Kelly Yojana Pulido Patiño
Licenciada en Pedagogía Infantil con Maestría en Infancia y Cultura

La escuela SÍ quiere educación integral para la sexualidad

Miradas a la educación

Kelly Yojana Pulido Patiño
Tercer puesto en el XVI Premio a la Investigación e Innovación Educativa (2022). Categoría Investigación


La escuela además de querer educación sexual, la necesita con urgencia

Mientras a finales del 2022 en la Cámara, el Senado, el Concejo de Bogotá y otros estamentos se debatía sobre la pertinencia, la inversión y las responsabilidades Educación Integral para la Sexualidad (EIS), sectores políticos tradicionales, conservadores y otros mal llamados de “centro” se oponen a esta catedra como si estuvieran en la época de las cavernas. Con pocos argumentos, algunos basados en creencias religiosas estrechas, otros basados en la ignorancia y en la tergiversación de la normativa internacional de los derechos sexuales y reproductivos.

Lamentablemente, estas discusiones que deberían ser apropiadas por las y los educadores, las familias, directivos incluso los mismos niños, niñas y jóvenes, no trascendieron más de dos o tres noticias y algunos intentos en redes de contrarrestar un par de videos que desinformaban y satanizaban la educación sexual, que incluso cuestionan la capacidad de la escuela y de l@s maestr@s para impartirla; también  apareció uno que otro politiquero afirmando que esta responsabilidad se le debería dejar a la familia y la iglesia.

La educación sexual se sigue atacando en un país, donde las cifras de embarazo adolescente, según las Estadísticas Vitales del DANE, revelan que “en el 2021 se registraron en Colombia 4.708 nacimientos en niñas de 10 a 14 años. Este número representa un aumento del 11 por ciento con respecto al 2020, cuando se registraron 4.243” (GESTARSALUD, 2022). Cabe aclarar que estos casos, en menores de 14 años, constituyen un abuso sexual según la Ley 1098 de 2006 Código de la Infancia y la Adolescencia. Además de estás reveladoras cifras, fueron muchos los casos de violencias sexuales que se presentaron en nuestras instituciones en el pasado 2022. Igualmente, otros tipos de agresiones como las violencias de género, la discriminación hacia estudiantes y maestr@s  en condición de sexualidad diversa, bullying, ciberacoso, riesgos sexuales en la internet, feminicidios, entre otras problemáticas, afectaron directamente la convivencia y la calidad de la educación en los colegios a nivel nacional y distrital.

La pandemia, la cuarentena y la crisis social vivida trajeron consigo además  de dificultades a nivel académico, el auge y uso de los dispositivos electrónicos por parte de los niños, niñas y adolescentes sin mayor supervisión, sin formación para el uso responsable y crítico de estos, desencadenó una  problemática poco abordada como es el consumo temprano de pornografía. Según un estudio de Save The Children el 30% de los niños y niñas encuestados refieren que su única información sobre sexualidad la reciben de la pornografía, además hay casos de inicio de consumo desde los 10 años y con una periodicidad frecuente. 

El 53,8 % de las personas encuestadas ha accedido por primera vez a la pornografía antes de los 13 años, y un 8,7 % antes de los 10 años. La edad media es de 12 años de manera global (antes de los 12 años para los chicos y los 12 años y medio para las chicas). A lo largo de los años, al mismo tiempo que se han desarrollado y difundido los smartphones y redes sociales, la edad a la que accede la población adolescente por primera vez a la pornografía es cada vez más baja. (Save the Children España, 2020)

Además de esta problemática, también aumentaron los casos de sexting con menores de edad, la explotación sexual, sextorsión, grooming, cyberbullying, entre otros. Todo este espectro de riesgos y violencias se abrió ante nuestr@s estudiantes. La cuarentena y la educación remota posiblemente influyó en el incremento del abuso sexual infantil. No es descabellado relacionar estas problemáticas con las violencias sexuales y de género presentes en las formas como se relacionan nuestros estudiantes. Surge entonces la pregunta: ¿hasta qué punto la escuela está atendiendo estas necesidades de educación sexual y prevención propias de las nuevas realidades traídas por la pandemia?

La transformación de las prácticas educativas en la escuela, la respuesta a estos nuevos desafíos.

La educación sexual no es responsabilidad únicamente de las instituciones educativas, esta es corresponsabilidad de la familia, las instituciones y el Estado. Sin embargo, en un país donde esta educación ha sido insuficiente por décadas, que en muchas generaciones se construyó desde las “pedagogías del miedo” (Bermúdez, 2019), ¿es acertado delegar esta tarea a las madres y padres que en su mayoría no pudieron acceder a ella?, la respuesta es NO. La institución más idónea por cercanía a la población y capacidad pedagógica es la escuela. Sin embargo, es necesario preguntarnos: ¿La escuela está preparada para asumir este reto pedagógico?

