Marlene Sánchez Moncada
Doctora en Historia. Universidad Nacional de Colombia. Docente de Planta, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica Nacional

Feminización de la profesión docente en Colombia

Miradas a la educación

El inicio de la feminización de la profesión docente tiene lugar a mediados del siglo XIX, no sólo en Colombia, sino en varios lugares del mundo occidental, a esta conclusión se llegó en el Primer Congreso de feminización del magisterio[1] hace dos décadas, cuando varios investigadores socializamos los hallazgos de los estudios realizados en nuestros países de origen sobre el tema. En las últimas décadas del siglo XX y comienzos del siglo XXI, en el campo de la historia de la educación apareció un nuevo objeto de investigación: las maestras, y por una sencilla razón, eran ellas quienes mayormente aparecían registradas y mencionadas en los distintos documentos o fuentes primarias de finales del siglo XIX y principalmente porque en la actualidad el gremio mantiene esta condición.

La feminización del magisterio además de ser un nodo que vincula la historia de la educación con  la historia de las mujeres, se constituye en un acontecimiento en la historia de la educación de las  mujeres. Siguiendo a Foucault, el acontecimiento es aquella “instancia singular y práctica para el análisis de la historia que se inscribe en el estudio sobre la concurrencia en un momento determinado de conexiones, estrategias, apoyos, bloqueos y juegos de fuerza y de poder, que han dado lugar a una emergencia singular en la historia, extraña y rara donde aflora un terreno intenso de fuerzas y contra-fuerzas donde lo múltiple se pliega sobre sí” (Diaz, 2010).

Para que el proceso de feminización del magisterio ocurriera de manera casi que sincrónica en varios lugares del mundo occidental, se necesitaron determinadas condiciones de posibilidad; entre las cuales se pueden mencionar las relaciones que se establecieron entre el papel socialmente asignado al ejercicio docente y el papel socialmente asignado a las mujeres; asignaciones que toman cuerpo en la maestra de la segunda mitad del siglo XIX. Los detalles de este proceso se presentarán en párrafos posteriores.

Varios hechos antecedieron este acontecimiento, principalmente documentados en la educación de las mujeres. En este campo de análisis se marcan dos etapas: la primera transcurre durante la colonia, período durante el cual las mujeres son formadas bajo la modalidad de la educación doméstica y no están escolarizadas. La segunda etapa coincide con las últimas décadas del período colonial y se extiende hasta la actualidad, tres siglos durante los cuales una de sus características principales ha sido la promoción de la escolarización de niñas y jóvenes.

La educación doméstica propia del período de la colonia, fue aquel tipo de formación dirigida a las mujeres blancas pertenecientes a las familias de las clases altas, quienes eran vistas por los distintos sectores “como las perfectas para casarse, tener hijos, o ir al convento, pues se les presionaba para que llevaran una vida asexuada y frígida. Por el contrario, las mujeres de las castas se las veía más aptas para la vida sexual por su debilidad innata frente al pecado. Además, se las catalogaba como inestables, perezosas, lentas para aprender, de carácter melancólico, o bien, extremadamente fogosas (Bermúdez, 1992, pág. 78).

La formación de estas mujeres era impartida en sus propias residencias, educadas en los saberes que se consideraban propios de su sexo, “La educación en el seno de la familia corría a cargo, por lo general, de la madre que desempeñaba su función de manera informal, pero eficiente; en algunos casos, completada por preceptores particulares, una madre alfabetizada con la función de hacer de sus hijas unas buenas esposas y madres de familia”. (Foz y Foz, 1997, p. 25). Por su parte, para las mestizas, mulatas indias y negras “La educación doméstica se dio a través de la transmisión de los oficios desde edades muy tempranas.” (García Sánchez, 2007, p. 149)

Finalizando el siglo XVIII, en 1768 se expide la Cédula Real del 14 de agosto, mediante la cual “se prohíbe que la educación siga estando en los dominios de la vida familiar.” (García Sánchez, 2007, pág. 58), En la Cédula Real de 1768, ley IX, se ordenaba el establecimiento de casas para la educación de niños y de la enseñanza para las niñas, con el propósito de convertirlas en las mejores madres de familia. La cédula disponía la apertura de casas de enseñanza para hijas de labradores y artesanos, ya que las niñas de clases altas podían ser educadas en los colegios de las religiosas, como el Colegio de La Enseñanza o en los monasterios de las comunidades religiosas femeninas. (García Sánchez, 2007, p. 90),

Con esta Cédula Real se ordena la escolarización de la educación femenina acorde con su clase, raza y etnia, su formación debe llevarse a cabo en donde le corresponde, los colegios religiosos o en las escuelas públicas para niñas, estas última por orden real fueron regentadas por las mismas hermanas de La Enseñanza.

Pasadas varias décadas, en el período de la post independencia las ciudades principales contaban por lo menos con una escuela pública de niñas y adicionalmente en 1832 con la fundación del Colegio de la Merced en Bogotá se abre la posibilidad de educar a este sector poblacional en centros educativos de mayor nivel; eso sí, manteniendo la consigna de formarlas en los saberes propios de su sexo. Este colegio se creó con la intención de atender a las hijas de los próceres de la independencia y como señal de agradecimiento de su gran labor. Tanto el Colegio de la Enseñanza como el Colegio de La Merced siguen funcionado en la actualidad.

