Fredy René Aguilar Calderón
Comunicador Social - asesor Subsecretaría de Calidad y Pertinencia

Maestras y maestros que investigan e innovan

Crónicas pedagógicas

Si quieres ser creativo, mantente en parte como un niño, con la creatividad y la inventiva que caracteriza a los niños antes de ser deformados por la sociedad adulta.
Jean Piaget

¿Cómo surge el Premio a la investigación e Innovación Educativa?

En hora buena, el Acuerdo Distrital 273 de 2007  dio vida al Premio a la Investigación e Innovación Educativa, constituyéndose en uno de los hitos de la ciudad que hace eco de las reivindicaciones y los aportes del Movimiento Pedagógico generado en la segunda mitad del siglo XX para el reconocimiento institucional, cultural y normativo de las contribuciones de maestros y maestras al campo educativo y pedagógico.

Año tras año la invitación se hace extensiva a maestros, maestras y directivos docentes, quienes desde su trabajo diario en los colegios han venido imaginando y desarrollando iniciativas, alentadas por la profunda convicción del papel que juega la educación de calidad en el cierre de brechas de desigualdad e inequidad.

Con la premiación de 150 trabajos desde 2007, se ratifican las acciones de política, cuya continuidad requieren ser aseguradas, consolidando así una comunidad de saber pedagógico que aporta su capacidad crítica, propositiva y transformadora para enfrentar los retos de la ciudad.

El actual Plan Distrital de Desarrollo “Un nuevo contrato social y ambiental para la Bogotá del siglo XXI, 2020-2024”, incluye, para el sector educativo, programas prioritarios orientados a promover la transformación pedagógica, el mejoramiento de la gestión educativa, el fortalecimiento los procesos de formación integral, el acceso y la permanencia con equidad, con énfasis en lo rural, teniendo como horizonte la mitigación de la pobreza y la generación de empleo. Estas apuestas de gobierno deben traducirse en acciones que contribuyan al cumplimiento de metas y, en este caso, se convierten en una invitación para que desde las aulas de los colegios se propicien proyectos que las acompañen, en los cuales la participación de las maestras y los maestros es un elemento clave.

Pilos premiados

En 2022, en la edición 16 de esta iniciativa ―institucionalizada desde hace más de tres lustros, como ya se dijo―, se buscó, tal como en los años anteriores, reconocer la labor social e intelectual de los docentes y directivos docentes a través de la visibilización y distinción de sus contribuciones en la transformación pedagógica de la escuela y el desarrollo de iniciativas surgidas desde la lectura crítica de contextos en una ciudad tan diversa y compleja como Bogotá.

Para el Premio a la Investigación e Innovación Educativa en el Distrito Capital, se consideran dos (2) modalidades de participación: Investigación e Innovación y/o Experiencia Pedagógica demostrativa . 
Bajo estas premisas se desarrolló el certamen en 2022, año en el cual regresó la normalidad a las aulas. Fueron varios los investigadores e innovadores que sometieron a consideración sus iniciativas, todas enmarcadas entre altas dosis de entrega, análisis y sesudos estudios que interactúan con la otredad; esto último, no como única manera demostrativa (método científico), sino como la única, más cálida y real entre los seres humanos.

Participó un número importante de docentes con diversas e interesantes propuestas en las dos categorías: Innovación e Investigación. La tecnología y la robótica no podían faltar cuando de avances en el mundo moderno se trata, pero tampoco nos privó de su fundamental esencia las humanidades, léase: filosofía, literatura, artes escénicas y, por supuesto, salud emocional.

La llegada de la Inteligencia Artificial al aula

Entremos en materia: el primer puesto en la categoría de Investigación quedó en poder de José Ferney Cortés Garnica , docente de tecnología del colegio Manuel Cepeda Vargas.

Profe ferney Cortés - primer puesto

Ferney Cortés Garnica, el primer puesto en la categoría de Investigación, docente de tecnología del colegio Manuel Cepeda Vargas.

Su investigación se denomina Scaech. Comenzó a desarrollarse en 2018, y la implementación se dio a partir de 2021. Se trata de una herramienta basada en inteligencia artificial para la evaluación del aprendizaje en entornos construccionistas. En otras palabras, son un sofware y un harware mediante los cual se caracteriza y mide el funcionamiento del modelamiento y la simulación en los estudiantes de media; se capta toda la información concerniente con las habilidades desarrolladas: qué tipo de dispositivos y secuencias de código utilizaron; lo que conectaron y programaron; y la interacción entre ellos como individuos. 