Colombia es uno de los países pioneros en materia de legislación, normativas, políticas públicas y programas de educación sexual a nivel de la región latinoamericana. No obstante, existe una gran brecha entre teoría y la práctica, una mínima inversión de recursos humanos y materiales para implementarla, por lo que algunos de los avances alcanzados corresponden a acciones desarrolladas por el Ministerio de Salud, fundaciones, redes, colectivos y entidades privadas.

¿Por qué es tan difícil implementar la EIS en nuestras instituciones? La respuesta no es sencilla, ni  se puede reducir a la falta de cualificación de los docentes en esta materia (pues son contados los pregrados y posgrados que forman a los futuros licenciados en educación sexual). A pesar de que la educación sexual  es de carácter obligatorio, como lo dicta la Ley General de Educación 115 de 1994 en su artículo N° 14, son pocas las instituciones educativas que le dan cabal cumplimiento, ya que, lamentablemente, el proyecto transversal Proyecto de Educación Integral para la Sexualidad PEIS tiende a reducirse a unas actividades de sensibilización  esporádicas en el año, por tanto se desdibuja en proyectos de salud y bienestar, o en el peor de los casos queda al parecer de los directivos o de algunos maestros que tienden a reducirla a una educación moralista, higienista y desactualizada, basada no en el saber científico y las normativas sino en la construcción subjetiva de quien la imparte.

Bajo este panorama poco alentador, no todo está perdido, puesto que en algunas instituciones educativas, como el Colegio Gerardo Paredes IED, se desarrolla una puesta pedagógica exitosa de educación sexual con enfoque de género basada en la ciudadanía, liderada por el maestro investigador Luis Miguel Bermúdez. Esta experiencia logró reducir considerablemente las cifras de embarazo precoz en este mega colegio. A su vez, otros proyectos pedagógicos, como los del Programa Maestros y Maestras que Inspiran del IDEP en la Línea de Género y Diversidad sexual, están aportando a la resignificación de la educación sexual, el género, la diversidad sexual y las masculinidades en el ámbito escolar. Se resalta la constitución de la Red Nacional de Maestr@s DIVerGENte (https://linktr.ee/reddivergente), que surge como una iniciativa para  articularse y trabajar en red con otros maestr@s que también están realizado en  sus colegios proyectos para fortalecer la EIS, disminuir la discriminación y construir equidad de género en los territorios escolares. 

De estas apuestas pedagógicas se destaca el “Proyecto de Investigación Pedagógica de educación sexual integral en la primaria” que logró el tercer puesto del Premio a la Investigación e Innovación Educativa versión SED 2022, en la categoría de Investigación, gracias al impacto pedagógico logrado en la comunidad educativa del Colegio IED Juana Escobar de la localidad San Cristóbal. Su gran pregunta de investigación fue ¿Es posible una educación sexual integral pensada para las infancias que atienda a las necesidades y problemáticas de los niños y niñas de quinto de primaria?


Construyendo mi educación sexual con un enfoque de ciudadanía y género, partir de las tensiones y las resistencias para buscar la posibilidad.

Fui nombrada en el 2015 en una institución de la parte alta de los cerros orientales, allí me encontré con una bella población, los estudiantes de grado quinto del Colegio IED Juana Escobar. Niños y niñas en edades entre los 9 y los 12 años en pleno paso a la adolescencia, al evidenciar las dificultades convivenciales en los cuatro quintos con los que trabajaba, advertí un factor muy común: las violencias de género, los primeros noviazgos poco asertivos, y algo más preocupante: año tras año identificaba el presunto abuso de algunos de mis estudiantes, el desconocimiento de las niñas sobre su salud menstrual, los tocamientos entre estudiantes, el descuido e irrespeto hacia su cuerpo.

Estas problemáticas, que hacen parte de las realidades educativas de muchos maestros, me llevaron a cuestionar mi labor pedagógica y mi rol docente. Surgió entonces, en los cursos quinto, un proyecto de grado sobre  educación sexual que inicialmente se enfocaba en la prevención, el cual  con el pasar del tiempo se fortaleció en la innovación pero que desde la pandemia se consolidó como un proyecto de investigación en la Maestría de Infancia y Cultura de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas: Análisis crítico de tensiones Infancias- Sexualidades- Escuela. Construyendo mi educación sexual con un enfoque de ciudadanía y género. (Pulido, K. 2022)

Este ejercicio de reflexividad pedagógica en el aula permitió comprender la problemática de la educación sexual desde su complejidad, un país en deuda con esta, las particularidades de una población escolar, todo lo cual me llevó a reinventarme día a día en mi práctica pedagógica y en mi propio yo.  Analizar críticamente las tensiones que se tejen entre infancias, sexualidad y escuela, partiendo de un diagnóstico institucional, posibilitó la construcción de una propuesta pedagógica de educación sexual integral para las infancias que logró transformar subjetividades y realidades en este contexto escolar.

