Alba Milena Romero
Lideresa Sistema de Participación, Dirección de Participación y Relaciones Interinstitucionales.

Afectaciones y consecuencias en la salud mental de los orientadores

Miradas a la educación

En medio de los avances científicos y la producción de conocimiento acelerada, la humanidad enfrentó una pandemia con efectos globales, locales e individuales. Se vivió el virus SARS-CoV-2 y la incidencia de las realidades diferenciadas en términos económicos, etarios, de género, profesión, localización geográfica, genero, consecuencias que los gobiernos deben revisar y atender a través de la formulación o modificación de sus programas, proyectos y/o estrategias.

La escuela y cada una de las personas que le dan vida fueron afectadas directa e indirectamente por las consecuencias imprevisibles de este momento de la humanidad. Por un lado, tuvo que asumir la llegada del virus y la responsabilidad de garantizar la prestación del servicio educativo en condiciones atípicas e inimaginables. Asimismo, garantizar el interés por los asuntos académicos por parte de los niños y las niñas fue una prioridad, en medio de la falta de comprensión de lo que estaba sucediendo, lo que obligó a ir encontrando soluciones prontas para disminuir el impacto del cierre de los establecimientos educativos. 

Los y las docentes orientadores, al igual que el resto de la población, vivieron de manera intensa los efectos de las medidas para contrarrestar el virus, ya que además de estar confinados,  perder seres queridos, contagiarse del virus, aprender a convivir con sus familias tiempo completo o dejar de verlos por otro tanto, tuvieron que dar herramientas y soluciones para enfrentar estos asuntos, por lo menos a nivel emocional, y atender las expectativas de los demás de que eran ellos quienes debían hacerlo por su formación profesional, lo que los ponía en una posición de héroes y heroínas inalterables e indestructibles. 

Luego llegó el retorno a la presencialidad, en donde los y las docentes orientadoras continuaron siendo juez y parte, por decirlo de alguna manera. Son jueces porque en la cotidianidad de la escuela escuchan y son los encargados de acompañar los procesos educativos y de educación socioemocional de los niños y las niñas, y son parte porque como cualquier persona o ser humano transitaron y vivieron el proceso social y sanitario de este fenómeno. 

De la pandemia quedaron muchos aprendizajes, pero también se develaron debilidades y la necesidad de reestructurar la normativa, la política pública y la gestión de las entidades del Estado. De acuerdo con la Organización Mundial para la Salud, la pandemia repercutió gravemente en la salud mental y el bienestar de las personas, por ejemplo en el aumento de comportamiento suicida, y se evidenciaron dificultades en los sistemas de salud (2022).

La Organización Panamericana de la Salud en 2022 señaló que los estudios realizados mostraban altos porcentajes de depresión o ansiedad y que el gasto público de toda la región oscilaba en un 2% del presupuesto de salud para la atención de temas de salud mental (2022).

La salud mental de los y las orientadores ingresa como un tema prioritario en su agenda en la misma doble vía: siendo jueces y parte. Este artículo recoge las visiones, reflexiones y propuestas de este importante sector de la comunidad educativa sobre las estrategias y acciones intra e interinstitucionales que se deben adelantar desde la política educativa para atender estas necesidades, en el marco del X Congreso de la Orientación Escolar: La salud mental, los procesos de aprendizaje y los retos de la orientación escolar frente a la sindemía en Bogotá.

La participación de la orientación escolar en el marco de la política pública educativa

Los y las docentes orientadores se reconocen a sí mismos como sujetos políticos que, a través de la organización y la movilización en espacios formales y no formales, buscan poner en la agenda pública del sector educación elementos de análisis, discusión y toma de decisiones sobre la política pública educativa, como instrumentos que orientan el quehacer de las instituciones educativas   

La promoción y el mejoramiento de los espacios de participación son esenciales para conocer las necesidades del estamento. Se deben generar mecanismos que permitan asegurar la pertinente atención y solución por parte de quienes se encargan de la ejecución de la política y la política pública de educación e interrelacionarse con los derechos laborales de los y las docentes orientadoras, quienes son los que están en la escuela contribuyendo y garantizando la prestación integral del servicio educativo.
 
La participación como derecho y en el marco de lo político y la política, implica, de acuerdo con el orientador José Israel González, asumir la mayoría de edad. Este concepto de Emmanuel Kant plantea que la ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad (2009), entendida como el valor y la decisión de las personas de servirse de su propia inteligencia sin recurrir a la tutela de otra persona. En esta medida, la propuesta es que el orientador y la orientadora se valgan de su propio entendimiento para empoderarse como sujetos políticos que hagan y tomen parte en la construcción de soluciones frente a la salud mental de su estamento y ejercer este derecho con plena libertad.

La salud mental de los y las docentes orientadores

De acuerdo con la Ley 1616, la salud mental es un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción de manera tal que permite a los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para transitar por la vida cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones significativas y para contribuir a la comunidad (2013).

Los riesgos psicosociales se han transformado, y un factor importante fue la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19. Los y las docentes orientadores identifican tres en esencia: 1) el estrés, la depresión, el duelo, ansiedad, 2) el clima laboral y 3) el conflicto trabajo-familia.

La pandemia trajo la creatividad y la búsqueda de alternativas para garantizar la prestación del servicio educativo, sin embargo, con el regreso a la presencialidad es necesario repensar su uso y manejo. Tal es el caso de los dispositivos tecnológicos que ha normalizado el trabajo fuera de la jornada laboral. 

