Bernardo Toro A
Director de la Fundación Avina en Colombia. Exdecano de la Facultad de Educación de la Universidad Javeriana

Conversaciones con mi amigo Abel Rodriguez

Miradas a la educación

Conocí al Abel educador, luchador sindical, líder de la profesión pedagógica, Secretario de Educación del Distrito. También conocí el Abel de la Expedición Pedagógica, su gran sueño sobre el que trabajó mucho y que, al final de sus días, quería redimensionar como un gran aporte a la transformación educativa.
 

  1. Conocí a Abel en la casa del senador conservador Jorge Sedano González, durante una conversación acerca de cómo presentar el Estatuto Docente en el Congreso (1979). El Dr. Sedano estaba apoyando al ministro Rodrigo Lloreda en ese propósito. Desde el principio conecté intelectual y emocionalmente con las exposiciones que hacía Abel acerca de la profesión docente y la relevancia de FECODE en la conformación de la misma. Conviene anotar que vengo de una familia de educadores, 5 de mis hermanos (3 mujeres y 2 hombres) son educadores del Estado. Gran parte de mi vida ha estado dedicada a la educación, pero nunca he sido funcionario público. 
     
  2. En esa época yo era el director de la Revista Educación Hoy-Perspectivas Latinoamericanas y Abel trabajaba intensamente por darle perfil y relevancia a Educación y Cultura, la revista de FECODE. Este hecho nos permitía tener inolvidables conversaciones, entre los dos, acerca del aporte y significado de una revista dedicada a publicar la mejor investigación científica en educación producida en America Latina, como lo era Educación Hoy; y la importancia de Educación y Cultura, como una revista dedicada a darle significado y relevancia al quehacer pedagógico. Hablábamos mucho acerca del gran desafío que implica lograr que la relación entre el que enseña y aprende sea exitosa. Dar clase es fácil, lo difícil es lograr que los alumnos aprendan.
     
  3. Ambos estábamos de acuerdo en la importancia de la investigación rigurosa sobre los factores que hacen posible un buen sistema educativo, la formación de los profesores, los tipos de enseñanza y aprendizaje, el impacto que tiene en los niños y los jóvenes la naturaleza y enfoque de la evaluación, etc. Pero los dos sabíamos que nada de esto reemplaza el comportamiento y los aprendizajes que puede lograr un educador altamente comprometido con sus alumnos.
     
  4. El sabía que yo no estaba (ni estoy) de acuerdo en llamar “docente” a los educadores. Fue tema de largas conversaciones. Yo le argumentaba que la docencia, dar clase, no es la profesión del educador. La docencia es una estrategia de trabajo, como lo puede ser cantar, jugar o contar historias. La profesión del educador es lograr que los alumnos aprendan lo que tienen que aprender, en el momento que lo tienen que aprender y que lo aprendan en felicidad y solidaridad. La sociedad no paga para que los educadores den clase, ni para que los niños vayan a la escuela: los sistemas educativos existen y los educadores existimos para que la cada generación de ciudadanos pueda apropiarse de los mejores saberes, prácticas, destrezas y experiencia disponibles en cada momento histórico. Somos los profesionales del aprendizaje que la sociedad decide trasferir a la siguiente generación. Creo que durante su tiempo de Secretario de Educación de Bogotá, aceptó estar de acuerdo con este planteamiento.
     
  5. Cuando Abel fue acusado de corrupción sufrí mucho y tuve la oportunidad de expresarle mi confianza y servirle en algo de apoyo emocional. Para todos los que conocíamos a Abel, era evidente la malicia que tenía esa acusación. Fue para todos nosotros una gran alegría el fallo de exoneración.
     
  6. Todo lo anterior busca decir que fui amigo y conocí al Abel educador, luchador sindical, líder de la profesión pedagógica, Viceministro y Secretario de Educación del Distrito. Directamente no conocí su familia, ni fuimos amigos de paseos o fiestas familiares. También conocí el Abel de la Expedición Pedagógica, su gran sueño sobre el que trabajó mucho y que, al final de sus días, quería redimensionar como un gran aporte a la transformación educativa.
     
  7. Abel, mi querido e inolvidable amigo, ya no estás entre nosotros. Con el paso de los días de los años y los años de los días, cada generación de educadores en Colombia tendrá que saber sobre el gran educador, maestro, amigo y líder que fue Abel Rodríguez.