Natalia Suárez
Comunicadora social y periodista, Dirección de Ciencia, Tecnología y Medios Educativos
July Cortés Bernal
Profesional de la Dirección de Ciencia, Tecnología y Medios Educativos

Recordar lo aprendido para transformar lo vivido, de la crisis a la oportunidad

Crónicas pedagógicas

Lo que vivimos

Hablar de pandemias o vivirlas era algo que no podíamos imaginar antes del 2020. Tal vez era tema de conversación en algunos juegos de mesa, acontecimientos del pasado o algo que podrían pasar en un futuro lejano, en nuestros imaginarios era poco posible que nos pasara. Antes del 2020 nuestra vida transcurría con una cotidianidad, unas rutinas y unos ciclos a los cuales estábamos acostumbrados, teníamos cambios, cambios voluntarios, cambios promovidos por el deseo de explorar nuevos mundos, de aprender, de conocer, pero nunca habíamos experimentado cambios cómo los vividos durante la pandemia. Cambios impuestos para cuidarnos y protegernos entre todos, cambios que transformaron la manera como nos relacionábamos, compartíamos, vivíamos, trabajábamos o estudiábamos; cambios que afectaron nuestras rutinas, los viajes que teníamos planeados, la vida y la salud de familiares y amigos; cambios que generaron miedos, incertidumbre, emociones de angustia, retos en todos los sentidos y que trajeron consigo transformaciones, resignificaron nuestra vida, nuestras prioridades.

El impacto no fue menor en el sistema educativo. Se vivieron cambios y retos que promovieron reflexiones sobre la manera de continuar los procesos educativos sin poder acceder a la presencialidad; la vida de los niños, niñas y adolescentes que no podían ir a la escuela se vieron afectadas en gran medida; según UNICEF los riesgos relacionados con los cierres de colegios fueron: aprendizaje interrumpido, deserción escolar, Interrupción en el desarrollo en todas las dimensiones, aumento de la violencia doméstica, emocional, física y sexual. Además, de los impactos identificados por UNICEF, el Colegio Colombiano de Psicólogos llama la atención, sobre la afectación de la salud mental de niños y niñas, impactados directamente por el estado emocional de los padres y madres de familia y por otro lado, los efectos del uso prolongado de pantallas que invita a pensar maneras de hacer un uso responsable e intencionado de los recursos tecnológicos.

Cuando los niños, niñas y adolescentes no pueden ir a la escuela, se ven privados de algo más que de su educación. Sin un horario escolar estructurado, pierden su rutina y no pueden socializar con sus amigos... Estar fuera de la escuela también significa enfrentar otros riesgos tanto en el hogar como en el vecindario” (Unicef, 2020)

Igualmente fueron significativas las dificultades y retos vividos por los docentes, quienes en medio del día a día vivieron sentimientos de angustia, ansiedad y estrés por el impacto de la pandemia en su vida y en la de sus estudiantes, llenos de miedos e incertidumbres por intentar conectar a través de una pantalla y lograr mediar unos procesos educativos completamente diferentes a los conocidos hasta ese momento. “La pandemia fue un acontecimiento inesperado que obligó a los educadores de todo el mundo a innovar con el propósito de continuar educando en un contexto en el que no era posible reunirse en persona en las escuelas, y en un contexto en que los estudiantes experimentaron una multitud de desafíos” (M. Reimers, Opertti, 2021)

En voz de sus protagonistas

Los siguientes dos relatos de ficción, se escribieron a partir de situaciones reales que vivieron diferentes miembros de la comunidad educativa durante los años 2020 y 2021. Recomendamos leer la historia de Andrea, Sofi y Marlén como un ejercicio de memoria, un reflejo de las vivencias que vivimos con sociedad y una forma de documentar los aprendizajes que quedaron en las formas como valoramos la vida, la salud, la familia y nuestra capacidad para cambiar y evolucionar cuando todo está en contra.

Martes 19 de Mayo de 2020, 7:30 p.m.

Andrea regresa a su casa, en la localidad de Usme, después de cruzar la ciudad de lado a lado y pasar poco más de dos horas en el transporte público, llega a la puerta del apartamento donde vive con su hija Sofi de 6 años y su mamá doña Carmenza de 81 años. Antes de entrar, Andrea nota que la vecina de al lado puso un trapo rojo en la puerta. Ella sabe lo que significa y no puede evitar sentirse angustiada. Comienza a quitarse prenda por prenda de la engorrosa vestimenta que lleva por ser trabajadora esencial en el sector salud. Se baña con alcohol que rocía sobre su cuerpo con un aspersor, se quita el tapabocas y los guantes y los tira a la caneca que instaló a la entrada.

