una práctica ancestral que tomamos para fortalecer la comunicación en el aula. Los pueblos originarios lo usaron para dar lugar al debate, así se permite que todos los miembros de una comunidad se congreguen en torno al lenguaje hablado y así permitir el dialogo y los acuerdos, de esta manera se reconocen a todos los miembros y se da lugar a la igualdad.

Como lo que se intenta es formar para el acuerdo, el círculo de la palabra realiza a partir de tres reglas, i) la palabra puede conducir a tratar cualquier tema sin restricción, siempre que este no ofenda ni dañe a ningún otro miembro, se encuentre o no presente. ii) la palabra puede ser pedida por cualquier persona del circulo, se reconoce esta como un bien común que todos pueden reclamar. iii) La ética de la escucha debe ser ejercida, no se trata solo con mantener el silencio, se trata también de escuchar lo que se dice al interior del circulo, como una muestra de respeto y de reconocimiento por lo que otra persona dice, mientras los demás atienden.

Aunque la finalidad del circulo de la palabra esta en llegar a acuerdos, se busca en el disenso reconocer la diferencia, potenciando el valor del conflicto como constructor de mínimos. Al respecto Baquero y Ramírez (2013) afirman que:

Uno de los mayores problemas de esta cooperación es que las partes suelen verse a sí mismos como enemigos y suelen tener toda una historia de odios, desconfianza y recelos. Por lo tanto, lo que se pretende no es que los enemigos se aprecien, sino que alcancen una mínima confianza mutua que les permita trabajar juntos. (P. 14)

Al crear un contexto de confianza, donde sin importar los desacuerdos, exista un mínimo de respeto por el contrato social, se puede aspirar a que los conflictos no lleven a poner en peligro la vida o la integridad de las personas como producto de las violencias.

Contar lo indecible

Cuando acudimos a la memoria del pasado reciente como insumo para reconocer sentidos en el pasado para comprender el presente, estamos expuestos a encontrar narraciones que pueden exceder las formas narrativas acordes para niños y niñas en las escuelas. De inmediato  surge la pregunta sobre como abordar estas situaciones sin crear nuevas heridas que hagan que recordar se convierta en una nueva fuente de violencias.

Al respecto Todorov (2000) nos brinda una diferenciación entre recordar de manera literal y recordar de manera ejemplarizante, pues “fundar la crítica de los usos de la memoria en una distinción entre diversas formas de reminiscencia. El acontecimiento recuperado puede ser leído de manera literal o de manera ejemplar” (p. 30). En la primera forma, la literal, acudimos al recuerdo de los sucesos de horror con la fidelidad de lo sucedido como objetivo final, sin embargo, en el segundo caso, se narra lo acontecido, se analiza y se convierte en un ejemplo de todo aquello que debemos aprender. Allí esta la garantía de la no repetición. Camino a casa o Eloísa y los bichos, ambos textos de Jairo Buitrago, son buenos ejemplos de como la memoria se hace ejemplar al narrar situaciones de desaparición, desplazamiento forzado y contextos de violencia armada.

Estamos de acuerdo en que hacer memoria ya es un trabajo difícil, pero lo es aún más cuando esta se trabaja con niños y niñas. Los lenguajes deben ser cuidadosamente pensados, la estética cobra un valor fundamental y los recursos deben contener un sentido del cuidado.

En conclusión, en primer lugar  es preciso señalar que para crear espacios de paz en las aulas y en nuestra sociedad es necesario hacer una comprensión nueva sobre las formas como abordamos el pasado, pues la frase que reza que “aquel que no conoce su historia esta condenado a repetirla” pierde vigencia cuando conocemos muy bien situaciones de barbarie que vuelven a repetirse. El pasado debe llevarnos a la reconciliación.

Segundo, la transmisión del pasado debe hacerse de manera responsable, y la escuela debe ser el primer garante, sobre todo cuando se trata de niños y niñas. Son ellos quienes deben encontrar en el pasado las preguntas necesarias que deban responder en el presente.

Por último, reconocer el derecho al uso de la palabra no garantiza que se haga un adecuado uso de ella, los círculos de la palabra son lugares en los cuales se ejercita el debate, aspecto fundamental en la creación de una sociedad democrática e incluyente.

Bibliografía

Baquero, V. y Ramírez, L. (2013). Memoria histórica y comunicación estrategias de comunicación con respecto a la memoria histórica en España y Serbia. Tesis, universidad de Sevilla.

González, M. Paula  and  Pages. (2014). Historia, memoria y enseñanza de la historia: conceptos, debates y perspectivas europeas y latinoamericanas.
 hist.mem.
 [online]. 2014, n.9, pp.275-311. ISSN 2027-5137.

Todorov, T (2013) Los Usos de La Memoria. Tema abordado en la conferencia dada por el autor en el IDEH-PUCP en noviembre de 2012 Traducido del francés por Mariella Villasante Cervello IDEH-PUCP, Lima, abril 2013.