Claudia Roberto Shilito
Profesional del Equipo de la Subsecretaría de Calidad y Pertinencia

La escuela abraza la verdad

Crónicas pedagógicas

La esperanza, el amor y la no repetición son la clave para cultivar una sociedad con colegios que convivan en paz.

Hace algunos años se presentó en Bogotá la obra de teatro Labio de Liebre, la cual marcó un antes y un después en el imaginario que se podía tener sobre el conflicto armado.

En esta historia, que toma elementos de la ficción para mostrar una realidad cruda y violenta, en la que los mismos victimarios prefieren borrar su memoria para olvidar las acciones, lágrimas y sufrimiento que causaron, se evidencia la experiencia que muchos colombianos tuvieron que afrontar y la resiliencia que tuvieron para poder continuar con sus vidas.  

A quienes fuimos espectadores, no solo de la obra, sino de los hechos reales, cada uno de los sucesos nos dolieron y dejaron una lección de vida, no para juzgar o culpar, sino para no repetirlos y que las generaciones actuales y futuras convivan en paz, con justicia y en verdadera hermandad.

Para conectar a cada colombiano, especialmente a los niños, niñas, jóvenes y adolescentes, con esta historia, la Comisión de la Verdad, luego de entregar su informe, impulsó que las instituciones y comunidades educativas desarrollaran, el viernes 12 de agosto, una jornada titulada: La Escuela Abraza la Verdad, junto con entidades aliadas del Estado y la sociedad civil.

La Secretaría de Educación del Distrito se sumó a esta propuesta como co-organizadora, asumiendo lo señalado en el Plan de Desarrollo Distrital, “Inspirar confianza y legitimidad para vivir sin miedo y ser epicentro de cultura ciudadana, paz y reconciliación” y como parte del compromiso y la defensa de los acuerdos de paz desde las escuelas. 

El compromiso de la Secretaría con esta jornada se basó en el reconocimiento de que la escuela es un escenario privilegiado para la construcción de la cultura y educación para la paz, generando procesos colaborativos en los cuales la verdad, la restauración, la memoria y la no repetición se vivan, se defiendan en la convivencia diaria.

Las escuelas, a partir de la práctica de crear y recrear nuevas maneras de construir y mantener rutinas, rituales y prácticas restaurativas, permiten fortalecer el vínculo de la comunidad o la construcción del mismo, lo cual requiere compromisos individuales que se vean reflejados en un bien común[1]

En el evento central de lanzamiento de la Escuela Abraza la Verdad, la alcaldesa Claudia López hizo una invitación a abrazarnos para construir otra historia, saber que tenemos una, pero podemos construir una nueva, la que decidamos.  En este mismo espacio compartieron el ministro de Educación, Alejandro Gaviria; el presidente de la Comisión de la Verdad, padre Francisco de Roux; y la secretaria de Educación de Bogotá, Edna Bonilla. El dialogo giró en torno a cómo construir paz en lo individual y en lo colectivo,

En su intervención, el padre de Roux afirmó que la verdad está directamente relacionada con el respeto y nos permite decir lo que estamos viviendo en nuestro corazón. Mencionó que 323 niños murieron por minas antipersonas y más de 1.000 quedaron con afectaciones físicas, y que estos son hechos que debemos tener presentes. Así mismo, referenció que durante el conflicto armado murieron más de 100.000 adolescentes y jóvenes, muchos de ellos ni siquiera sabían cuál era motivo para estar en la guerra.   

En su relato, también trajo la imagen de una madre de una vereda quien contó cómo tuvo que recoger los pedazos de su niño de 11 años, que murió en un cuarto anexo a su casa a causa de la explosión de una granada; y hasta el día de su visita, todavía se preguntaba quién llevó esa granada que le quitó a su hijo. El padre comentó que este es uno de los tantos sucesos que ha escuchado en su recorrido para conocer la verdad y que, como esta madre, ha encontrado varias que, con el corazón triste, aún se preguntan por qué ya no tienen a sus hijos, pero con nobleza de corazón solo quieren conocer la verdad y sanar.

El Informe Final de la Comisión de la Verdad aborda estas historias y nos permite comprender que el silencio ante las víctimas no puede estar presente. Tenemos que hacer que cesen las torturas y construir un futuro en el que el respeto sea eje el de la convivencia.

