Yuly Constanza Murillo Fajardo
Docente Orientadora, Colegio Técnico San Cristóbal Sur IED.

Las mil y una historias: ser orientador escolar en una realidad que supera la ficción

Miradas a la educación

Trabajar en el ámbito educativo puede ser una hazaña y más en estos tiempos. Pero trabajar y estar inmersos en los mundos paralelos que se dan en la escuela, es otro cuento.

Los seres que van de un pasillo a otro o que están en un pequeño rincón del colegio, a veces escribiendo en un computador, otras tantas veces volando de un salón para otro, la mayoría de ocasiones buscando un espacio para entrar en una conversación profunda con un estudiante, padre de familia o profesor. Esos seres son los protagonistas de este texto, los orientadores.

Teniendo herramientas básicas como un pañuelo, para limpiar lágrimas; un títere para hablar como un súper héroe; un pequeño dulce para inducir a la sonrisa; la cita de un libro para evocar a la reflexión; el corazón y mente dispuestos para trasformar vidas... o al menos una parte de ellas. Las palabras precisas para reconfortar y acobijar al menos unos minutos a ese ser que esta ante sus ojos.

Si por un día los actores de la escuela pudieran estar en el lugar de un orientador, tendrían mil historias para escribir. Libros que podrían tener tintes de poéticos, cómicos, épicos y en su mayoría dramáticos o trágicos. Aunque parezcan historias irreales, son parte de la vida diaria de los seres con los que nos cruzamos día a día.
Para poder sumergirlos un poco en el mundo de un orientador u orientadora escolar,  queridos lectores los invito para que hagamos un ejercicio de imaginación, haciendo uso del recurso más poderoso en los niños. Quiero contarles una historia en donde 3 realidades se cruzan, quizá historias vividas o cercanas para muchos.

Empieza la semana, pinta pesada!!! La profe de grado séptimo busca con urgencia al profe Alberto (el orientador) le refiere que una de sus estudiantes quiere quitarse la vida, lo dice con toda seguridad, pues encontró varios dibujos explícitos en donde dejaba clara su intención. La niña perdió 5 materias y la familia tiende a tener reacciones explosivas. ¿Cómo olvidar a esa familia?, pensó Alberto, mientras la profe seguía hablando desesperadamente. 

La tenia presente porque en años anteriores los atendió por situaciones asociadas a violencia intrafamiliar y consumo desmedido de alcohol por parte de uno de los padres, este año el motivo es una sospecha de dificultades en el aprendizaje de la estudiante. 

La situación no daba espera. El profe Alberto hace  “lo correspondiente”, se acerca a la niña, hace contención, acompaña con respeto y amor. A la par activa la ruta de atención, hace informes y atiende otras situaciones que no dan espera y claro no puede obviar otras cosas que aunque no son parte de su ejercicio tiene que atender. Tras más de 3 horas en el caso de la estudiante de séptimo, se desconecta del colegio unos minutos; recuerda que afuera hay un motivo muy fuerte que le ha quitado su tranquilidad y no da espera: los quebrantos de salud de madre, que tras meses de tratamiento por una enfermedad terminal no está dando resultado. Debe organizar todo para poder acompañarla en la noche al hospital, como varias noches más que lleva desde la semana anterior. El agotamiento físico y especialmente el mental y emocional lo agobian.

Diez minutos más de desconexión de la realidad institucional, pensando en las otras cosas que tiene que resolver cuando salga del colegio, una situación económica apretada debido a la pérdida de trabajo de su compañera de vida, lo que ha generado tensión en su hogar… en fin, son cosas de la vida, como dicen por ahí. 
Sale Alberto, después de una jornada que le demando más tiempo del que debería, se dirige al hospital donde está su madre, lo espera una noche larga y pesada, tal como empezó el día unas horas antes. Con la incertidumbre del día y de la misma vida, pues es inevitable que deje de pensar en todo, intenta aplicar una de las técnicas de respiración consciente que les ha estado enseñando a sus estudiantes, con la esperanza que desaparezca al menos algo su dolor de cuerpo,  los pensamientos y emociones enredadas…en medio de su respiración consciente se le atraviesa  su estudiante  de séptimo grado. Alberto se pregunta: ¿qué tendrá que vivir alguien para querer dejar de existir?

