Julián de Zubiría Samper
Asesor del programa Abel Rodríguez, Transformación Pedagógica de la Escuela, de la Secretaría de Educación de Bogotá. Director del Instituto Alberto Merani, columnista de El Espectador

Los foros educativos y la transformación de la escuela

Miradas a la educación

Foto: Julián de Zubiría Samper en panel del Foro Educativo Distrital 2022

Antes de que se aprobara la Constitución de 1991, los colegios eran instituciones muy poco democráticas. Todas las decisiones esenciales las tomaba exclusivamente el rector. Lo hacía sin consultar a padres, estudiantes, profesores o a la comunidad educativa. Con frecuencia, las niñas que quedaban embarazadas eran expulsadas, para que no “dieran mal ejemplo a sus compañeras” y a los jóvenes no les permitían usar aretes o tener el pelo largo. En los colegios se reglamentaba la pintura de las uñas de las niñas, las medias, el largo de la falda que debía estar arriba de la rodilla y la vida por fuera de la escuela. También eran retirados de los colegios los jóvenes homosexuales. No hay que olvidar que hasta el año 1980, la homosexualidad fue un delito penalizado en el país.

La ausencia de democracia también era visible en las relaciones entre el MEN y los colegios. El MEN establecía directamente los lineamientos curriculares y existían supervisores para garantizar que en cada institución educativa se trabajara lo que se disponía desde el nivel central. Ellos visitaban los colegios con el fin de observar si se acataba plenamente lo dispuesto a nivel curricular, pedagógico y evaluativo. Una buena parte del tiempo era dedicado a planear formalmente infinidad de actividades en las aulas, que, por lo general, no se llevaban a cabo. Las pruebas de Estado ICFES evaluaban informaciones fragmentadas, descontextualizadas e informativas en cada una de las áreas.

Los jóvenes se oponían al autoritarismo que caracterizaba las escuelas y a un modelo educativo tradicional, formal y rutinario que impedía pensar y argumentar, entre otros. Era frecuente que en las clases no se permitiera dialogar o debatir. Los reglamentos de los colegios establecían todo lo que estaba prohibido. El maestro monopolizaba la palabra, las evaluaciones consistían en reproducir de manera idéntica lo enseñado por el profesor, y existía la absurda costumbre de pedirle a los niños que copiaran los párrafos de dictados realizados por sus profesores, o que pasaran páginas completas del libro al cuaderno. La escuela cumplía el papel de formar trabajadores obedientes, rutinarios y que hicieran múltiples procesos mecánicos sin realizar ningún cuestionamiento o desarrollar su propio criterio.

La Ley General de Educación es el mayor esfuerzo de construcción colectiva de política pública que hemos tenido en materia educativa en nuestro país. En su elaboración participaron el MEN, los congresistas, FECODE, los partidos políticos existentes y el gobierno del entonces presidente César Gaviria. Fue una ley pensada para profundizar la democracia, la autonomía, el derecho a la educación, la pertinencia, la contextualización y la participación en todos los colegios del país.

El espíritu de la Constitución Política de 1991 se vio reflejado en los mecanismos democráticos de participación previstos para la conformación de los órganos de dirección en las instituciones educativas. En ellos participan, por primera vez, los estudiantes, profesores, padres, madres y egresados. Ya no era el rector, sino toda la comunidad la que orientaría y haría el seguimiento a los procesos educativos en cada institución escolar.

Es fundamental reconocer, valorar y aprovechar los espacios de participación previstos por la Ley 115 de 1994, y que se expresan en los Consejos Directivos de los colegios, los Foros educativos y la construcción de los Planes Decenales. Estas tres instancias son claves para garantizar una participación activa de las comunidades educativas en los destinos de la educación a nivel institucional, regional y nacional. Los Consejos Directivos invitan a toda la comunidad educativa a trazar los PEIs en cada institución y a aglutinar a la comunidad en torno a sus lineamientos. Cada comunidad construye su sueño alrededor de lo que considera debería ser el ideal de escuela. Estas ideas se contextualizan y transforman en un Proyecto Educativo Institucional (PEI) y, el Consejo Directivo, en el cual tienen presencia todos los estamentos, le hace el seguimiento al proceso de implementación.

Por su parte, los foros educativos fueron espacios pensados para movilizar la participación, la reflexión y el debate público en torno a la educación y, al mismo tiempo, la mejor manera de hacer públicas algunas de las experiencias más significativas llevadas a cabo por los docentes en las escuelas del país. Los Planes Decenales, por su cuenta, fueron creados para definir el horizonte de la educación y la política pública que trazará los principales propósitos para la siguiente década.