De igual forma, los riesgos psicosociales derivados de la emergencia sanitaria han sido generalizados para cada todos los sectores que conforman la comunidad educativa. Los y las docentes orientadores, en su espíritu de servicio, orientan o redirigen la atención para garantizar el bienestar emocional de estos actores. Sin embargo, no se han puesto límites, lo cual genera una sobrecarga laboral. 

Las relaciones laborales han sufrido cambios trascendentales con el regreso a presencialidad de las instituciones educativas. Como se ha señalado, los orientadores enfrentan comunidades educativas con dificultades en la salud mental con los que interactúan cotidianamente y brindan acompañamiento psicosocial, al igual que canalizan los casos para recibir tratamiento por parte del sistema de salud. Al mismo tiempo, en los espacios de trabajo enfrentan la reproducción de ciclos de violencia, fruto de las formas históricas, a nivel social y político, que han encontrado en la violencia un recurso para la solución de situaciones problemáticas y la dificultad para encontrar otras herramientas que permitan tramitar los conflictos. A esto se suman las amenazas como dispositivo en las relaciones de poder, que captura, modela y modifica conductas y relaciones dentro de la escuela para imponer comportamientos deseados. 

Los desafíos de la orientación escolar se enmarcan en responder a las dificultades que enfrentan sus estudiantes y las familias y, a la vez, tramitar aquellos problemas cotidianos derivados de la relación laboral o de su papel propio como servidores públicos del distrito capital. 

Finalmente, el conflicto familia-trabajo está asociado a las dinámicas laborales de la escuela y a los roles de género. La doble jornada para las mujeres sigue siendo un factor de inequidad que requiere un trabajo profundo en el que se busque aliviar las cargas, compartiéndolas de manera más equitativa. 


Recomendaciones para el cuidado de la salud mental de los y las docentes orientadoras

El factor espiritual es un elemento que ha emergido como catalizador de las situaciones derivadas de la pandemia, incluyendo la salud mental, por lo que es importante reconocerlo y garantizarlo, en el marco de los derechos civiles y políticos de las personas y el reconocimiento constitucional que estos tienen.

La transformación de los escenarios laborales, de lugares conflictivos en lugares de comprensión, cordialidad, acogimiento debería ser parte de la política de la Secretaría de Educación en sus diferentes niveles y como principios esenciales para las relaciones laborales.

Es prioritario reconocer los límites de cada una de las personas que concurren en la escuela, abandonando la concepción o visión mesiánica que nos lleva a concebirnos como salvadores del mundo que no tienen descanso. La humanidad implica un límite que no se puede poner dentro de dicha dicotomía, al contrario, hay que reconocer la integralidad y la necesidad de poder acceder a los diferentes planos de desarrollo de una persona y valorar los aportes que cada día se dan para garantizar el servicio educativo con calidad y el desarrollo de las capacidades socioemocionales de nuestras comunidades educativas.

Es necesario también el fortalecimiento de las comunidades de cuidado y de las redes de apoyo, a través del mejoramiento de la calidad en la comunicación para poder identificar factores de riesgo y posibles soluciones. Asimismo, cada uno y una debe revisar cómo poner a disposición sus capacidades y recursos para generar bienestar, sin que esto signifique desbordarse en ayudar al otro ¡todo en sus justas proporciones! Este ejercicio debe permitir afrontar y atender las situaciones de estrés que trae consigo la labor del docente orientador.

Reconocer la humanidad del o la docente orientadora implica identificar los recursos con los que cuenta para afrontar las adversidades y de cuándo es necesario el apoyo de un profesional. Esto debe ir acompañado del acceso y la calidad de la atención en salud, para lo cual es necesario establecer un mayor control y verificación de la prestación oportuna y pertinente del servicio por parte de los operadores.

Hacer uso de la información suministrada para establecer el mapa de riesgos laborales y así poder atender las particularidades identificadas.

En la agenda pública se encuentra el tema de la salud mental. Aunque la Ley 1616 de 2013 se formuló en un contexto de “normalidad”, el reto es enfocar lo allí establecido hacia la atención de la realidad que dejó la emergencia sanitaria.

Revisar los programas en salud mental dirigidos a las comunidades educativas. Es importante que haya acciones intencionadas, articuladas y que se complementen. Es recomendable evitar extremos; la ausencia o el exceso de actividades desarticuladas.

Fortalecer el derecho a la participación, generando más espacios de dialogo y participación sobre elementos como la salud mental, atender a las recomendaciones brindadas por la orientación escolar en esta materia, así con el seguimiento de su cumplimiento en el marco de las políticas públicas y otros instrumentos de planeación. 

Referencias

1 Este documento se realiza con base en las memorias del X Congreso de la Orientación Escolar.

Organización Mundial para la Salud. (Marzo, 2022). Salud mental y COVID-19: datos iniciales sobre las repercusiones de la pandemia. https://www.who.int/es/publications/i/item/WHO-2019-nCoV-Sci_Brief-Mental_health-2022.1

Organización Panamericana de la Salud. (s.f.). Salud Mental. https://www.paho.org/es/temas/salud-mental

KANT, Emmanuel. (2000). Filosofía de la Historia, Madrid, Fondo de Cultura Económica https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3171408.pdf

Ley 1616 de 2013. Por medio de la cual se expide la Ley de Salud Mental y se dictan otras disposiciones. D.O. No. 48.680.