¿Por qué la educación integral para la sexualidad pensada para las infancias se construye entre tensiones y resistencias?

El ejercicio etnográfico de investigación, que hizo parte de mi quehacer en el aula por siete años, acompañado de la construcción de un estado del conocimiento y un juicioso análisis teórico, permitió identificar siete grandes tensiones a superar, entre otras que demandas más investigación. A continuación se sintetizan las principales tensiones encontradas: 

1.    Las socioculturales: Dentro de estas ubicamos toda la herencia occidental moderna, dispositivos y relaciones de poder que recaen sobre el cuerpo y la sexualidad como las prácticas, discursos, tabúes, prohibiciones, culpa, censura etc. que, a su vez, se antagonizan con la posibilidad de la construcción de ciudadanía sexual desde un paradigma de derechos. (Bermúdez, 2020),

2.    Las institucionales: Las relaciones de poder y de género que se reproducen en las instituciones familia, escuela, iglesia y Estado versus las resistencias que desde construcciones subjetivas y colectivas los niños, niñas y adolescentes, incluso algunos maestr@s, ejercen hacia estas y sus dispositivos de control.

3.    Las familiares: Según Bermúdez (2020) las familias de nuestros estudiantes crecieron bajo un paradigma autoritario de control hacia el sujeto (hacia su cuerpo y sexualidad). No obstante, los niños, niñas y jóvenes se están desarrollando bajo un paradigma de derechos a partir de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948) y la Convención sobre los derechos del niño (1954).

4.    Las generacionales: Existe una gran brecha generacional entre adultos, niños, niñas y jóvenes. La forma como fuimos educados, concebimos y vivimos la sexualidad maestros y familiares adultos dista mucho de las construcciones de subjetividad de las nuevas generaciones que se caracterizan por la influencia de relaciones tecnomediadas y de una mentalidad más “abierta”, ya que no se asume la sexualidad desde los determinismos, la naturalización y una única verdad, sino desde la pluralidad de las sexualidades y diversidades. Esta diferencia generacional constituye una de las principales dificultades para hablar de sexualidad. 

5.    Las pedagógicas: El ideal de la educación, lo que se pretende enseñar a los niños y las niñas, lo que se cree “adecuado” para ellos, versus sus realidades y necesidades en educación integral para la sexualidad. A esta tensión se suma la falta de cualificación de docentes y directivos docentes, la distancia entre la teoría y su relación con la práctica, pues a pesar de la reglamentación y teorización de la EIS es poco lo que se ha avanzado en didácticas o pedagogías de la sexualidad (Bernal, 2019). De igual manera, es mínimo el material que se encuentra para la primaria con un enfoque integral, es decir, desde todas las funciones de la sexualidad: reproductiva, socioafectiva, comunicativa y erótica. Necesariamente esta educación sexual parte de un enfoque de ciudadanía, diferencial, inclusivo y de género. 

6.    Las de género: Son las construcciones socioculturales del sistema patriarcal y machista que caracteriza nuestra sociedad y se reproduce inconscientemente en prácticas y discursos sexistas en la escuela, generando discriminación y brechas de desigualdad, estas a su vez se antagonizan con las resistencias ejercidas por mujeres, niñas, adolescentes y maestras que logran un empoderamiento femenino y a través de acciones de transformación buscan construir equidad entre géneros y respeto por la diversidad humana.

7.    Las personales: Estas hacen referencia a las cargas socioculturales que nos formaron como sujetos occidentales, nuestra construcción personal de educación sexual, la forma como nos relacionamos con nuestro cuerpo, el placer, la sexualidad, consigo mismo y con los otros. Esas apropiaciones moralistas, religiosas y poco asertivas con las que configuramos nuestra subjetividad versus la posibilidad de deconstrucción personal, la resignificación individual y colectiva de la corporeidad y la sexualidad, incluso de la escuela misma, en conclusión, la posibilidad de transformar desde el empoderamiento personal y social.