Una particularidad de los saberes impartidos en el Colegio de la Merced, consistió en proyectar el futuro de sus alumnas. Una de estas proyecciones les vislumbraba como posibles maestras en las escuelas de niñas; a pesar de que esta institución no había sido creada con la intención de formar maestras y tampoco su estructura organizativa correspondía a la de una Escuela Normal; no obstante fue en el Colegio de La Merced la institución femenina en la cual se inició un proceso de escolarización en función de formar mujeres para varios destinos, entre ellos ejercer el magisterio.

Es necesario precisar que para esta época solamente existían Escuelas Normales para varones y pasaron por las menos cuatro décadas para la creación de las primeras escuelas normales femeninas. Para mediados de siglo XIX en las principales ciudades del país se imparte educación a las niñas y jóvenes en los pocos colegios privados, las escuelas de niñas y en la única institución de carácter público, el Colegio de La Merced. Las fuentes primarias muestran un cuerpo docente mayoritariamente masculino, pero que en pocos años va deviniendo en mayoritariamente femenino y ya hacia 1870 en las fuentes oficiales se registra un número más o menos equivalente de hombres y mujeres ejerciendo el magisterio

Por esta misma época, durante el Radicalismo, se expide el Decreto Orgánico de Instrucción Pública, el cual dispone la creación de Escuelas Normales para Señoritas, las primeras del país y se dispuso su fundación en las ciudades de Bogotá, Medellín, Santa Marta y Socorro; la dirección de estas Escuelas Normales estaría a cargo de cuatro maestras alemanas especialistas en los métodos de Pestalozzi, traídas al país por el estado colombiano. Así fue. Entre 1874 a 1876 llegaron estas maestras extranjeras a dirigir las escuelas normales para señoritas en cada una de las ciudades antes mencionadas. Por cuanto estas directoras no eran fieles a la religión católica, se presentaron algunas confrontaciones principalmente en Medellín, por lo cual el gobierno federal creo su propia Escuela Normal de señoritas bajo la dirección de una maestra local y fiel a la religión católica.

En aquel entonces  se otorgaban becas tanto en la Escuela Normal de Varones, como en la Escuela Normal de Señoritas. Las y los aspirantes debían cumplir ciertas condiciones, entre ellas servir de maestro o maestra en escuelas públicas de niños y niñas durante dos años y en ocasiones por tres años. No obstante, a pesar de que egresaban de estas instituciones un número similar de maestros y maestras, a partir del año 1880, aproximadamente, el número de hombres empezó a disminuir. Así para finales de la segunda década del siglo XX, las fuentes primarias muestran un mayoritario desempeño de mujeres tanto en escuelas de niñas y niños; a pesar de la prohibición a las mujeres de desempeñarse como maestras de varones mayores de 12 años.

En los años subsiguientes esta tendencia se mantuvo y se ha mantenido hasta hoy. La feminización del magisterio va ocurriendo paulatinamente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, si bien la creación de las escuelas normales para señoritas se constituye en un evento importante que afianza la feminización del magisterio, no es la única explicación.

Los comienzos del proceso de feminización de la profesión docente en Colombia es asumido como acontecimiento por cuanto confluyeron varios aspectos: el magisterio se constituyó en un ámbito que podía materializar algunas de las principales funciones sociales asignada a la mujer; por otra parte,  concretar algunas de  las funciones sociales asignadas a los docentes de aquella época, también se ancló en el presupuesto que defiende que las mujeres por naturaleza son aptas para la crianza y la educación de los niños y niñas y el magisterio se asume como una extensión de la maternidad. Por último, desde la segunda década del siglo XX, se promovió un discurso que defendía la incursión de las mujeres al mercado laboral; siempre y cuando mantuviera las condiciones morales que se esperaban de las mujeres. 

Pasadas algunas décadas, las mujeres por fin tuvieron acceso a la educación superior y en 1953, luego de librar variadas luchas desde la década de los años 30, logró su derecho al voto. Después de una década bastante convulsiva – los años sesenta: liberación femenina y el uso de anticonceptivos-  en los años setenta las condiciones de las mujeres empiezan a cambiar sustancialmente; desde varios ámbitos se promueve la educación de las mujeres en igualdad de condiciones con respecto a los hombres y desde esos años viene librando varias luchas, luchas que también se han instalado en sus territorios de desempeño como docente y hoy en día gracias a muchas maestras se ventilan y discuten  las actuales problemáticas de las niñas, adolescentes y mujeres, en función de transformar aquellas realidades que aún les agobian y que incansablemente no dejan de cuestionar.

Referencias bibliográficas

Bermúdez, Hijas, esposas y amantes - Género, clase y edad en la historia de América Latina., 1992, p... 78.

Díaz Santiago, "Foucault y Veyne. Los usos del acontecimiento en la práctica histórica.", A Parte Rei No.69, (mayo de 2010), pp. 1-20.

Foz y Foz, P. (1997). Mujer y Educación en Colombia. Bogotá: Academia Colombiana de Historia.

García Sánchez, B. Y. (2007). De la educación doméstica a la educación pública en Colombia. En B. Y. García Sánchez, De la educación doméstica a la educación pública en Colombia. Bogotá D.C.: Fondo de Publicaciones Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Quijano, M. s., & Sánchez, M. (1999). Escolarización de niñas y jóvenes en Bogotá 1870- 1920. En O. L. Zuluaga, Historia de la educación en Bogotá. (pp. 139 - 166). Bogotá.  

[1] Celebrado en la ciudad de San Luis Potosí, México en el mes de febrero de 2001, con la participación de aproximadamente 20 ponentes de distintos países.