Mónica María Bermúdez
Profesora Pontificia Universidad Javeriana. Doctora en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, magíster y licenciada en Educación con énfasis en nuevas tecnologías y didáctica de la escritura de la Universidad de Antioquia

Educación híbrida: una alternativa y una decisión pedagógica

Miradas a la educación

La educación híbrida se comprende hoy como la articulación entre clases presenciales y encuentros en línea en los que el uso de recursos digitales resulta relevante, no solo como agencia de lo que sucede en las interacciones maestros-estudiantes, sino también en las posibilidades que ofrecen las tecnologías para la apropiación del saber: videos, imágenes, hipertextos, multimedia, sonidos, participación sincrónica, entre otros ((Viñas, 2021; Gómez, 2021; Rama, 2020).

La educación híbrida intenta interrumpir la lentitud y la impotencia de la escuela para transformarla en una relación moderna, satisfactoria y, sobre todo, “motivante” para los estudiantes, quienes desde sus formas sensibles trasladan los placeres obtenidos en las redes digitales y en muchas ocasiones los contraponen con las maneras supuestamente arcaicas en las que la pedagogía asume el trabajo académico que estimula un saber.

La educación híbrida se expone con más insistencia en nuestros días a partir de lo vivido en pandemia, cuando la escuela se trasladó a los hogares y los docentes nos vimos en la necesidad de optar por las tecnologías como “salvadoras” del vínculo pedagógico. Algunos docentes fuimos afortunados en contar con estas condiciones de posibilidad, pues a través de ellas pudimos maniobrar los saberes y los encuentros, pero sobre todo la urgencia de no desistir frente al lazo pedagógico construido. De ahí la intensidad en el uso de redes como WhatsApp, de plataformas más sofisticadas como Zoom o de otras herramientas más informales en las que hacíamos de dichos espacios actos pedagógicos simuladores de lo que concebíamos en las aulas análogas de la escuela.

Más que una modalidad pedagógico-didáctica, hoy se pretende que la educación híbrida se convierta en un modelo educativo en el que las apuestas formativas, las relaciones cognoscitivas y el aprendizaje de los estudiantes sean justificables como cambios que se materializan por cuenta de las reorganizaciones estructurales y comunicativas de las sociedades y las culturas en el tiempo presente. Si bien las tecnologías digitales aportan beneficios y formas en que hoy mediatizamos el mundo, distinto a como sucedía en otra época, es también necesario reconocer las limitaciones que traen a las prácticas de enseñanza, sobre todo si reconocemos que la falta o carencia que lleva consigo el deseo —este que nos pone en relación con el saber— no se resuelve con el uso de aplicaciones o programas informáticos, ni con la realización de videos en TikToK o galerías digitales. Por el contrario, creer que con estos insumos nuestra práctica pedagógica mejora es aliarnos con los cantos de sirena de las grandes corporaciones del software, cuyo interés es económico, no humanista (Van Dijck, 2016; Sadin, 2017).

Si como maestros pensamos una educación híbrida con pretensión formativa, y aprovechamos lo que vivimos en pandemia para problematizar lo que hacemos y con esto encontramos nuevos modos de desear, podremos dar grandes pasos hacia adelante, lograr que la dialéctica nos habite, al decir de Freire (2016).

Este texto plantea la educación híbrida no como causa del acto pedagógico ni como causa de la relación con el saber, en la que el interés estará puesto en lo que usamos digitalmente; planteamos la educación híbrida como efecto, que llega y acontece a partir de los extrañamientos y puestas en cuestión que un maestro se hace en atención a lo que enseña. No es un cambio per se a la educación híbrida lo que proponemos, es más bien un punto de llegada que se ve facilitado por la búsqueda de mediaciones o condiciones de posibilidad que cada maestro se piensa y que logra materializar por las decisiones que le suscita su enseñanza con el saber, y esto lo lleva a deliberar sobre modos de alternancia, presencialidad y formas otras del estar juntos, promovidas por intencionalidades pedagógicas deseadas.