Toda esta información se recopila en una base de datos, por medio de tensores o matrices hiperdimensionales, y a través de una red neuronal se analiza la información, agrupándola, haciendo un proceso de clustering, y entonces la inteligencia artificial arroja unos mapas que muestran cómo los estudiantes modelan y simulan, lo que permite hacer una clasificación del aprendizaje en los entornos construccionistas. Así, con el mapeo de las trayectorias, se puede hacer seguimiento individual, pero también grupal. Todo esto se puede traducir como: evaluación en tiempo real y de forma continua.

El valor agregado de esta iniciativa es que no solo brinda la oportunidad de aplicarla en robótica sino en todo tipo de entorno de aprendizaje, porque se puede extraer la información requerida. Estamos hablando de una herramienta de evaluación del aprendizaje en cualquiera de sus presentaciones.

Pensatorio Albanisata

El docente Miller Alfonso Diaz Parra , profesor de ciencias sociales del colegio Carlos Albán Holguín de la localidad Bosa, fue quien obtuvo el segundo lugar en la categoría de investigación, con un trabajo consistente en el desarrollo de habilidades en pensamiento crítico, a partir de la lectura minuciosa y escritura sustantiva.
 

Miller Alfonso en clase

Miller Alfonso Diaz Parra, profesor de ciencias sociales del colegio Carlos Albán Holguín, obtuvo el segundo lugar en la categoría de investigación.

Después de analizar que en las ciencias sociales se abordaban contenidos de forma literal o lineal, como cumpliendo solamente con los objetivos planteados en la malla curricular, y que esto se evidenciaba en los procesos adelantados con los estudiantes, repercutiendo en el alcance o pertinencia real sobre el contexto, Díaz Parra comenzó a desarrollar, en 2017 una propuesta investigativa que pretendía reorganizar la manera cómo se venía desarrollando el currículo de esta área, la idea era abordar de manera diferente los contenidos, las temáticas. Este proceso inició con los estudiantes de grado sexto. 

Buscó alternativas para poder dar cuenta de cómo la formación en ciencias sociales no es solo una sumatoria de contenidos históricos, geográficos, económicos o políticos, sino que se podían establecer lineamientos y experiencias desde el desarrollo de unas habilidades, que, en este caso particular, fueron de pensamiento crítico. Había que comenzar por cambiar la experiencia de clase, así como indagar para generar opciones de carácter investigativo, conceptual y teórico y así comprender la problemática.

Para leer críticamente la realidad, los estudiantes debieron remitirse a la idea del pasado pensado desde el presente. Era necesario que los estudiantes se apropiaran de textos abarcadores, especializados, que les permitieran hacer una lectura más general y profunda de los temas, produciendo así miradas distintas sobre los procesos históricos y culturales, y cómo repercutían directamente en su realidad. La lectura debía convertirse en un espacio vital de las clases, que no fuera solo ese instrumento que conduce al aburrimiento, como es percibido por un grueso de los niños y jóvenes de ahora.

Con la investigación se reveló que para que haya pensamiento y lectura crítica, es necesario que los estudiantes tengan unas prácticas de estudio (algo que la pandemia ayudó a ensombrecer). Entonces debían crear cuatro estrategias prácticas de estudio: manejo del tiempo, virtual o presencial; manejo de los lugares y las posibilidades de concentrarse; técnicas y herramientas de lectura: la lectura minuciosa y la escritura sustantiva; y la motivación para estudiar, este último fue el gran reto, ¿cómo hacer para que los estudiantes sientan cariño por una lectura?

Con ese objetivo se crearon estrategias didácticas, espacios de conversación entre las técnicas y la realidad que vivían, es decir, sabiendo que las lecturas literales de textos causan tedio, se abrieron posibilidades para que de otros modos empezaran a leer y a escribir, entonces se recurrió al parafraseo, a los microrrelatos, a los relatos de minificción en los que ellos se convertían en personajes, a los libros y a las novelas gráficas, lo que permitió que se adentrasen en los procesos históricos.