El inicio es reconocerse a uno mismo, con la convicción de ser humanos, que nos equivocamos. La primera verdad es saber quiénes somos y mostrarnos así a los demás, identificando lo que nos hace felices y lo que nos entristece.

Un árbol con muchas verdades, cuento que se leyó durante la jornada del 12 de agosto, dejó como mensaje la importancia que tiene escucharnos y entendernos desde la diferencia.  “Esas acciones de una guerra inútil hacen parte de lo que somos, nuestras verdades no son bandos o grupos armados, son la historia de cómo unos usaron la violencia para hacerse escuchar, y cómo otros no lo hemos hecho. La meta es que nadie vuelva a recurrir a lo violento para generar un cambio, sino que vivamos desde el amor y sanemos acudiendo a la restauración y la reconciliación” afirmó la alcaldesa, después de la lectura del cuento.

 Estos relatos en la voz de quienes acompañaron este espacio para la verdad y la memoria, son muestra de la importancia que el legado de la Comisión de la Verdad se acerque a las aulas, a los niños, niñas y jóvenes, docentes, padres y madres de familia, quienes están construyendo las escuelas como territorio de paz, como un espacio seguro, de reparación y verdad que promueve una educación para la paz.

La verdad en las escuelas, una apuesta de las niñas, niños y jóvenes

Maikol Ovalle, del colegio Pablo Neruda e Isabella Novoa Ramírez, del Colegio Enrique Olaya Herrera, hacen parte del programa Niños y niñas educan a los adultos y fueron también protagonistas de la jornada La Escuela abraza la verdad, representando a los estudiantes de los colegios oficiales de Bogotá. Isabella indica que para ella decir la verdad es liberador, vacía el estómago y trae tranquilidad y emoción. También afirma, que existe la verdad de proteger a los otros, por ejemplo, denunciar abusos y maltratos es ayudar a quienes tienen temor de gritar sus miedos.

Por su parte, Maikol piensa que la verdad es un camino, es respeto con nosotros mismos y con los demás, es poner en práctica en el colegio lo que se aprende en casa. Su símil para la verdad es una cortina de agua a través de la cual podemos ver la realidad de los demás y observar lo que pasa a nuestro alrededor. Si esa cortina se empaña, no nos deja ver lo que sucede a los otros, y es ahí donde perdemos la empatía. “Gracias a la Comisión de la Verdad no estamos olvidando, sino aprendiendo a perdonar a partir de esas experiencias. Con la verdad, el corazón se llena de amor”, afirma Maikol.  

Isabella cuenta que en su colegio han aprendido a reconocer la diferencia para construir amistades sólidas, sin importar el color de piel, país de origen o religión.

La Escuela Abraza la Verdad  contó además con la participación de representantes de colegios privados, quienes manifestaron que acercarse a la realidad vivida durante el conflicto armado los llevó a reflexionar sobre la tolerancia, el respeto y cómo evitar que otras personas vivan este dolor.

Algunos de los estudiantes indicaron que lo aprendido y reflexionado en la jornada permite identificar cómo superar situaciones difíciles, y aunque la verdad duela hay que afrontarla. Una de las jóvenes hizo referencia a que el principal mensaje que ella conserva de este evento  gira en torno a los derechos de las mujeres y a no permitir que se pasen por alto.

Cada uno de estos jóvenes es un líder que promueve la paz, la tolerancia y el respeto en sus colegios y que busca que la verdad sea abrazada y guardada en la memoria, para no repetir errores pasados.

Docentes que permiten que la verdad sea una vivencia diaria

La Escuela Abraza la Verdad es un espacio inmerso en procesos que ya se vienen trabajando los docentes, quienes le apuestan a la transformación diaria y al fortalecimiento de los estudiantes como ciudadanos que se apropian de su entorno y de su historia.

Jhon Freddy Estrada, profesor del colegio Gonzalo Arango, nos contó que tienen el Laboratorio de derechos humanos y ciudadanía, un proceso que lleva 10 años y que permite hablar de temas de formación alrededor de los derechos humanos y de la pedagogía de la memoria. Las estrategias que hacen parte de esta iniciativa son la revista Flor de andén y un espacio de formación llamado La Grieta, los cuales fueron socializados en la jornada del 12 de agosto.

