Claudia Mireya Alvarado
Maestra en Artes Escénicas de la Universidad Distrital – ASAB. Magister en Educación, Pontificia Universidad Javeriana. Docente del Colegio IED Alberto Lleras Camargo.

Experiencia pedagógica: ¿…y cuando vuelve el desaparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento

Miradas a la educación

No es posible perdonar lo que desconocemos, ni construir presente de paz y reconciliación desde la indiferencia. Claudia Alvarado

A partir del año 2015 conformé un grupo de danza–teatro con estudiantes de básica y media en el colegio Alberto Lleras Camargo, de la localidad de Suba. Este ejercicio escénico, tanto en danza como en teatro, permitió reconocer que en ellos y ellas, mis estudiantes, las acciones o sucesos violentos, que han  estado impresos en sus historias de vida, no solo en las propias, sino también en un tejido de memoria generacional, se encontraban normalizados.

Se percibía un distanciamiento hacia el alcance y significado de la palabra violencia, de manera específica, en la implicación que esta tiene en el contexto urbano. Para ellos, pese a las innumerables y diferentes amenazas a la integridad y dignidad de sus vidas y las de sus familias, la violencia era el accionar bélico entre grupos armados que se desarrolla en el campo, pero dicha violencia no guardaba relación con ellos, es decir, “a nosotros en la ciudad no nos llega la violencia”, decían.

Surge así el objetivo de abordar, desde el lenguaje artístico, los imaginarios que tenían los estudiantes frente al conflicto armado nacional. Realizar un acercamiento a la comprensión que tienen los jóvenes citadinos   sobre conceptos como violencia, conflicto, verdad, memoria, paz, reconciliación, reparación, entre otros. En este acercamiento aparece el fenómeno de la desaparición forzada y se convierte en el eje de profundización y en el pretexto de construcción artística y pedagógica.

En el año 2018 obtuve el primer lugar en la convocatoria Escuelas que, desde el arte y la   cultura, construyen memorias para la paz y la reconciliación; realizada por el Centro    de Memoria, Paz y Reconciliación, (en adelante CMPR), con la propuesta de realizar el montaje de una obra que identificará y generará cercanía, que permitiera a actores, bailarines y al público despertar empatía hacia el dolor que erróneamente se consideraba exclusivo y propio de las zonas rurales de nuestro país, direccionado hacia el reconocimiento histórico, la reflexión  y posición crítica. Tomé como tema de trabajo el suceso de las ejecuciones extrajudiciales, específicamente los falsos positivos del municipio de Soacha.                                                                            

La propuesta construida se titula: ¿…y cuando vuelve el desaparecido? Cada vez que lo trae el pensamiento, inspirada en la canción del cantautor Rubén Blades y su metodología se desarrolló en cuatro momentos:

Primer momento, fase de indagación.

En los espacios abiertos, físicos y de discusión, era constante encontrar opiniones como: “es mejor dejar quieto lo que está quieto”, lo que impulsó aún más el   afán esclarecedor de la verdad y encontrar otro eslabón fundamental de esta experiencia: lo  que nos callamos por miedo.

El proceso de negación nacional del fenómeno de la violencia, no solo se sostiene por la indiferencia o por carencia de empatía. El temor ocupa un lugar  tan privilegiado que muchos actores dentro del contexto educativo, aun teniendo la certeza histórica de las aterradoras crónicas de violencia, las invisibilizan y se abrazan al temor, fruto de la poderosa estrategia de manipulación de la opinión nacional.

Analizamos la desaparición forzada como arma de guerra, la significación de los   derechos   reconocidos internacionalmente como humanitarios y la violación de estos; los  crímenes de lesa humanidad. Esta indagación se realizó con el acompañamiento del CMPR, donde tuvimos el encuentro con las mujeres de la Fundación Madres de los Falsos Positivos (MAFAPO).

Esta fase de indagación se mantuvo y se mantiene hasta hoy, viva con cada  suceso que se despliega alrededor de las ejecuciones extrajudiciales, la confirmación de los 6.402 casos, las audiencias de reconocimiento que adelanta la JEP y la entrega del Informe final de la Comisión de la Verdad,  Hay                          futuro si hay verdad, entre otros.

En la reconstrucción de los sucesos los estudiantes encontraron contextos muy similares a los suyos, hogares que en su conformación familiar, en su estrato socioeconómico, en sus actividades, eran como propios.

Segundo momento, fase de exploración artística

El objetivo de este momento fue vincular escénicamente los conceptos teóricos y emocionales recogidos en la fase anterior, para integrar, a partir de la danza y el teatro, el propósito de visibilizar, reparar y no  repetir.

La danza contemporánea se empezó a ligar con la técnica de la memoria emotiva que propone Stanislavsky. Se construyeron escenas en las que persistían temas como el silencio y la indiferencia, y que permitían empezar a ver la resignificación de la memoria. Con el teatro (pieza didáctica), se abre la voz de los estudiantes al público, escribir, construir y enfocar, partir de la palabra, compartir sus propias reflexiones.

La relación de la danza folclórica con las instituciones   educativas es mucho más cercana que cualquier otro tipo de corriente del arte danzario, por esta razón los preconceptos de los estudiantes facilitaron el    reconocimiento rítmico del bambuco, el cual se fortaleció con la fuerza poética, ladescripción de los momentos históricos desde el sentir patriótico y el protagonismo de la voz del pueblo, como características de este ritmo andino.

Tercer momento, fase de montaje

En este tercer momento realicé la construcción del texto dramático e            involucré los testimonios y los recursos recogidos en las dos fases anteriores; abordé con detalle y respeto el suceso de las ejecuciones extrajudiciales y le di desarrollo a las diferentes historias que rodearon estos hechos.