Mientras tanto, esa misma noche, en algún sector de Bogotá, Elisa, estudiante de grado séptimo, llora sobre la cama que comparte con su hermana menor. Tiene la sensación de querer salir corriendo, no quiere saber de nada. Al fondo se escucha la música que todos los días su papá pone cuando empieza a tomar, su mamá grita, es difícil entender entre gritos, música y alcohol. No tiene ganas de hacer las tareas, ve su cuaderno y le bailan las letras al ritmo de la música de su padre. Por años le han dicho que es una “bruta”, su  mamá le dice que tiene el mismo mal de su tío que jamás aprendió a leer y escribir. 

En el colegio citan de manera frecuente a sus padres, insistiendo que deben llevarla al médico para saber porque es la segunda vez que repite séptimo, le dicen a sus padres que a su edad ya debería estar en noveno. Nadie en la casa se ha ocupado de darle respuesta al colegio, ni tampoco de sentarse y hablar con Elisa, al menos preguntarle como está. Recuerda que debe llevar un octavo de cartulina para la clase de matemáticas, conoce la respuesta de su padre: “es la cartulina o la comida”
Pocas cosas le gustan o motivan, excepto algo que llamo su atención en días anteriores. Mientras Alberto, el orientador del colegio, estaba en su salón, él los invitó a pintar para expresar las emociones, Elisa tenia un gusto particular por los colores y las formas, desde ese día su lado artístico afloró. A partir de ese día, contaba con una cantidad considerable de dibujos escondidos bajo la cama,  expresando el caos que hasta esta noche vivía y que esperaba algún día compartir con el orientador Alberto, pues creía que sería una de las pocas personas que podría valorar su esfuerzo… Bastantes cosas estaban sintiendo, pensando y además queriendo hacer Elisa, entre ellas desconectarse de su vida, pero esta noche no sería. En medio de los cantos desafinados de su padre preso del alcohol y el llanto de desespero de su madre se queda dormida al lado de su hermana y de su leal perro de compañía

Rosa llora en la cocina, deseando estar en otro lugar menos en su casa, el peor lugar para ella. Un esposo alcohólico, dos hijas productos de embarazos tempranos y de quienes que solo recibía quejas del colegio, pues en especial su hija mayor había salido con varios males y para colmo no aprendía nada y  tenía solo ganas de morirse, según una citación con urgencia a la que debió asistir y en la cual firmó el compromiso de llevarla a una consulta urgente porque no quiere vivir más. Rosa pensaba que su hija era una floja que solo quería llamar la atención…“a mí también me ha tocado duro y aquí estoy”. A sus 28 años se suele sentir frustrada, pues le toco asumir dos hijas no planeadas, algunas relaciones de pareja inestables y violentas y a nivel económico siempre ha estado al ras. Últimamente ha empezado a fumar, ha dejado de dormir, come poco y está más irritable. Mañana será otro día. En medio del bullicio de su esposo, y después de fumar el último cigarrillo de la noche se acuesta, pues debe ir al colegio para hablar con un tal orientador Alberto, quien se ofreció a brindarle un espacio para hablar de ella.

Un quehacer en evolución constante

Posiblemente para la mayoría, las historias anteriormente no son ajenas. Tal vez viviéndolas en carne propia o porque han llegado a sus ojos u oídos. Desconocemos muchas veces que somos parte de esa estadista en la que nos refieren que 4.159 se han suicidado entre los años 2021 y 2022 en nuestro país y de esas, 1.714 personas son menores de 29 años, siendo tal vez algún estudiante, hijo o cercano. Sin quitarle la importancia al 5% de la población mundial que sufre de depresión y de unos tantos más que ni saben que la tiene, estando únicamente por delante de la depresión, las afecciones cardiovasculares en nuestro país y que 1 de cada 5 niños tienen un diagnóstico de un trastorno mental. Ministerio de Salud y Protección Social. (2022).