Sofi se acerca a ella corriendo, con ganas de abrazarla y contarle que en el noticiero les dicen héroes a las personas que como ella trabajan en clínicas y hospitales. Desde que todo este apocalipsis zombi comenzó, Andrea trabaja mucho, pasa poco tiempo en casa y siempre está cansada o triste. Sofi se detiene en seco cuando se acuerda que ya no se pueden abrazar como antes, ahora debe esperar a que su mamá se dé una ducha para poder mimarse como solían hacerlo al llegar a casa.

Días como hoy, Andrea solo quisiera comer algo y acostarse a dormir, pero desde que tuvo Covid-19, hace poco más de un mes, la comida ya no le sabe a nada, su ciclo menstrual se afectó, se fatiga haciendo cosas que antes podía hacer enérgicamente y en general tiene menos paciencia para lidiar con las guías pedagógicas que le dejan a su hija, que, a propósito, en condiciones normales, debía aprender a leer este año en su paso por primerito y no lo está logrando todavía.

A esa frustración se le suma el miedo, el miedo constante de matar a su mamá, no literalmente, pero sí de contagiarla uno de estos días en que, por algún descuido, no logre ser lo suficientemente cuidadosa a su llegada, o el virus logre meterse a su casa a través de un domicilio o alguna visita.

Ya empiyamada Andrea hace la comida, atiende a su mamá y por fin a las 9:00 p.m. se sienta a revisar las tareas. La noche termina con un par de regaños para Sofi, que no entiende lo que su mamá trata de explicarle, extraña a su profe y la forma amorosa y detallada que tenía de ayudarle a entender los temas. La tarea queda hecha a medias, hay cosas que Andrea no recuerda, parece fácil pero definitivamente no lo es, al fin y al cabo, ella no estudió para ser maestra.

Ambas se quedan dormidas viendo uno de los videos que la profe les dejó en el grupo de WhatsApp del curso 102. Andrea sueña que todo era solamente una pesadilla y que al otro día alista a su hija para llevarla en bici hasta su I.E.D., nadie usa tapabocas, el colegio está lleno de niños y niñas alegres y saludables, todos se saludan con besos y abrazos y el distanciamiento social es solo un término inventado para referirse al comportamiento que naturalmente tienen las personas introvertidas, que les gusta más pasar tiempo en casa como a ella, voluntariamente, como antes de la pandemia.

Miércoles 20 de Mayo de 2020, 7:30 a.m.

Marlén está por comenzar su clase virtual con los niños y niñas del curso 102, ella es profe del Distrito hace 20 años y aunque se consideraba una maestra moderna que hacía uso inteligente de algunas herramientas digitales como Kahoot y de vez en cuando uno que otro video de alguna ronda infantil en Youtube para hacer más dinámicas sus clases, este desafío que enfrenta hace varias semanas es completamente distinto, es otro nivel para el que ni ella ni nadie estaba preparado.

¡Se cayó el internet! le grita su hermana Rocío desde el segundo piso.

El chat comienza a estallar en el grupo de whatsapp que organizó para poder enviar guías e información y recibir tareas y preguntas, Marlén tuvo que silenciarlo hace unos días porque el sonido de notificación le causaba una tremenda ansiedad cada vez que le llegan nuevos mensajes, es abrumador entre otras cosas porque ella tampoco tiene todas las respuestas a todas las dudas que tienen los papás, las mamás y los cuidadores. Como puede se está acomodando a esta nueva dinámica y se siente colgada y confundida, no es la única.

En su casa hay 3 personas teletrabajando, la conexión a internet no es estable y la sala y el comedor se han vuelto oficinas improvisadas. Marlén por fin logra conectarse con la clase, comparte internet desde su celular al computador a través de su propio plan de datos, admite a todos los niños y las niñas en la sala y se disculpa, intenta explicarles qué sucedió, pero rápidamente todo se vuelve un alboroto muy ruidoso con todos abriendo micrófonos para saludarse. Así transcurren la primera media hora, no es mucho lo que se puede avanzar en medio de tanta algarabía.

Les pide que abran las cámaras a los niños y niñas que puedan hacerlo, hoy van a hacer clase de danza y es importante verlos ponerse de pie y seguir las instrucciones, le llama la atención que Sofi, una de sus estudiantes más activas y juiciosas, está todavía en la cama, en pijama y sin uniforme. Cuidadosamente le pregunta y Sofi le cuenta que el turno de su mamá comenzó muy temprano ese día y no pudo dejarla lista y desayunada para tomar su clase. Le cuenta también que su abuelita ha estado tosiendo, su mamá no la escuchó porque “cae como una piedra cuando toca la cama”, pero ella sí la oyó, y durmió muy poco por la angustia que le causa pensar que podría haberse contagiado.