De este ejercicio surgieron muchos escritos que no se quedaron como un trabajo más para la clase, sino que fueron presentados y expuestos en otros espacios del colegio como en la Galería de Escritores, en donde sus producciones eran leídas por los demás estudiantes y por toda la comunidad académica. A partir de allí entendieron que lectura tenía vida, en la medida en que fuera compartida con los demás. 

En este punto se comenzaron a utilizar instrumentos para medir los niveles en las habilidades de pensamiento crítico. Para esto se aplicó un test que contenía variables: habilidades de pensamiento crítico, manejo del tiempo, espacios, técnicas de estudio y motivación. Los resultados mostraron que los muchachos ya identificaban más claramente las ideas principales, que podía expresar sus ideas con variedad de palabras, entre otros avances.

Posteriormente, se dieron cuenta de que los estudiantes ya leían más pero que existían otras maneras de escribir, por lo que había que generar procesos para que surgieran escrituras comparativas y valoraran textos. Fue entonces cuando se implementó el proyecto Sé que leo, sé que escribo, sé que pienso hasta en lo social, el cual a partir de la musicalización y de sonidos ya construidos de diferentes géneros musicales, ellos pudieran, después de contrastar lecturas y extraer las ideas de los acontecimientos sociales, adaptarlas a la música de su preferencia. 

Así pues, finalizando 2018, salieron versiones diferentes y musicalizadas, sobre la historia de América, la reforma luterana, el encuentro de los mundos, entre otros temas que daban cuenta del proceso.

En 2019 se organizaron dos grupos focales para dilucidar cuáles habían sido, hasta ese punto, los alcances y logros del manejo textual y cómo lo habían podido recrear en situaciones diferenciadas. Entonces se aplicó el mismo test de 2017, pero esta vez evidenció notables avances en lectura, escritura y valoración de textos. Ya podían decir las cosas con otras palabras y lograban ponerse en el papel del autor, y reconocían que los contextos estaban plegados de situaciones sociales y que aquello que decían los libros, en parte, se estaba desarrollando dentro de su propia lectura del mundo. 

En términos porcentuales, el pensamiento crítico pasó de 48% a 92%. Por su parte, en cuanto a prácticas de estudio, en el item de motivación se incrementó significativamente, porque a los muchachos les gustaron los escenarios alternativos de trabajo en clase.

Con la pandemia en 2020, los escenarios de trabajo dieron un vuelco. La motivación debía ser virtual. Ya se había recorrido el microrrelato histórico, la minificción y el relato histórico general, entonces, frente a una situación tan crítica, lo importante era tener la oportunidad de registrar lo que les estaba pasando a nivel personal, fue así como se optó por el reportaje, que se convirtió en la herramienta de trabajo desde 2020 y parte de 2021, mediante la cual contaban lo que sentían, lo que los atravesaba en esos momentos, teniendo la posibilidad de socializarlo en los espacios virtuales, donde se sentían escuchados, vivos.

A través del reportaje contaron lo personal, lo que estaba ocurriendo en Bogotá, en el país, en el mundo, y se inmiscuyeron en el reportaje histórico. La idea fue: si hubieran vivido en 1918, durante la gripe española, cómo lo hubieran contado, esto contraponiéndolo con lo que reportaban en ese momento con el COVID-19 asechando y con la desesperanza frente al mundo a cuestas. Lo mismo se hizo utilizando como insumo las manifestaciones sociales que se suscitaron en Colombia entre 2020 y 2021.

El año del regreso progresivo y seguro a las aulas fue 2021. Y aquellos niños que en 2017 estaban en grado sexto, ahora eran unos jóvenes de décimo, que no habían abandonado el proceso y que ahora tenían una perspectiva diferente, que percibían su entorno de otra forma. Era hora de dar lugar a la formación socioemocional: que ha pasado hasta ahora, qué viene, cuáles son las perspectivas de futuro. Esto se da sin dejar de lado la lectura, la escritura y el pensamiento crítico. Se siguió potenciando las habilidades en función de las pruebas Saber.

De esta manera se llegó a 2022, el proceso concluía, los estudiantes de sexto estaban en once. Como ejercicio de cierre y bajo la premisa de: lo que usted ya sabe o cree saberlo, debe ser replicado en los otros, se optó por el Pensatorio Albanista. La idea era poner en funcionamiento las habilidades conquistadas en un espacio de formación distinto, rompiendo con la dinámica del aula. 