Hablar de educación sexual es algo complejo, pero aún más si es para las infancias, porque está sujeta a las representaciones sociales de niño y  niña que cada sociedad construye. En nuestro contexto los sujetos infantiles por herencia occidental se conciben desde los imaginarios de “angelicalidad”, “inocencia” y “pureza” (Zuleta, 1980), lo que conlleva culturalmente a enmarcarlos en una presunta “asexualidad”. Romper esta errónea concepción es uno de los principales derroteros para lograr implementar la EIS en la escuela, al igual que generar estrategias pedagógicas que permitan resignificar las tensiones anteriormente enumeradas. En la transformación de los sujetos y la educación está la clave, por ende, debemos pensarnos no solo desde las tensiones y resistencias sino también desde la posibilidad.

La educación integral para la sexualidad en la infancia se construye desde las posibilidades que brinda el poder de la educación. Repensar mi práctica docente desde las necesidades de educación sexual de mis estudiantes se convirtió en un reto pedagógico, al cual en gran medida se le dio respuesta, de ahí la importancia de esta investigación y su difusión. El concientizarme que para poder lograr la confianza necesaria para hablar de este tema, debía partir de unas relaciones horizontales de poder, de la pedagogía crítica, del juego, de las realidades del contexto, de la creación de unas didácticas propias, pero sobre todo de un ejercicio de deconstrucción personal y profesional. En este sentido, el reconocerme “ignorante” no fue un obstáculo, sino el primer paso para emprender una búsqueda de sentido e iniciar un camino de incertidumbres.  Lo más importante es que aprendí e investigué a la par con mis estudiantes, logrando vincular a sus familias en este proceso en un tiempo tan retador y difícil como lo fue la pandemia.

La metodología RAP, Reflexión Acción Participación (SED. 2014), fue una aliada en este proceso de construcción de ciudadanía y de creación, pues entre los mayores impactos logrados se resaltan el empoderamiento de los niños y las niñas en derechos sexuales y reproductivos, la prevención de violencias sexuales y de género, la prevención e identificación del abuso sexual infantil, conciencia de equidad y respeto por las diferencias, resignificación de masculinidades, apropiación de mi cuerpo como territorio, que las familias empezaran a cuestionarse por las desigualdades de género y la importancia de hablar de sexualidad con sus hij@s.

Para finalizar, es necesario asumir la educación sexual como un acto político, ya que, su acción y omisión afecta directamente la vida de nuestros niños, niñas y adolescentes, en tanto se enmarca en relaciones de poder complejas. El incluirla o excluirla del plan de estudios en sí ya constituye una decisión política de afectación individual y social. Por tal razón, este proyecto se cimentó desde la reestructuración curricular en diferentes asignaturas transversalizando la EIS, el enfoque de género y ciudadanía.  A su vez, requiere fundamentarse en la normatividad y las políticas públicas, el liderazgo del maestr@, el apoyo institucional y primordialmente del trabajo en red con otros educadores y colegios. 

Además de ser un acto político la EIS es una posibilidad de trasformación y requiere de un acto de reconciliación a todos niveles, personal, escolar, institucional, familiar, con nuestro cuerpo, nuestro ser, nuestra sexualidad, pero sobre todo, un acto de reconciliación adulto-niño, maestro-estudiante, en el cual se resignifique el adultocentrismo y se reconozca a los sujetos infantiles como sujetos de derecho, ciudadanos, con capacidad de agenciamiento y de transformación (Pulido, K. 2022). Construir la educación sexual para las infancias abre la posibilidad de crear las pedagogías de la sexualidad en una gran alianza familia-escuela.

Referencias

Bermúdez. L. y Granja. S. (2019) Sexualidad sin pelos en la lengua. Bogotá: Intermedio Editores S.A.S

Bermúdez. L. (2020) La familia en la construcción de la ciudadanía sexual, en Escuela y familia misión imposible. 27 maneras de implicar a las familias educativamente. Madrid: Ediciones Khaf. pp. 395-413.

Bernal, M. (2019d) Programa Socioeducativo de Educación para la Sexualidad. IDEP, SED. Bogotá

Gestarsalud (2022) Nacimientos en niñas menores de 14 años aumentaron en Colombia el año pasado. Redacción Gestarsalud https://www.gestarsalud.com/2022/03/29/embarazo-en-adolescentes-en-colombia/

Save de Children. (2020) (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, Un análisis sobre el consumo de pornografía en adolescentes y su impacto en el desarrollo y las relaciones con iguales. España
http://www.rehueong.com.ar/node/117 

Zuleta, E. (1980) Proceso de desnaturalización. El carácter social de la infancia Texto Inédito. Recuperado de:   
https://psikologika-mente.blogspot.com/2013/02/elcaracter-social-de-la-infancia.html