La estética construida hizo de las danzas, de los textos, de los distanciamientos, momentos poéticos que indudablemente conmovían y enfrentaban a los estudiantes participantes.

El montaje está construido en tres actos, cada uno de ellos se enfoca en dar a conocer la problemática, en priorizar la reparación de las víctimas y en la importancia de la memoria, no para eternizar el odio, sino para apropiarnos de la verdad  y hacer de ella un bien público, En palabras del presidente de la Comisión de la verdad, “La verdad debe ser un bien público, un derecho y deber inviolable”     Francisco de Roux S.J.                            

Cuarto momento, fase de socialización:

La obra construida colectivamente se consolida en cada presentación. En los foros de discusión, el público se hace participe con su palabra, comparte inquietudes, expresa su sentir, reflexionamos en conjunto.

Durante las funciones de estreno contamos con la presencia de algunas madres de la Fundación MAFAPO. Esto enriqueció al público, de la misma manera que había sucedido con los actores y bailarines en la etapa de indagación. Entender la implicación del testimonio es un acto que dignifica y repara a la víctima, y genera empatía en quien escucha.

La obra se presentó a la comunidad educativa del Colegio Alberto Lleras Camargo, sección  bachillerato en la jornada de la mañana y tarde. Ha participado en dos foros institucionales en colegios cercanos, en el Foro local de Suba y el escenario del CMPR.

Durante la pandemia el proceso del grupo se adaptó a la virtualidad que emergía, se concentró en el trabajo de creación de diferentes situaciones violentas de nuestro país, se mantuvo vigente la indagación pedagógica con relación al arte, con el estudio y montaje de algunas escenas de la obra Guadalupe años 50, del Teatro La Candelaria.

Esta experiencia ha participado en foros, en el webinar Experiencias y tips para la construcción de paz en contextos educativos, organizado por la Fundación Compaz y Coschool, en el I Congreso de internacional de Pensamiento Educativo, organizado por la Universidad de la Salle, en el III Simposio La Paz se toma la Palabra, organizado por el Banco de la Republica – Centro Cultural de Manizales. Participamos también en el proceso de indagación Pedagogías de las Memorias y las Migraciones, proyecto de la Secretaría de Educación de Bogotá y el CMPR, el cual  recoge las experiencias pedagógicas que vinculan la memoria en sus dinámicas académicas.  Recibimos con alegría y sorpresa que nuestra experiencia pedagógica fue reconocida por el Festival Ana Frank, organizado en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, otorgando una mención especial por el valor  pedagógico y teatral. Participamos en el VII Festival de Teatro Estudiantil de Bogotá, organizado por la Fundación Teatro Nacional y el apoyo del Ministerio de Cultura.

Hacia finales del 2022, obtuve el primer lugar del Premio a la Innovación e Investigación Educativa en la línea de Innovación organizado por el IDEP.

Como docente confirmo la necesidad y responsabilidad que tengo de generar el encuentro reflexivo entre la escuela y el contexto en el que nacen y crecen mis estudiantes. Ratifico también la urgencia de crear y mantener ambientes empáticos que contribuyan a disminuir los riesgos a los cuales se enfrentan los jóvenes, a la construcción del pensamiento crítico, a la formulación de proyectos de vida que no se forjen por hechos accidentales, a velar por mejorar la convivencia y el sentido de pertenencia de los ciudadanos con su nación.

En esta experiencia, el arte no se presenta como una herramienta pedagógica, se presenta como el fin en sí mismo. El arte produce vínculos emociónales y permite recorrer un hermoso lenguaje a partir de los elementos que concentra este montaje escénico.

Los estudiantes han forjado un proceso reflexivo hacia la información y concretamente hacia los canales por los cuales se accede a ella, lo cual  es muy pertinente y valioso, teniendo en cuenta que muchas de las problemáticas estudiantiles radican en errores y tergiversaciones comunicativas; de igual manera los involucra en la tarea de cuestionar las estrategias mediáticas que se vinculan a la configuración política de nuestra nación.

La experiencia pedagógica insiste en reconstruir el pasado nacional para hacer una construcción más consciente del futuro, pues no existe posibilidad de desacostumbrarnos a la violencia si no se genera empatía con tanto dolor. El silencio también es un acto de violencia.

Es necesario continuar abriendo espacios a todas las estrategias pedagógicas que emergen para trabajar por la paz y la reconstrucción de la verdad. Por décadas se le ha exigido al adulto conciencia política y social, pero constantemente se aísla y se subestima la construcción de esta postura en la juventud. Es como si  los jóvenes debiesen aparecer de la nada con conciencia política y social, primero se considera que son muy jóvenes para reflexionar alrededor de estos problemas  y luego se les juzga por desconocerlos.

Además de contar con la estigmatización que sufre la escuela, al vincular su ejercicio académico con  los partidos políticos y al ser señalada como cuna de grupos armados, de señalarnos a los docentes como adoctrinadores y demás, de la misma manera que se señala a algunas de las instituciones universitarias.

El vínculo entre el arte, la educación para la paz y los procesos reflexivos se articularon en esta experiencia para hacer de los estudiantes seres de pensamientos críticos, que se mostrarán inconformes e incrédulos y generarán a partir de esta inquietud un escenario diverso, participativo y responsable con la realidad política y social. El país se encuentra esclareciendo la verdad y la escuela debe ser epicentro de dicha apuesta restauradora como camino hacia la paz. En definitiva, esta experiencia pedagógica le apuesta a la construcción  de la paz.

https://youtu.be/V-hN6siHYI8