Según las cifras más recientes del DANE, entre 2018 y 2022 se ha registrado un fuerte incremento de la pobreza monetaria en Colombia. A diciembre de 2021, el 39,3 % de la población vivían con menos de $11.801 pesos al día, y 12,2 % con menos de $5.730 pesos, quizá por los rezagos de una pandemia que ha hecho que los índices de pobreza de nuestro país sean abrumadores.

Ahondando con el tema de la educación, según La República (2022), en Colombia las cifras dicen que el problema central del sistema educativo colombiano es la deserción, los números indican que por cada 100 niños que entran a primaria, solo 44 se gradúan como bachilleres. De hecho, en el paso entre la secundaria y los programas técnicos o profesionales es donde más se nota ese abandono, de esos 44 graduados solo el 38,7 % acceden a la educación superior. Tal vez varias Elisa entran en ese grupo desertando o terminan desesperanzadas como Rosa, con pocas posibilidades de trabajo, de metas y de realización como madres, mujeres, hijas.
No podemos desconocer las realidades, varias de ellas mencionadas de manera muy reducida en los párrafos anteriores y que son el pan diario en las oficinas de orientación escolar, sumando la pandemia por Covid-19 que hace un par de años, hizo aflorar situaciones que ya se estaban enfrentando, y adicional emergieron  otras totalmente desconocidas, llenando  de miedo, incertidumbre, rabia, sin mencionar ese amplio abanico de emociones. Sin embrago, no hay opción para estancarse o para darse por vencidos; siendo educadores por esencia se debe ser propositivos, recursivos y curiosos, forman parte de ser maestros en todo el sentido de la expresión. Ahora, maestros orientadores imagínense esa complejidad. 

Está claro que los orientadores no tienen el recetario, como el que tienen las abuelas para cada dolencia y mal. Muchas cosas no dependen de sí mismos, pero si  tocan las fibras y es lo que a diario nos rodea e incluso nos impregna los poros. La labor del orientador va más allá de cumplir al pie de la letra un protocolo, subir una alerta o “llenar vacíos” que las instituciones no han sabido resolver mediante funciones que no son propias del orientador escolar y que muchas veces interfieren para que se haga aquello por lo que realmente se está en una comunidad educativa.

Ser orientador escolar sigue siendo un desafío, a pesar de las innumerables luchas y territorios alcanzados por compañeros, que desde hace tiempo han entendido que no cualquier persona asume el cuidado desde el afecto de muchos seres reunidos en un mismo espacio. 

Como se espera con la misma vida, la orientación escolar debe estar en evolución constante, hay que  llegar a un nivel pleno de consciencia de que aquello que vivía y hacía un orientador u orientadora hace 10 años o más, no es lo mismo que vive, hace y siente un orientador u orientadora en el presente. 
Somos un cumulo de historias propias, pero también desde nuestro ejercicio profesional portamos miles de historias ajenas, mediadas por las realidades de un país que ha transitado en guerras, dolor, reconciliación, verdad, intentos de justicia y ganas de luchar a pesar de sentirse en contra de la corriente. Entre mil historias, la historia de la orientación escolar se sigue y seguirá escribiendo  todos los días.

Referencias

Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE (2022). Pobreza monetaria y pobreza monetaria extrema. https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/pobreza-y-condiciones-de-vida/pobreza-monetaria

La República (2022). Por cada 100 niños en primaria, 44 se gradúan y 39 acceden a educación superior.  https://www.larepublica.co/economia/por-cada-100-ninos-en-primaria-44-logran-graduarse-y-39-acceden-a-educacion-superior-3374954

Ministerio de Salud y Protección Social. (2022). Mortalidad en Colombia periodo 2020-2021. https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/ED/GCFI/mo rtalidad-colombia-periodo-2020-2021.pdf