Desde esta perspectiva, los jóvenes de once, actuando como mentores, debían implementar la lectura compartida y la formación en habilidades de pensamiento crítico con los estudiantes de primaria utilizando textos e instrumentos acordes, como la filosofía para niños.
Finalizado el proceso con el grupo que se graduó en 2022, los resultados saltan a la vista: el colegio mejoró notoriamente en las pruebas Saber, ascendiendo posiciones a nivel ciudad, lo que da cuenta del éxito de la iniciativa.

tabla pruebas saber


Una escuela que no teme hablar en voz alta
¿Y cuándo vuelve el desaparecido?, cada vez que lo trae el pensamiento. Con esta sentencia vio la luz la propuesta ganadora en la categoría de Innovación, }a cargo de Claudia Alvarado , docente de arte escénico, teatro y danza del colegio Alberto Lleras Camargo.
 

Claudia Alvarado ganadora de premio innovación e investigación

Claudia Alvarado, ganadora en la categoría de Innovación, docente de arte escénico, teatro y danza del colegio Alberto Lleras Camargo.

Es a través de una construcción escénica de teatro y danza, como se aborda uno de los tantos sucesos violentos de Colombia: las ejecuciones extrajudiciales, concretamente el caso de Soacha. 
Su desarrollo tuvo tres fases: investigativa; exploración artística; y construcción y socialización. En 2016, en la primera parte, se comenzó a estudiar la problemática que dio lugar a la iniciativa y que tenía que ver con que entre el estudiantado divagaba un discurso constante acerca de que la violencia era algo distante que solo pasaba en la ruralidad, sin que les generara empatía alguna.

Hacia el año 2018, el Centro de Memoria Paz y Reconciliación abre una beca, de la mano de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, mediante la cual proponía a los colegios públicos y privados, que a partir de un suceso violento que trabajara con la memoria, de manera pedagógica, se hiciese una construcción significativa.
Con este reto por delante, resultaba muy pertinente el caso de los jóvenes de Soacha, teniendo en cuenta que este es un municipio vecino que tiene problemáticas socioeconómicas muy similares a las de los estudiantes del Lleras Camargo. Entonces, Alvarado, manos a la obra, pasó la propuesta y fue la ganadora de la beca Escuelas que desde el arte y la cultura proponen memorias para la paz y la reconciliación.

Y justamente proponiendo paz y reconciliación, pero fundamentalmente desde del reconocimiento del dolor del otro, se dio inicio al viaje. A partir de allí inició la construcción del porqué es tan significativo detenerse en un país que tiene la cantidad de desapariciones y el aterrador número de ejecuciones extrajudiciales como las que hay en Colombia. Por ello la importancia de que los jóvenes se vincularan y comprometieran realmente con las iniciativas de paz y los derechos humanos.

Por supuesto estas actividades no estuvieron exentas de críticas que venían de todas las direcciones, en el sentido de que era mejor no meterse en esos asuntos, que lo que está quieto se deja quieto, o que los jóvenes no estaban en edad para abordar estas temáticas que era mejor omitir, ni siquiera nombrarlas; lo que fue leído por la docente como talanqueras para entorpecer la conciencia política.

Entonces surgió la línea de pensamiento crítico, porque era urgente y necesario controvertir, había que dejar de estar en silencio y pasar a una pedagogía que cuestione todo. Era una batalla contra el miedo y las injusticias.  
Con todos estos elementos ordenados, con la orientación de la docente y el talento histriónico de los estudiantes, florece una obra de teatro y danza que maneja una emotividad fuerte: usa como herramientas artísticas la danza contemporánea y la danza folclórica (a través del bambuco que en su historicidad da cuenta, poéticamente, de la violencia del país), y el teatro de pieza didáctica que rompe la cuarta pared del escenario, es decir, los actores, aislándose de su personaje,  se comunican directamente con el público, se dirigen a cualquier espectador y le dicen: “usted y yo hacemos parte de la construcción de paz de este país”. 

