Jean Schmitz
Master en Ciencia de las Prácticas Restaurativas, Internacional Institute for Restorative Practices, EEUU. Consultor y formador internacional en prácticas restaurativas.

¿Cómo resolver los conflictos escolares comprometiendo activamente a todas las personas involucradas?

Miradas a la educación

Los conflictos son una parte inevitable de la vida, y el entorno escolar no es una excepción. En las escuelas los conflictos pueden surgir en una variedad de contextos dentro de la comunidad educativa. Estos conflictos pueden involucrar a estudiantes entre sí, a estudiantes y docentes, e incluso a padres de familia y personal de la institución educativa.

Los conflictos pueden variar desde desacuerdos menores hasta problemas más graves, como peleas agresivas, acoso, intimidación, vandalismo, robo, consumo o tráfico de estupefacientes. Ignorar o minimizar la importancia de estos conflictos puede tener consecuencias perjudiciales tanto para el estudiantado como para la comunidad escolar en su conjunto. Esto puede crear un ambiente tenso y hostil en la escuela, lo que a su vez afecta negativamente la calidad de la educación y el bienestar emocional del educando, el personal escolar y las familias.

Por ello, es esencial reconocer en primer lugar la importancia de establecer relaciones sanas y seguras (sentido de comunidad), y cuando surgen conflictos escolares, abordarlos de manera participativa y efectiva. Esto contribuye a promover un entorno seguro y saludable que fomente el aprendizaje y el bienestar emocional de todos los involucrados.

La justicia restaurativa es un enfoque innovador que ha cobrado cada vez más relevancia en el ámbito escolar en los últimos años. Se distingue por sus principios y métodos, que se alejan significativamente de las prácticas tradicionales de manejo de conflictos en las escuelas. Mientras que la justicia punitiva se centra en imponer castigos a quienes cometieron infracciones, la justicia restaurativa se orienta hacia la reparación del daño causado a las personas afectadas y a la comunidad en general. Además, busca la sanación de las relaciones que se han visto afectadas por la agresión, promoviendo un enfoque más constructivo y restaurador en la resolución de conflictos escolares.

Existen varias herramientas con un enfoque restaurativo para abordar los conflictos y transgresiones escolares, entre las cuales se incluyen la mediación, los círculos y las reuniones restaurativas[1]. En este artículo me centraré exclusivamente en las reuniones restaurativas, debido a su eficacia probada en la resolución de comportamientos violentos y antisociales. Estas reuniones también brindan la oportunidad de cambiar la perspectiva sobre el conflicto, la violencia y el acoso, viéndolos como oportunidades para el aprendizaje y como bases para la construcción y el fortalecimiento de relaciones.

Es importante señalar que la reunión restaurativa a menudo no se utiliza tanto como debería. Esto se debe principalmente a la falta de conocimiento o capacitación en su implementación, así como a la necesidad de invertir en una cuidadosa preparación y planificación. Sin embargo, esta herramienta, que es altamente estructurada, tiene el enorme potencial de abordar conflictos muy serios de manera colaborativa y eficaz.

Según la definición de O’Connell, Wachtel y Wachtel (1999), la reunión restaurativa es un proceso específico con protocolos claramente definidos. En este proceso, las personas que han causado daño a través de sus acciones perjudiciales se reúnen de manera voluntaria con quienes han sido afectados directa o indirectamente por esas acciones. Este tipo de encuentro involucra a las personas más afectadas por la mala conducta, es decir, la persona víctima y su ofensor, así como a familiares, amistades y otras personas significativas para ambas partes. Un facilitador capacitado dirige esta reunión, cuyo propósito es discutir de manera constructiva cómo cada parte ha sido afectada por la mala conducta y cómo se puede proceder para reparar el daño causado.

Para llevar a cabo una reunión restaurativa con éxito, es crucial cumplir con una serie de condiciones, por ejemplo, es fundamental que la persona que cometió la ofensa asuma su responsabilidad por la agresión cometida. Sin embargo, en casos en los que las personas víctimas y las personas responsables de la falta no concuerdan en cuanto a los hechos o los niveles de responsabilidad, el facilitador de la reunión debe intervenir para abordar estas discrepancias. Es importante asegurar que ambas partes comprendan el punto de vista y la posición de la otra antes de iniciar la reunión restaurativa.

Basado en la experiencia, se ha probado que el éxito de una reunión restaurativa depende en gran medida de la calidad de su fase de preparación (Schmitz, 2015). Cuando la reunión preparatoria se realiza con meticulosidad, especialmente por una persona facilitadora con sólidas habilidades de comunicación, las posibilidades de éxito aumentan significativamente.