Es importante señalar que ninguno de los tres Planes Decenales que se han construido en 1996, 2006 y 2016, han sido incorporados en los Planes de Desarrollo gubernamentales y tampoco han logrado determinar la política pública educativa. La Ley General nos dio un gran impulso, pero no hemos podido consolidarlo. La contrarreforma que se puso en marcha durante los gobiernos de Andrés Pastrana y de Álvaro Uribe, logró frenar el alcance de una legislación que estaba orientada a favorecer la democratización, la participación y a impulsar los cambios pedagógicos que requería la formación de los niños y los jóvenes. Avanzamos dos pasos y retrocedimos uno, porque volvieron a primar los criterios administrativos y la eficiencia económica. De esta manera, la lógica económica debilitó la reflexión pedagógica y los indicadores administrativos y de promoción y repitencia sustituyeron la escuela abierta, amplia y democrática que estábamos buscando. La ley abrió el camino, pero faltó voluntad política para recorrerlo. Afortunadamente hoy, tanto a nivel nacional como en Bogotá, existen gobiernos comprometidos con el espíritu democrático, participativo y deliberativo formulados en la Ley General de Educación.

Si retomamos la Ley General de Educación encontraremos algunas ideas que necesitamos para impulsar la transformación de la escuela, en especial tres: participación, autonomía y democracia. Estas tres ideas están claramente plasmadas en los foros educativos y serán esenciales para consolidar la transformación de la escuela con la que estamos comprometidos. Destaquemos entonces el nexo que existe entre los foros educativos, la participación, la autonomía y la democracia. Veamos.

Participación. Los foros son espacios creados para escuchar las múltiples voces que participan de los procesos educativos. Deberían ser algo parecido a lo que llamó Bajtin una polifonía de voces (Wertsch,1991). Podríamos escuchar las ideas de los secretarios de educación, los pedagogos, los rectores, los funcionarios del MEN, los padres de familia, los investigadores, los estudiantes y los docentes. También sería fundamental reconocer las experiencias innovadoras, trascendentes y significativas que se estén llevando a cabo en el país. Al conocer estas experiencias innovadoras podemos aprender de quienes van adelante en la transformación educativa. Es como si hiciéramos una pequeña expedición pedagógica en cada región del país. Por esta razón los foros educativos serán esenciales para repensar la educación en las regiones y en todo el país.

Sin embargo, con excepción del primer foro que efectivamente puso a pensar a todos los docentes del país en la construcción de los Proyectos Educativos Institucionales, los siguientes no cumplieron a cabalidad con el propósito que les dio origen. Tal como señalamos atrás, durante los años 1998 a 2010, en el país se impusieron los criterios de la racionalidad empresarial, las certificaciones administrativas de la calidad y la eficiencia económica en la escuela. El debate de ideas se detuvo y la reflexión se fue marchitando a nivel nacional, regional, local y en cada una de las instituciones educativas del país. A esta situación también contribuyó el significativo cambio que sufrió Fecode. En sus años iniciales se movilizó muy positivamente liderando la transformación pedagógica, pero desde 1998 se dedicó exclusivamente a defender al gremio. Lleva 24 años sin formular propuestas pedagógicas pertinentes y audaces que contribuyan a transformar la educación del país. Un dato lo ilustra muy claramente: el primer congreso pedagógico se realizó en 1987. El segundo en 1994 y el tercero todavía no se ha realizado.

 

Lo que se deriva es que debemos volver a la idea inicial de los foros y a poner el tema educativo en el centro del debate nacional. Si lo logramos, recuperaremos la senda que perdimos durante una buena parte de las dos décadas anteriores.

Bogotá está dando muy buen ejemplo y ha retornado al debate de las grandes preguntas pedagógicas. Así lo ha hecho en los últimos foros y también se reafirmó en el foro nacional realizado el 10 y 11 de noviembre de 2022 y en varios de los foros regionales que se han realizado a lo largo y ancho del país en los años 2020, 2021 y 2022. La conclusión es muy clara: debemos volver a las preguntas esenciales: ¿A qué deberían ir los niños y las niñas a la escuela?, ¿cuál es el sentido y qué finalidades debería perseguir la educación? La reflexión sobre los grandes temas pedagógicos debe estar en el centro del debate nacional: la formación de los maestros, el liderazgo pedagógico, el currículo, el desarrollo integral y la convivencia.

