María Fernanda Rodríguez Melo
Estudiante del Colegio distrital Usminia en la localidad de Usme

La socio emocionalidad como el camino a la paz

Miradas a la educación

La socio emocionalidad es un tema que en los últimos años ha tomado fuerza en distintos espacios de la sociedad. Sin embargo, pareciese que está subiendo una empinada pendiente, pues convertirla en uno de los ejes principales del desarrollo Y el funcionamiento de las sociedades ha sido un verdadero reto para una población intransigente, intolerante y llena de estigmas frente a lo desconocido o diferente.

Pero la complejidad del camino nunca ha sido razón para parar. El deseo del cambio mueve a los actores sociales y llama a participar en espacios como el que fue abierto por el Foro Educativo Distrital, en donde a los allí presentes nos unía una misma premisa: ¿Cómo educar para que las escuelas sean territorios de paz? Fue desgarrador e indignante darnos cuenta de que el país, nuestro territorio y nuestra gente han vivido y repetido la historia de la violencia de maneras irreductibles, la cual, desde el primer momento, ha sido resultado de la arraigada intransigencia que existe entre los colombianos.

Es utópico hablar de construcción de paz en los ambientes educativos y la realidad que tenemos en este momento, pues aunque se ha recorrido un importante camino, aún no hemos encontrado la llave que nos abra la puerta a la paz. Colombia sigue siendo un territorio desigual, vulnerable, violento de distintas maneras, una tierra herida por el narcotráfico, por la prostitución, la corrupción y la discriminación. ¿Cómo lograremos hablar de paz?, si mientras yo escribo este artículo hay cientos e incluso miles de niños y niñas sin siquiera haber desayunado ¿Cómo podremos hablar de paz en las escuelas?, cuando son las primeras en perseguirnos por ser diferentes, pues pareciera que es peor tener el cabello de colores, que la piel llena de moretones, ¿Cómo podemos hablar de paz? si la mayoría de las jóvenes ni siquiera conocen el origen de la guerra, te encuentras a jóvenes alabando a Pablo Escobar e ignorando por completo la lucha de Gaitán o Jaime Garzón, ¿Cómo hablar del legado de la Comisión de la Verdad?, ¿Cómo hablar de “no repetición” ?, cuando en cada rincón de los salones de clase se encuentran más historias de maltratadores que historias de sueños con futuro.

Al menos yo soy de la capital, no tengo la desdicha de vivir en las zonas olvidadas históricamente, al menos tengo un techo, al menos tengo un salón de clases; no tengo que pasar por ríos, trochas y caminos inventados para recibir clases en infraestructuras inhumanas.

Quizás podría hablar de paz, si al caminar encontrara más parques que consumidores de droga, quizás podría hablar de paz si todos mis compañeros tuviesen la seguridad de llegar a la universidad, pero somos de colegio público, de un barrio de estrato 1, con suerte cuatro ingresarán a la Universidad, pues me lo dijo una educadora, los colegios no buscan prepararnos para la universidad, buscan prepararnos para trabajar. El sistema necesita cambiar, si se mira 20, 30 o 40 años atrás la educación no ha cambiado su modelo tradicional y monótono de unos estudiantes sentados escuchando, mientras un profesor habla y habla de lo mismo una y otra vez.

Se nos culpa por no aprender, por no rendir en todas las materias, pero ¿dónde queda lo que sentimos?, ¿Acaso sólo somos máquinas de duplicar información, o ¿es eso en lo que esperan convertirnos?, pues sentando a 30 personas completamente distintas, con capacidades e intereses sumamente variados para que aprendan lo mismo de la misma manera, no me lleva a pensar otra cosa.