Marlén procura recuperarse de la carga emocional que le deja la historia de Sofi pero no es fácil y menos cuando nota que hacen falta varios niños por conectarse, algunos de ellos viven en hogares donde hay maltrato y agresiones físicas y emocionales, ella sabe que corren alto riesgo de desertar y se le pone la piel de gallina por un instante, pero respira profundo, sonríe a la cámara, se para de la silla del comedor y comienza su clase.

Cuando termina todas sus clases del día, se dispone a preparar la guía pedagógica para mañana y revisar la cantidad de correos y mensajes que ha recibido con fotos y evidencias de las tareas y actividades de sus estudiantes. Marlene termina cada día más cansada que el anterior, aunque apenas si se para de su silla, al final del día siempre le duelen los ojos por la luz de las pantallas y el corazón por la oscuridad de la situación.

El acompañamiento de Aprende en Casa

Las vivencias de Andrea, Sofi y Marlén son un ejemplo de los desafíos afrontados por las personas en el contexto educativo que redundaron en aprendizajes, promoviendo que toda una comunidad le apostara al trabajo colaborativo, el uso de las tecnologías con una mayor intención pedagógica y a explorar nuevos planteamientos sobre el qué y el cómo de los procesos formativos; logrando que los niños, niñas, jóvenes y adolescentes continuaran con sus aprendizajes guiados por sus docentes y acompañados en casa por los padres, madres y cuidadores en situaciones emocionalmente complejas.

Ante la emergencia sanitaria, la Secretaría de Educación implementó la estrategia “Aprende en Casa”, la cual tenía como objetivo fortalecer el hogar como un ambiente de aprendizaje, involucrando en los procesos no solo a docentes y estudiantes sino también a los padres de familia, activando la flexibilización curricular que permitió encontrar, en medio de la incertidumbre y el aislamiento, oportunidades de mejora y de cambio.

Acciones enmarcadas en programas como Eureka Aprende en casa[JB1] , Aprende en Casa con Maloka[JB2] , Ruta 100k, Saber Digital fueron la punta de lanza que permitió acompañar de manera cercana a los actores educativos durante el aprendizaje en casa y el proceso de alternancia vivido durante los años 2020 y 2021.

¿Y entonces que aprendimos?

Juan Carlos León - Rector I.E.D. Nidia Quintero de Turbay, localidad de Engativá

La principal enseñanza que nos ha dejado la pandemia es que no existe ninguna circunstancia que el ser humano como especie no pueda superar, incluyendo la enfermedad, ese sentido de resiliencia lo hemos llevado a la práctica pedagógica a través de las diferentes formas con las que garantizamos el derecho a la educación para niños, niñas y jóvenes, encontrando las formas de superar las barreras de contacto, unidos por el propósito común de favorecer los estudiantes en medio de la situación adversa que vivimos como sociedad. En ese proceso aprendimos todos, ellos, sus familias, los docentes, directivos, a ser mejores y a combatir la desigualdad a través de la educación y los procesos de aprendizaje que se movilizan desde el colegio, más allá de los muros de la institución.

Gina Camacho, docente I.E.D El Japón, localidad de Kennedy

No es un solo un gran aprendizaje el que deja la pandemia, son muchos y cuando se piensa en retro perspectiva son aún más. El más importante, sin duda, es el valor de la vida, no darla por sentado, así como la salud, la familia y las rutinas del día a día, que a veces pueden parecer aburridas, pero que ignoramos, son la base de nuestro bienestar.

En el ejercicio académico, aprendí que nada es estático, todo evoluciona, y aunque a veces creemos sabérnoslas todas como docentes, lo que tenemos por aprender es mucho, poner a funcionar nuestra creatividad como recurso para enfrentar la crisis, aun si no nos sentimos muy creativos, todas las personas lo somos y el ser humano tiene la capacidad de encontrar diferentes alternativas de solución a un mismo problema. Entendí que la actitud hacía la diferencia, una actitud curiosa para encontrar nuevos recursos y herramientas. Paciencia para entender los nuevos modos de relacionamiento con familias y cuidadores y buen ánimo para ver e integrar todo lo que somos capaces de hacer, más allá de un tablero y un marcador en un salón de clase.

