Salomón Rodríguez Piñeros
Docente Ciencias Sociales de la IED Fernando Mazuera Villegas.

Desafíos de la profesión docente en Colombia

Miradas a la educación

Si bien los tiempos son complejos, los niños y niñas de nuestras escuelas no pueden perder la esperanza de un mundo mejor. Porque son ellos, al fin y al cabo, el futuro de esta nación.

En una sociedad compleja como la nuestra, se hace necesaria la implementación de una estructura educativa sólida y permeada por valores. Sólo basta mirar a nuestro alrededor la descomposición social rampante, que va y viene en el diario vivir, azotando muchos lugares a lo largo y ancho del país.  Como si fuera poco, los efectos post pandémicos han generado graves estragos en la salud mental de las poblaciones: niños medicados hacen parte de la cotidianidad de la escuela, padres agresivos que se suman a la oleada de las nuevas susceptibilidades propias de estos tiempos. En fin, ambientes complejos para maestros y directivos que se debaten en su quehacer todos los días. 

Además de los anteriores fenómenos, la violencia en calles, en el transporte público, ha venido ocasionando ambientes caóticos. Si bien no se puede generalizar este fenómeno en todos los contextos, lo cierto es que la problemática en muchas de las instituciones educativas es bastante reiterada y generalizada, generando graves daños sicológicos en muchos maestros, que han entrado a engrosar las estadísticas de casos de salud mental.

Estamos viendo escenarios que para muchos maestros en ejercicio era impensable que viviéramos el mundo hipersexualizado, la dependencia de celulares, el microtráfico rampante en los alrededores de las instituciones educativas, en fin, distractores que alejan en muchos casos la razón de ser de la escuela. Estas realidades ponen el sector de la educación pública en un plano muy desolador, donde se fragmenta el discurso del maestro, con efectos sociales devastadores como los mencionado en párrafos anteriores. 

En medio del panorama, hay una realidad inminente: la necesidad de una escuela más humana, donde la formación sea la prioridad de los planes de estudios y de un currículo incluyente. Así se expresan sobre el particular Díaz y Alemán (2007):

"Hoy asociado a una concepción de desarrollo, debemos aceptar que la educación es tanto un bien de consumo como una inversión. Como bien de consumo las personas deben sentir satisfacción personal al margen de los beneficios económicos que esto pueda suponer y debe formar parte del concepto individual y social de calidad de vida y de beneficio social" (p. 12). 

Si bien, las problemáticas están ahí presentes, lo cierto es que los profesionales, los científicos de la educación, son los maestros. Los posibilitadores de estrategias, de métodos que deben permear y exaltar el valor de la pedagogía. En un país, donde cualquiera puede ser maestro o mejor aún, donde se desestima el valor de quienes se han preparado para ello. Poniendo en segunda categoría una de las más loables profesiones. 


Hay desafíos que la inteligencia artificial ha colocado a los docentes, bajo proyecciones inminentes que alertan la profesión educadora. Si bien, el debate está sobre la mesa, lo cierto es que la voluntad, los sentimientos y la misma identificación de competencias blandas, no llegan a una dimensión donde la máquina, por más que se quiera, pueda llegar a protagonizar la razón de ser de la escuela. 

Vale la pena resaltar que los presentes y los futuros maestros seguirán teniendo un papel crucial en el desarrollo de sus comunidades y el  país. Aunque el ser docente no es una de las profesiones que en el momento marcan una tendencia, lo cierto es que, ante las crisis sociales la escuela es un repositorio de vida y un laboratorio de aprendizaje. Desligar el ámbito educativo de la transformación social implicaría un retroceso, que ninguna sociedad estaría dispuesta a mediar.  Así los enuncia Rodríguez (2006), cuando advierte que: "Estudiar y profundizar sobre cómo desarrollar el interés, una relación alumno-profesor productiva y una motivación intrínseca es responsabilidad de la educación y sus actores para lograr construir una relación de interacción, que los constituya como un solo equipo, donde cada uno asuma su responsabilidad y se potencialice el proceso de aprendizaje" (p. 160).