Construir la paz en un país tan herido por la guerra, un país que por años ha invertido más en armas que en libros, no es algo que se dé de la noche a la mañana, pese a la firma del acuerdo de paz. En territorios como el del Río Atrato, la guerra sigue atormentando a nuestra gente, la inequidad económica sigue siendo el pan de cada día, el acceso a la educación superior es un imposible para muchos, pues el sistema educativo no ha entendido que aprender matemáticas y ciencias no es lo único que necesitamos, ya que es imposible que un niño que tiene una variedad de problemas emocionales producto de su vida familiar pueda explotar sus capacidades a la hora de aprender, o que el niño que tiene todo el talento para la danza, la música, el dibujo, la escritura, quizá no es el mejor solucionando ecuaciones, o que el estudiante que es muy bueno en matemáticas no es el mejor en los deportes y en eso debería enfocarse el sistema: explotar nuestras capacidades y hacernos sentir orgulloso de ellas, en lugar de hacernos sentir inútiles por no ser los mejores en X o Y asignatura. No se puede decir que el componente socioemocional se tiene en cuenta en las escuelas sólo porque existe un profesional de psicología o trabajo social en los planteles educativos, pues muchas veces estos profesionales no inspiran confianza en los estudiantes, en lugar de cumplir un rol de ayuda, cumplen un rol de control, además hay un profesional para más de 300 estudiantes, lo que nos deja como resultado un panorama desolador para la socio emocionalidad.

Convertir la socio emocionalidad en una de las bases de la cotidianidad de nuestra sociedad, es sin duda un reto abismal, pues también está ligado a la deconstrucción de distintas costumbres sociales negativas que existen en las personas, pues la violencia también ha tergiversado la educación, ha roto el camino hacia la construcción de un tejido social solidario y consciente, por el contrario, nos ha dejado con personas que no tienen estrategias de regulación emocional ni resolución de conflictos, componentes que para iniciar la construcción de paz, deberían ser enseñados en las escuelas.

La instauración de la socio emocionalidad en la sociedad, tiene demasiadas aristas por abarcar, que además dependen de muchos factores externos. En primer lugar, todos los niños, niñas y jóvenes deben tener condiciones de vida óptimas y dignas, pues este es el primer factor que afecta la salud mental, pero por supuesto, no es imposible si se prioriza que desde la sociedad y las escuelas, hasta las alcaldías y gobiernos, se dé el primer paso para apostarle a una sociedad sana y reconstruida, que conozca su historia para mitigar y no repetir la violencia social, política, económica y emocional que por tanto tiempo se ha normalizado en nuestro país. Debemos apuntar a una educación que nos dé estrategias de regulación socioemocional, de resolución de conflictos, que tenga un personal idóneo en salud emocional y suficiente para el acompañamiento de las necesidades de nuestros niños, niñas y jóvenes, que además nos enseñe nuestra historia, que destaque nuestras capacidades, entienda y defienda nuestras diferencias, nos brinde la prometida y exigida educación sexual integral, que nos informe sobre el consumo de SPA, nos incite a pensar y no a memorizar, nos preparé para acceder a la educación superior pero sobre todo, que nos enseñe a ser personas, que nos enseñe a defender nuestros derechos y los de los demás, que nos enseñe a respetar la diferencia, al territorio, al vulnerable, que nos enseñe a construir tejido social de cuidado.

Todo esto es urgente y necesario, sin dejar de lado estrategias como las que se han llevado a cabo desde el arte y la cultura, como el Festival Intercultural: "Tejiendo Redes de Paz", que tuvo como objetivo tomar espacios en donde se gestaba conflicto y consumo para mostrar los talentos de los estudiantes y dar un mensaje de reconstrucción del tejido social. El Festival de las Artes resalta el trabajo de los docentes para crear estrategias de enseñanza diferentes y las capacidades de los estudiantes; la estrategia SIMONU, despierta el interés por las causas sociales, impulsa el liderazgo y también desarrolla capacidades de investigación, gramática y debate, de igual manera la asociación de colegios públicos con Compensar para que los estudiantes tengan espacios de deporte como futbol, natación, voleibol o basquetbol contribuye a construir una cultura de paz. Sin embargo, es importante reconocer que estas estrategias no llegan ni se implementan en todos los colegios, es importante que todos los colegios puedan acceder a estos programas y estrategias en favor de convertir las escuelas en territorios de paz.

Solo así realmente las escuelas se convertirían en territorios de paz que le apuestan a la socio emocionalidad, a la no repetición y a la adopción de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad, de esta forma la escuela abrazaría la verdad y la paz.