¿Qué implica para nuestros procesos pedagógicos asumir la educación híbrida como alternativa a la presencialidad o configuración extensiva de las clases análogas? ¿De qué modo se concreta esta condición que hoy tanto se nos sugiere? ¿La enseñanza se trastoca, se vuelve otra cosa? Según Gómez (2021) y Viñas (2021), extender las herramientas digitales en la complementariedad de lo que maestros y estudiantes abordan en una clase posibilitaría:

— Metodologías ágiles para la comprensión de los temas.

— Enfoque de una evaluación centrada en competencias.

— Creación de ambientes colaborativos.

— Devolución inmediata de respuestas evaluativas.

— Concebir al docente como un guía o un tutor.

— La producción de contenidos por parte del docente.

— Ritmos de aprendizaje diferenciados entre estudiantes.

— Mayor flexibilidad para la solución de conflictos y actividades.

— Personalización del aprendizaje.

— Recursos digitales como apoyo para reforzar los conceptos.

— Elaboración de encuestas y cuestionarios para las evaluaciones.

Como vemos, la enseñanza y su deseo de palabra se pierde por cuenta de la subjetivación digital —o neoliberal— que trae consigo las tantas posibilidades a las que nos vemos abocados si optamos por el uso de recursos en plataformas; lo que esto supone es un énfasis que quedará puesto en el aprendizaje, en lo que llaman una personalización que lograría el estudiante. Si bien la colaboración en línea es insistente en los discursos que ven hoy a la educación híbrida como panacea, sí queda en la afectación pedagógica un declive de los cuerpos y un nosotros como apuesta, para devenir en una tiranía de la individualización, como lo diría Sadin (2022)

Reconocemos la potencia de las tecnologías digitales, la interactividad y expresividad que otorgan a la producción de subjetividad, pero cuando tanta dicha intenta arrasar con las reflexiones y sentires de nuestro saber pedagógico para llevarnos a una construcción de guía o tutor, estamos en problemas, un desacuerdo hace de las suyas. Por supuesto, no a la agencia de ermitaños que conlleva una oposición digital, al contrario, hagamos de las tecnologías condiciones de posibilidad, siempre y cuando sean nuestras decisiones pedagógicas las que declaren y determinen su uso.

A continuación, expondré tres experiencias pedagógicas con características de interacción híbrida en las que cada una, a su manera, propone un uso de medios digitales como formas vinculantes tanto entre sujetos como con el saber que enseñan. Mi propuesta sobre estas experiencias se enlaza a la producción de sensibilidad de la práctica pedagógica ¿En qué se convierte? ¿Dónde estamos como maestros si el énfasis queda en la autogestión del aprendizaje? ¿El saber se confunde con la información que proporcionan Google y los demás motores de búsqueda? ¿Reivindicamos la enseñanza? Las líneas siguientes son cortas en contenido; no obstante, su intención es centrarnos en aspectos principales que logren en el lector una visualización de lo hecho para una puesta en cuestión de nuestro oficio.

Experiencia 1. Una de las propuestas que algunos maestros nos han comentado en encuentros pedagógicos relaciona la preparación de un tema por parte de los estudiantes, quienes buscan en internet, escuchan, ven en distintos formatos, variados podcast, videos, en fin, preparan exposiciones para luego llegar a la clase y socializar la información. Por lo general, se plantea que esta sesión socializadora se realice en un contexto sincrónico a través de alguna plataforma (Zoom, Teams, Meet). El maestro está pendiente de las intervenciones de los estudiantes sobre el tema, de los soportes que usan para dar cuenta de lo encontrado y de las reacciones de sus compañeros. Aquí no hay un decir del maestro, más bien una espera para posibles preguntas y una supervisión de lo investigado. Los estudiantes, según los relatos posteriores, se sintieron activos y llegaron a la conclusión de que todo está en internet.

Experiencia 2. En esta propuesta se evidenció el uso de las aulas virtuales para suministrar información de un tema en distintos formatos (videos, imágenes, audios) seleccionados por el maestro, que se dejan como material disponible en determinada plataforma. Se sugiere a los estudiantes optar por uno de los materiales, estudiarlo, comprenderlo y llevarlo a la clase para explicarlo a los otros compañeros. Hay una clara intención de autogestionar el aprendizaje para que los estudiantes aprendan por sí mismos otorgándoles autonomía en cuanto al manejo del material o de la información. Acá el maestro es un tutor, que se ofrece para resolver preguntas. Nuevamente, la virtualidad aparece como escenario para la socialización. ¿Qué implica el saber? ¿Informarnos?