Es importante recalcar que la fase de preparación resulta beneficiosa tanto para las personas  participantes, como para la persona facilitadora de la reunión. Los y las protagonistas, es decir, el conjunto de participantes directamente involucrado en el conflicto, estarán mejor preparados para tomar una decisión informada acerca de si desean o no participar en la reunión. Aquellos que elijan participar lo harán de manera comprometida y consciente.

Lo más relevante en este proceso es que cada parte tome la decisión de asistir a la reunión porque "quiere hacerlo", sintiéndose preparada para participar, en lugar de sentir que "debe hacerlo" debido a presiones o influencias ejercidas por la persona facilitadora u otras personas. Este enfoque empodera a los participantes para tomar decisiones de manera autónoma y comprometerse plenamente con el proceso en todo momento.

La función principal de la persona facilitadora durante la preparación de la reunión restaurativa es generar confianza, infundir esperanza y tranquilizar a cada participante desde el primer encuentro. Debe esforzarse por establecer relaciones positivas con todas las personas involucradas, brindando espacio para que cada una exprese su perspectiva y comprenda el incidente en su contexto completo. Esto implica escuchar atenta y empáticamente a todas las voces, incluyendo a las personas afectadas, agresoras y sus posibles apoyos respectivos.

Además, su labor consiste en ayudar a cada participante a identificar sus necesidades y expectativas individuales, fomentando un diálogo respetuoso y restaurativo. Este diálogo restaurativo brinda a todas las partes la oportunidad de tener una comprensión más clara de lo que estos temas significan a nivel personal, ya que disponen de tiempo para abordarlos y prepararse antes de la reunión restaurativa.

¿Cuáles son las ventajas y beneficios que experimentan las partes involucradas en un conflicto al participar en una reunión restaurativa?

A diferencia del enfoque punitivo, que se centra en culpar y castigar a la persona ofensora, a menudo pasando por alto las necesidades y derechos de la o las personas afectadas (víctimas), el enfoque restaurativo los coloca en el centro de atención, reconociendo sus derechos y atendiendo sus propias necesidades.

Desde esta perspectiva, resulta apropiado enfrentar los comportamientos antisociales en los centros educativos, en particular aquellos que generan un daño significativo, tales como el acoso, la venta y consumo de sustancias ilegales, las confrontaciones violentas y los actos de robo, mediante la implementación de reuniones restaurativas.

Al participar en una reunión restaurativa, la víctima tiene la oportunidad y el poder de hacer que su voz sea escuchada, lo que le posibilita expresar sus sentimientos y emociones con respecto a lo ocurrido, por ejemplo, enfado, miedo, disgusto, tristeza... El relato de la víctima y la forma en que lo expresa tienen el poder de ayudar a la persona ofensora a comprender de manera más profunda el verdadero impacto de su ofensa y los diversos daños causados. Además, al compartir su propia historia y su dolorosa experiencia con todos los presentes, la víctima permite que todos reconozcan que lo que le sucedió fue injusto e inmerecido. Este reconocimiento es fundamental para que la víctima no se sienta culpable por lo que ha pasado.

Su participación en este espacio deja también a la víctima expresar con detalle sus propias necesidades y expectativas y solicitar cómo le gustaría que la persona ofensora repare los daños que ha sufrido y quizá sigue sufriendo.

La reunión restaurativa brinda a la víctima una oportunidad para obtener respuestas de la boca de su agresor o agresora a preguntas que nunca hubiera podido hacerle directamente en un sistema de disciplina escolar tradicional. En muchas ocasiones la persona afectada desea comprender y conocer los motivos que llevaron a una persona a cometer un acto violento, y esta plataforma restaurativa facilita ese entendimiento y el diálogo necesario para ello.

Participar en este tipo de encuentro es una oportunidad tanto para la víctima como para otros participantes de separar a la persona del acto que esta haya cometido. En otras palabras, se trata de rechazar el acto violento que haya sido cometido sin repudiar ni estigmatizar a la persona responsable del mismo. De esta manera, muchas personas víctimas descubren durante la sesión restaurativa el valor inherente de la persona, a pesar de que esta haya ocasionado daños a la víctima. Concretamente, en vez de ver a la persona como un ladrón, en caso de que haya robado algo, se la percibe como alguien que ha cometido un robo. Se rechaza el acto de robar sin estigmatizar a la persona. Esta perspectiva contribuye significativamente a la posibilidad de restaurar las relaciones que se han visto afectadas por el incidente.

Finalmente, todo lo anterior contribuye a que la persona afectada pueda iniciar un proceso de sanación emocional y superar esa etapa dolorosa en su vida, al tener la oportunidad de interactuar con la persona ofensora de manera controlada en un entorno seguro y respetuoso.