Autonomía. Puede decir un ministerio de educación o una secretaría lo que considere pertinente para inspirar innovaciones en las escuelas, y de alguna manera impulsará algunos cambios. Sin embargo, si no hay cambios en los sistemas de formación y reflexión en los docentes, nunca transformaremos estructuralmente las escuelas. Este siempre ha sido el mayor cuello de botella de las transformaciones pedagógicas impulsadas en el mundo. Los maestros tienen un gran poder sobre lo que se hace en el aula, cierran la puerta de su salón de clase y terminan por decidir qué y cómo enseñar, también qué y cómo evaluar. Las orientaciones del MEN y de las secretarías de educación pueden intentarlo, pero no podrán abrir esas puertas. Gimeno Sacristán (2002) lo entiende cuando destaca que los docentes tienen una “enorme capacidad de modelación” que se puede usar muy bien o muy mal, “para enriquecer o para empobrecer las propuestas originales innovadoras” trazadas por los organismos directivos de los ministerios de educación.  En la práctica, lo anterior implica reconocer que los cambios en educación se hacen principalmente de abajo hacia arriba. O como lo decía claramente el maestro Abel Rodríguez Céspedes (2022): “… los grandes realizadores de la política de calidad serán los maestros, los rectores y los colegios. Los cambios en la calidad ocurren por lo que se haga en las instituciones educativas”.

Esa es una de las grandes fortalezas que evidencian los foros educativos. Permiten ver propuestas innovadoras en las que los docentes se arriesgan, diseñan y ponen a prueba nuevas maneras de trabajar en las aulas. Para hacerlo, se requiere valentía, liderazgo y riesgo, que son características esenciales de los procesos innovadores.

Democracia y trabajo en equipo. En educación la mayoría de los procesos actuales son realizados por individuos, instituciones educativas o municipios aislados. Los profesores suelen trabajar de manera individual y entre los colegios públicos y privados existen muy pocas alianzas y espacios de trabajo conjunto. Lo mismo pasa entre los colegios oficiales y entre los docentes, el MEN y las secretarías. En pocas palabras: ¡no hay comunidad! Hemos construido un sistema totalmente fragmentado. La evaluación de estudiantes se realiza de manera individual.  Lo mismo sucede con la formación y la evaluación de profesores. De allí que cuando los maestros realizan maestrías lo hagan por medio de un proceso completamente individual. También – equivocadamente –, se cree que el aprendizaje es un proceso exclusivamente individual.

Injustamente, el partido que gobernó a Colombia durante la mayor parte de las últimas décadas denigró y estigmatizó hasta más no poder a los docentes del país. Llegó al extremo de culparlos por la baja calidad de la educación, lo que es un ejemplo de cinismo en su máximo nivel. Al hacerlo, generó una ruptura total entre los docentes y el gobierno nacional; es decir, impidió el trabajo en equipo.

Estamos ante la imperiosa necesidad de construir procesos colectivos en la escuela.  Y esos procesos siguen siendo individuales. Una gran debilidad de los colegios que hemos creado es que en ellos los docentes trabajan de manera aislada y fragmentada. Cada profesor se encierra con sus alumnos en su propia aula y cierra la puerta. Es como si los músicos o teatreros trabajaran sin ver al otro, aislados en cápsulas. Lo grave es que, sin reuniones y trabajo en equipo, será imposible transformar las escuelas actuales.

Sin la presencia de todos es imposible mejorar la pertinencia, la equidad, la integralidad y la consolidación de las competencias transversales, es decir, no mejorará la calidad de la educación. El sector privado lleva la delantera en renovación curricular, liderazgo e innovación pedagógica. Necesitamos aprender a trabajar en equipo entre todos, bajo el liderazgo del gobierno y reconociendo los aportes del sector privado y de los diversos miembros de la sociedad civil.

Los foros educativos son esenciales para repensar la educación, escuchar múltiples voces y conocer las experiencias innovadoras. Si logramos retornar a la idea inicial de los foros, podremos seguir impulsando la transformación pedagógica en Bogotá y a nivel nacional.

Referencias

ALCALDÍA MAYOR DE BOGOTÁ (2018). PLAN DISTRITAL DE DESARROLLO 2020-2024 “Un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del siglo XXI”. https://www.veeduriadistrital.gov.co/sites/default/files/planeacion/Bases%20del%20PDD%20Un%20Nuevo%20Contrato%20Social%20y%20Ambiental.pdf

DE ZUBIRIA, Julián (2021). ¿Será viable la transformación pedagógica en Bogotá? Revista digital Pensar la Ciudad. Edición No 14. noviembre 2021. https://pensarlaciudad.udistrital.edu.co/miradas-de-ciudad/sera-viable-la-transformacion-pedagogica-en-bogota#:~:text=Por%20tanto%2C%20la%20transformaci%C3%B3n%20pedag%C3%B3gica,de%20docentes%20de%20la%20ciudad

GIMENO SACRISTÁN (2002). Diseño del currículo. Diseño de la enseñanza. El papel de los profesores, en Gimeno y Pérez (2002)

REVISTA INTERNACIONAL DEL MAGISTERIO No. 110 (2022). Pensadores de la educación contemporáneos. Colombia. Volumen 1.

WERTSCH, James (1991). Voces de la mente. Madrid: editorial VISOR.