Carolina Vanegas, mamá y cuidadora, localidad de Suba

Algo que aprendí durante la pandemia, y que todavía conservo como una lección muy preciada, fue la importancia de organizar el tiempo, de manejar rutinas para todo y todos en el hogar. Debíamos aprender que aun estando en casa teníamos que ser estudiantes, trabajadores, papás, mamás, hijos, esposos. Esto nos hizo los días más llevaderos y nos ayudó a tener tiempo para todas las tareas que debíamos realizar y también para buscar actividades dentro de casa que nos hicieran pasar tiempo en familia, actividades divertidas, hablar de temas que antes no hablábamos, reconocer el valor de la vida y la salud, la fortuna de contar con ellos, también el privilegio de tener alimentos y un techo donde vivir, aprendimos a ver lo bueno en medio de la pandemia y procuramos conservar esa actitud y recordar lo que ganamos durante esa época.

Amelia Carrasquilla, estudiante I.E.D. San Rafael, localidad de Kennedy

De esos años aprendí a cuidarme y a cuidar a las demás personas, antes no me parecía tan importante, si tenía resfriado así iba al jardín, pero ahora que ya estoy grande, sé que mis acciones tienen consecuencia y que si no me cuido yo, puedo poner en peligro a las personas que quiero, y no solo por el virus, sino en general, todas las personas estamos conectadas de alguna manera, si estoy bien, estamos bien. Si estoy mal, estamos mal.

La pandemia y los cambios educativos ocurridos redundaron en aprendizajes, los cuales alimentan el debate a nivel nacional e internacional, ampliando conversaciones en torno al futuro de la educación, imaginar escenarios innovadores de los procesos educativos, el lugar de la voz de niños, niñas y jóvenes en la configuración de su proceso formativo; el aprovechamiento de las TIC para fortalecer las apuestas pedagógicas y didácticas; la educación híbrida como una manera de encontrar nuevas formas, escenarios y recursos que permitan enriquecer los aprendizajes y la manera de avanzar. No perder de vista lo logrado en pandemia permitirá seguir promoviendo cambios para enriquecer las apuestas educativas.

Cómo una manera de aportar y seguir fortaleciendo las capacidades de los actores para encontrar caminos que permitan transformaciones pedagógicas y didácticas mediante el uso de las tecnologías digitales nace “Aprendamos Siempre”[JB3], estrategia que evoluciona a partir de “Aprende en Casa”, fortaleciendo los ambientes de aprendizaje híbrido. “A pesar de la devastación educativa que ha causado la pandemia, ha existido considerable innovación educativa orientada a mantener las oportunidades y abordar las necesidades creadas por la crisis. El aprendizaje a partir de dicha innovación puede ofrecer conocimiento valioso para apoyar los esfuerzos necesarios para mitigar, construir resiliencia y reconstruir mejor” (Reimers, M. y Opertti, R. 2021)

Como punto de partida para pensar colectivamente nuevas maneras de concebir la educación, la estrategia “Aprendamos Siempre” ha identificado 9 aprendizajes que surgieron o se reafirmaron durante la emergencia que vivimos y el aprendizaje en casa y que son parte de los retos para avanzar hacia la transformación educativa y la configuración de ambientes de aprendizaje mixto.

  1. Todos somos agentes de cambio.
  2. Los procesos de formación son dinámicos.
  3. El rol de cada actor educativo no es siempre el mismo.
  4. Priorizar los aprendizajes otorga intenciones claras a cada acción.
  5. La corresponsabilidad en los procesos formativos, pilar indispensable para una formación integral.
  6. Un urgente balance entre ser, el saber y el saber hacer.
  7. El uso de tecnologías digitales enriquece los ambientes de aprendizaje.
  8. Construir con otros, de la colaboración surgen mejores ideas para avanzar en la flexibilización.
  9. Entender las necesidades, escuchar los intereses e interpretar el entorno de nuestros estudiantes es la hoja de ruta para configurar los procesos formativos.

Referencias

Colegio Colombiano de Psicólogos, Colombia. 2021. Reapertura escolar: algunas consideraciones en el marco de la Covid-19.

Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación. 2021. Reimagining our futures together: A new social contract for education. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Paris. Unesco.

Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación. 2020. La educación en un mundo tras la COVID: nueve ideas para la acción pública. París, Unesco. Recuperado de: https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000373717_spa?fbclid=IwAR0e5c-VoMjNLZPzEl7lrcLjgV66zg1pgrP9sBObBbEToyGCA5zO2sMShGE

Gottlieb; C. 2022. Los 13 principios para reimaginar la educación, Montevideo, Unicef

Reimers, M. y Opertti, R. 2021. Aprender a reconstruir mejores futuros para la educación, Ginebra, Unesco.

Seusan, L.A. y Maradiegue, R. 2020. Educación en pausa: Una generación de niños y niñas en América Latina y el Caribe está perdiendo la escolarización debido al Covid-19. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).                  

Soletic; A. Kelly; V. 2022. Estudio de políticas digitales en educación en América Latina. Unesco–Unicef