Experiencia 3. Los proyectos de indagación que relacionan preguntas de un saber se plantean en un aula de clase por parte de un maestro a sus estudiantes como manera de encarar lo que dicho proyecto sugiere: cartografías, circulación de la palabra, exploraciones, información consultada, fuentes y puesta en cuestión de estas, construcción de argumentos, escritura, entre otros. Estas situaciones muestran claramente que los estudiantes no van solo por recibir información, sino que se decanta el saber, se introduce el deseo de un sujeto que ha trajinado con este, que reconoce el esfuerzo como satisfacción. Alternativa propuesta: valerse de las condiciones de posibilidad actuales para resolver el enigma, que no se logra exponiendo con infografías, sino con argumentos. ¿Qué es la enseñanza en esta propuesta? ¿Se investiga para saber? ¿El saber es investigación?

Estas experiencias dejan ver los sentidos que buscamos según los compromisos políticos que tenemos con nuestra labor. Hoy estamos muy desafiados ante los mandatos que el neoliberalismo le interpone a la escuela, la cual se plantea como un espacio de placer, a un costo individualizado, que se trae de las subjetivaciones cotidianas producidas en WhatsApp, Instagram, Facebook, etc. Nuestra práctica pedagógica no es un comodín que se cambia o se usa según los intereses económicos. Nuestra práctica pedagógica es mucho más, una humanización del saber y de una ética que nos ocasione la relación, el encuentro.

¿Es la educación híbrida una alternativa? Por supuesto, pero sin la ficción de que con ella nuestra pedagogía será mejor, o que los estudiantes serán más felices en clase, o que somos más flexibles que antes. No es cierto.

Para cerrar, el poder del maestro es la enseñanza su saber, su deseo por una transmisión de su palabra. Las tecnologías digitales son condiciones de posibilidad que el maestro selecciona como decisión de su intencionalidad pedagógica.

No a los cantos de sirena que traen consigo los discursos y propuestas que hoy sobresalen en los acentos de la educación híbrida. Si bien es una alternativa de relación con un saber y con los estudiantes, no es posible creer que el uso de tecnologías per se nos “solucionen” los conflictos que tenemos en las aulas. Los discursos celebratorios de las TIC parecen no conocer las carencias de nuestra propia condición humana.

Es un asunto pedagógico decidir qué sí y qué no de lo híbrido; pensemos en alternativas sentidas con un poder de la enseñanza por delante, es ahí donde acontecemos como maestros.

Con los anhelos de que la educación híbrida sea un nuevo modelo educativo, queda como centro el uso de recursos digitales, la combinación de estos con la presencialidad y el aprender a aprender de los estudiantes como formas autogestionadas. La implicación de esto es triste: desdibujamiento de la enseñanza y pérdida de nuestro oficio. Vale la pena insistir en la vigencia de la escuela, en la enseñanza como apuesta irrenunciable en tiempos digitalizados.

Referencias

Freire, P. (2016). El maestro sin recetas: el desafío de enseñar en un mundo cambiante. Siglo Veintiuno Editores

Gómez, M. C. (2021). El desafío de la educación híbrida: hacia el fin de la dicotomía presencial virtual. Tramando Revista. https://www.tramared.com/revista/items/show/67

Rama, C. (2020). La nueva educación híbrida. Ciudad de México: Unión de Universidades de América Latina y el Caribe: En Cuadernos de Universidades. No. 11.

Sadin. E. (2017). La humanidad aumentada. La administración digital del mundo. Caja Negra.

Sadin. E. (2022). La era del individuo tirano. El fin de un mundo común. Caja Negra.

Van Dicjk, J. (2016). La cultura de la conectividad: Una historia crítica de las redes sociales. Siglo Veintiuno Editores

Viñas, M. (2021). Retos y posibilidades de la educación híbrida en tiempos de pandemia. Plurentes. Artes y Letras, (12), 027. https://doi.org/10.24215/18536212e027