Según el docente, estos espacios buscan sensibilizar a los estudiantes frente a las personas que han sufrido a causa de la violencia y el desplazamiento, a través de la lectura y una experiencia de sonidos, olores y texturas, a lo que denominan lectura ritual.

El propósito es no quedarse anclados en la narrativa, sino tenerlo presente en la memoria y hallar las posibilidades que les da ser ciudadanos en la escuela y en la localidad. “Con estas estrategias estamos logrando que los estudiantes sean más críticos y reflexivos sobre la realidad del país, que ellos se permitan tener su propio análisis y que se involucren con actores que son parte del proceso, no solo víctimas sino también reinsertados”, asegura Estrada.

De igual manera, Joaquín Vargas, docente del colegio Confederación Brisas del Diamante, nos contó que, junto con sus estudiantes, hace más de 10 años han estado trabajando temas que se abordan en el informe de la Comisión del Verdad.

El espacio que él lidera es el Semillero de pensamiento político que tiene como objetivo generar y crear actividades de reparación para víctimas del conflicto armado. Los estudiantes que han participado han transformado algunas prácticas pedagógicas y destaca que han logrado vincular a docentes y estudiantes para conocer y analizar cómo la sociedad se ha construido en medio de un conflicto y cómo cambiar esas dinámicas que han marcado la vida de varios estudiantes.

“Uno de los componentes del Semillero es la formación audiovisual, y algunos estudiantes han generado productos sobre justicia restaurativa y reparación simbólica, se ha buscado no solo difundir el acuerdo de paz, sino cómo la escuela se lee como escenario de resiliencia y transformación. Se está reconociendo a los estudiantes que han sido víctimas” resalta el docente.

Iván Hernández, del Gimnasio Femenino, narra que en el colegio se ha trabajado desde la cátedra de paz, con un enfoque restaurativo para la convivencia, articulando y generando una pedagogía en torno a la verdad.

El profesor comenta que, en los últimos 12 años, la escuela ha estado presente y ha reflexionado sobre el conflicto, acercándose a relatos de víctimas. En general, lo que se busca es que se aprenda a resolver las diferencias, partiendo de esa memoria.

En grado quinto se trabaja sobre fábulas del conflicto y se hacen conversaciones restaurativas y acuerdos para que las estudiantes reconozcan estos espacios como seguros para expresarse sin ser juzgadas y con una escucha empática. No se trata de lograr concesos, no hay una verdad a la que se quiera llegar, sino reflexionar sobre lo que pasó en los territorios, con el tejido social y cómo esa verdad ayuda a restaurar ese daño. “Buscamos ir más allá del Informe y ver cómo resolver conflictos en nuestro día a día, de una manera pacífica”, afirma Hernández.

Estos tres testimonios hacen evidente que analizar el conflicto y comprender sus implicaciones en el presente y futuro no es algo que surja con el Informe, sino que es un proceso que se adelanta en los colegios desde hace más de una década y que está permitiendo que los estudiantes se apropien de la historia de Colombia, con el fin de no repetirla y forjar caminos de tolerancia y convivencia.

Abrazar la verdad en nuestro presente, para que el pasado no se repita en el futuro

Después de conversar y escuchar diferentes perspectivas sobre qué es la verdad, el conflicto armado, la reconciliación y la reparación no solo en La Escuela Abraza la Verdad, sino en las conversaciones con los estudiantes y docentes, es evidente que las historias y vivencias narradas por el padre Roux infortunadamente no distan de la obra de teatro mencionada al inicio de este escrito, y que leer el Informe y las memorias del conflicto generan una profunda tristeza, pero aviva la esperanza de que los colombianos no sigamos matándonos entre nosotros, que estos sucesos llenos de dolor nos llenen de empatía y nos ayuden a tener cambios significativos en nuestra forma de relacionarnos y que, en el día a día seamos conscientes de vivir desde el amor propio y por lo otros.

Como cierre, una frase de Maikol, “estamos arreglando el futuro desde el presente, aceptando el pasado” la cual nos lleva a actuar con coraje, con amor y hacer realidad un país que convive en paz.

[1] Tomado de la presentación general de la Escuela Abraza la Verdad