La obra reconstruye y recrea escenas como las que vivieron los jóvenes de Soacha, cómo fueron captados para ser llevados hasta Ocaña, Norte de Santander, donde fueron vilmente asesinados. Posteriormente, se adentran en la necesidad de hacer memoria, no para eternizar el odio, sino para entendernos como país y reconciliarnos. Sobre el olvido no podemos reconstruir. La barbarie no se debe tapar, debe quedar expuesta para recordar lo que no se puede repetir. La memoria es el principal recurso para la no repetición. 

Por último, el tercer acto tiene que ver con la reparación a la víctima. La obra se cierra con un mapa de Colombia fragmentado en partes (un rompecabezas), para que el público arme al país; y con la frase del padre Francisco de Roux: la verdad debe ser un bien público, un derecho y un deber inviolable.

obra de teatro


La metamorfosis 
Ante un panorama tan poco halagüeño como el que nos dejó la pandemia, los gobiernos y las diferentes instituciones se han preocupado seriamente por encontrar salidas a la crisis económica global; sin embargo, muy pocas, si no nulas, han sido las medidas planteadas para hacer frente a un letal y silencioso asesino que se alojó en la mayoría de la población mundial: la desestabilización de la salud emocional.

Y cuando hablamos de un grueso de la población incluye a todos, desde adultos mayores hasta niños de primera infancia. No en vano, las cifras demostraron el aumento de los desequilibrios emocionales en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes estudiantes.

Según el índice Welbin , muchos niños se vieron afectados como consecuencia de la pandemia, teniendo un 88% de los estudiantes con algún efecto secundario en su salud mental o en su comportamiento, además de que 42% vio afectadas sus habilidades académicas: 500 niñas, niños y adolescentes se suicidan cada año en Colombia, configurándose en la tercera causa de muerte en adolescentes .

Aun cuando en el horizonte se posaba esta imagen tan desoladora, en el colegio Antonio José de Sucre, de la localidad Puente Aranda, se abría un hilo de esperanza a través de la estrategia Mariposa: innovación para una orientación sensible al contexto, iniciativa que lideró Yomaira Bernal , la orientadora de dicha institución educativa.

Profe Yomaira Bernal con estudiantes

Yomaira Bernal, orientadora del colegio Antonio José de Sucre, segundo puesto en la categoría de Innovación del Premio a la Investigación e Innovación Educativa 2022.

Ser orientadora escolar tiene que ver justamente con guiar a los estudiantes por el camino más transitable, sin perder de vista su contexto general. Según Bernal, “Dentro del escenario de la práctica pedagógica, está estado convencida de la posibilidad de transformación. Usualmente lo que los docentes orientadores acompañamos y trabajamos son situaciones de dolor. Vamos de la mano con estudiantes que viven casos críticos. Casi siempre el grupo objetivo con el que trabajamos es aquel del cual se espera menos desde lo académico o lo convivencial. Por eso mi objetivo laboral está orientado a la transformación a través de procesos amorosos generando oportunidades distintas”. 
De allí que la estrategia Mariposa tenga que ver directamente con la metamorfosis. Esta propuesta —que obtuvo el segundo puesto en la categoría de Innovación—, netamente pedagógica, aborda la salud mental. Esencialmente es una respuesta a las necesidades del contexto. Tiene que ver con la vida, por lo tanto, es desde la vida y sobre la vida que se hacen todos los procesos de acompañamiento: desde las violencias, desde los encuentros de familia y los comunitarios. 
Esta iniciativa tiene varios ejes de trabajo alrededor de las situaciones que se viven en los escenarios escolares cotidianos, basados en la transformación, los diálogos de saberes y el trabajo comunitario.

Mariposas


Finales abiertos
Si hay algo claro al observar la realidad educativa, es que todos los procesos que se adelantan en investigación e innovación no pueden desfallecer, porque si eso llegara a pasar la educación sufriría un estancamiento irreparable, ya fue suficiente con la ruptura acaecida por la reciente pandemia.
No basta con la inteligencia, inventiva, recursividad e iniciativa del cuerpo docente, así como con la receptividad de un puñado de niños y jóvenes con ganas de descubrir el mundo, no, se necesita verdadera voluntad y compromiso de los gobiernos para lograr que estas iniciativas no caduquen, para que continúen y lleguen a feliz término, para que jamás se opaque la idea de que la educación siempre debe estar en primer lugar.