La docencia, al igual que otras profesiones, hace parte de la crisis que de tiempo atrás vienen provocando los cambios tecnológicos y ocupacionales. Lo cierto es que el contacto humano y la necesidad de la escucha, junto con la misma socialización emocional de las personas, forman  parte de una necesidad de nuestra especie. Supeditar la labor docente a una máquina, a una plataforma o simplemente a un robot que hable y diga que es lo que hay que hacer, implica tirar por la borda cientos de años de civilización humana, que han buscado reivindicar la razón existencial del ser. 

Las condiciones de la escuela actual plantean grandes retos para alcanzar una educación de calidad y pertinencia. Se hace necesaria la adecuación del ámbito escolar en distintos campos: la implementación de nuevas maneras de enseñar, que se adapten a las nuevas maneras de aprender que tienen los estudiantes. Los ritmos de aprendizaje también requieren adecuaciones que permitan la flexibilización del currículo. Los anteriores criterios hacen parte de una  mirada abierta y liberadora de la escuela. 

En el presente análisis no se ha mencionado el papel de la sociedad y los gobiernos en relación con un factor preponderante en la educación del país: la valoración que debe tener la docencia como referente de un oficio que permite la transformación social. Así las cosas, la profesionalización, el apoyo constante en la cualificación, las condiciones de salud y ocupacionales de estos trabajadores son necesarias en el mejoramiento del clima escolar. Una profesión en medio del ojo del huracán no es más que el reflejo de una sociedad que se suma en el subdesarrollo permeado por la misma precariedad. 

A manera relacional, el ámbito educativo estará siempre accediendo a una serie de interacciones que no pueden dejar de lado a los estudiantes, la sociedad, la familia y los maestros. Esta perspectiva permite relacionar causas y efectos en cada uno de los protagonistas de la tarea educativa. Díaz y Alemán (2007).

Desde el punto de vista social la educación se produce siempre en contextos tales como familia, amigos, escuela, asociaciones, etc., que a su vez son influidas por la cultura común de la sociedad a la que pertenecen, y es ella la que al potenciar las relaciones e influencias entre grupos prepara a los individuos para comportarse como personas y desempeñar su función social. Esas relaciones e influencias grupales generan un conjunto de valores y conocimientos que se transmiten y que son asimilados desde una perspectiva social, por ello en el proceso educativo está presente la contradicción dialéctica entre lo individual y lo social cuya solución es el enmarcamiento social de la educación (p. 4). 

Para finalizar, la escuela siempre ha estado ahí, pero en materia de desarrollo y transformación social hoy más que nunca se hace necesaria la inversión de recursos  en este campo. De igual manera, el apoyo y la articulación de la familia con el ámbito escolar son  fundamentales para lograr  los objetivos de la política pública. No se puede desconocer tampoco el papel crucial que juega el maestro en esta reflexión, una profesión loable, digna de todo aprecio y consideración por parte de comunidades y gobiernos. Por ello, independiente de las profesiones que sigan los estudiantes, todos, absolutamente todos, pasaran por las clases, las voces y las enseñanzas de los docentes. 

Pensar y gestionar la escuela desde una perspectiva humana y de calidad, hace parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para las naciones del mundo. Al fin y al cabo, el ámbito educativo es un verdadero repositorio de esperanza, de habilidades, allí confluyen los sueños y las emociones de los niños, los protagonistas definitivamente del futuro de una nación. 

Referentes bibliográficos 

Diaz y Alemán (2007). La educación como factor de desarrollo.. Fundación Universitaria Católica del Norte.  https://www.redalyc.org/pdf/1942/194220391006.pdf  
Rodríguez, (2006). La motivación, motor del aprendizaje. Revista Ciencias de la Salud, Vol. 4, pp. 158-160. https://www.redalyc.org/pdf/562/56209917.pdf