En cuanto a la persona ofensora, su participación en este foro le garantiza un trato justo y respetuoso, en marcado contraste con el enfoque de disciplina punitiva que suele prevalecer en los sistemas escolares tradicionales.

La persona ofensora tiene la oportunidad de que su voz sea también escuchada, lo que le permite contar su versión de los hechos, hacerse responsable por el acto cometido y expresar sus sentimientos y emociones ante el grupo, como el miedo, remordimiento, la vergüenza y la tristeza. En general, estas emociones son compartidas con empatía por las personas presentes en el círculo.

Este encuentro brinda a la persona ofensora la oportunidad de ofrecer sus sinceras disculpas, especialmente a la persona afectada, así como a todas las demás personas presentes en la reunión. También es una ocasión única para indagar las consecuencias de su actuar, reflexionar y comprender mejor el impacto de sus acciones. Tiene una oportunidad única de participar activamente en la resolución del conflicto del cual es responsable, sugiriendo a la persona afectada formas concretas de reparar los daños causados, restaurar las relaciones que se han quebrantadas y comprometerse a cambiar su comportamiento para prevenir futuros actos indebidos.

Un aspecto muy relevante para la persona que cometió la ofensa es que le permite evitar ser etiquetada como una "mala persona" y, en su lugar, ser vista como alguien que cometió un error y qué tiene la posibilidad de cambiar. Esto le brinda la oportunidad de librarse de la vergüenza y ser reintegrada dentro de la comunidad escolar en lugar de ser expulsada y estigmatizada, una situación muy difícil de convertir.

Otro beneficio del proceso restaurativo es su capacidad para reducir la reincidencia de comportamientos problemáticos, ya que cuando el estudiantado es alentado a asumir su responsabilidad de sus acciones y a reparar el daño causado, está menos inclinado a repetir esos comportamientos.

Una de las características distintivas de las reuniones restaurativas es su capacidad para incluir a personas que apoyan a las partes en conflicto, conocidas como "comunidad de cuidado" (Community of Care). En su mayoría, estos miembros son familiares (padres, madres, hermanos, hermanas, etc.), amigos u otras personas interesadas en la resolución del conflicto. Su función principal es proporcionar apoyo y cuidado mutuo en diversas áreas, que incluyen el apoyo emocional, la asistencia en momentos difíciles y la promoción del bienestar dentro de la comunidad.

Los miembros de esta comunidad de cuidado desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la reunión, ya que sus intervenciones revelan las diferentes formas en que también han sido afectados por el conflicto. Esto les permite expresar sus preocupaciones, necesidades y expectativas, y trabajar junto con otros para encontrar soluciones.

Por ejemplo, los padres de un estudiante ofensor pueden expresar durante la reunión su decepción, enojo y vergüenza por las acciones de su hijo o hija, rechazando el comportamiento cometido. Esta actitud por parte de los padres tiene un impacto significativo en su hijo o hija al hacer que comprendan el daño causado a sus propios padres.

Por otro lado, cuando los miembros de la comunidad de cuidado que respaldan a la persona afectada expresan cómo el conflicto también los ha afectado, mostrando, por ejemplo, enojo, tristeza y temor, esto permite a la persona ofensora comprender mejor el impacto de sus acciones en otras personas y asuma su plena responsabilidad.

La resolución de conflictos participativa es un enfoque poderoso y transformador para abordar los conflictos de manera efectiva y constructiva en el entorno escolar. Al involucrar activamente a todas las personas implicadas, se promueve la responsabilidad, la empatía y el desarrollo de habilidades sociales clave. Además, contribuye a la creación de un ambiente escolar más seguro, positivo e inclusivo.

Para que este enfoque sea efectivo, es esencial que las escuelas y las comunidades trabajen juntas para promover la participación activa de todas las partes involucradas. Al superar los desafíos, podemos crear entornos escolares en los que los conflictos se conviertan en oportunidades de aprendizaje y crecimiento para los y las estudiantes y sus familias. La resolución de conflictos participativa nos brinda una forma poderosa de tejer relaciones más fuertes y comunidades más saludables en las escuelas.

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Bibliografía:

O’Connell, T., Wachtel, B., & Wachtel, T. (1999). The conferencing handbook. Pipersville, PA: The Piper’s Press.

Schmitz, J. (2015). Formal restorative practices require consideration. Tesis presentada al IIRP por el grado de Master of Science in Restorative Practices.

[1] La Reunión Restaurativa (en inglés restaorative conferencing) lleva diferentes nombres según el país; por ejemplo en México se llama Junta Restaurativa mientras que en Argentina se refieren a Conferencias Restaurativas y en Perú, Reuniones Restaurativas.